Recuerdo perfectamente aquel día, cuando Tim Cook mostró el mundo el flamante iPad Pro, cómo gestionaba la multitarea, y todo el potencial del Apple Pencil, entendí que aquel producto configuraba realmente el futuro de la computación. Siendo usuario del iPad desde su primer modelo, aprovecho y reconozco todo el potencial de esta tableta.
Sin embargo, uno siempre tenía la sensación de que el iPad mostraba sus limitaciones: que si la pantalla era pequeña, que si no la capaz de sustituir realmente un portátil, y por descontado, la extraña gestión de la multitarea heredada del iPhone.
Pero el iPad Pro tenía para mí un serio problema: era demasiado grande. En este extraño equilibrio en el que se encuentra el usuario, que tiene que jugar sus bazas entre un smartphone, un tablet y un portátil, ¿Qué posición ocupaba en todo ese meollo un dispositivo como el iPad Pro? Y no tardé mucho en salir de dudas, al entender que la clave del éxito de un producto este tipo era la flexibilidad, o lo que es lo mismo, poder utilizarlo indistintamente en diferentes tareas a lo largo del día.
Un iPad Pro más mainstream
Es decir, que si uno tiene que redactar un largo documento o un correo electrónico para enviarlo de forma urgente, empleará el dispositivo como si se tratara de un ordenador portátil, con el teclado acoplado. Pero si hecho esto, decide consultar internet para buscar información sobre un asunto laboral, en ese caso ya no necesitará el teclado, y optará por sujetar el equipo en posición vertical.
Aquí reside realmente la clave del éxito de un híbrido: ser capaz de cubrir todas las necesidades del usuario sin que se vea obligado a alternar dispositivos
Concluido esto, el mismo usuario puede utilizar el dispositivo para leer el periódico o bien, dedicar unos minutos a ver una película. Aquí reside realmente la clave del éxito de un híbrido: ser capaz de cubrir todas las necesidades del usuario sin que se vea obligado a alternar dispositivos.
Un equipo para absolutamente todo
Y es en este punto donde Apple con las dimensiones del iPad Pro ha arrimado en exceso el producto hacia las posiciones de un ordenador portátil. Sí, es cierto que uno puede utilizar el dispositivo como una tableta convencional, pero pronto comenzará a notar en sus manos los excesos de una pantalla sobredimensionada. ¿Cuál es entonces el equilibrio?
Cada usuario tendrá sus gustos, pero yo pronto comprendí que para el uso habitual que hago de este dispositivo y del ordenador portátil, un híbrido tendría que contar con la pantalla a medio camino entre el iPad Pro y el iPad convencional, así como limar algunas asperezas que evitan que algunos se vean obligados a depender del portátil aún.
Esa configuración entiendo tendría un alcance del mercado mucho más grande, y si ahora tuviéramos que redactar la carta de los Reyes Magos, sería la siguiente:
- Tamaño más reducido: con una pantalla entre las 10 y 12 pulgadas
- Un soporte trasero: ¿Por qué Apple no hay imitado el excelente formato del Surface de Microsoft? Este equipo cuenta con un soporte trasero configurarle para múltiples posiciones, que facilitan muchísimo la vida del usuario. Apple sigue confiando en terceros fabricantes de accesorios y las fundas para que el usuario puede elegir el soporte que más le gusta, pero realmente, entiendo que esto debería venir integrado en el propio hardware.
Apple es maestra manejando los tiempos: rentabilizar al máximo la demanda del mercado, y nunca lo satura con modelos que el cliente pueda demandar más adelante.
- Un sistema operativo mucho más convergente: Estamos de acuerdo en que iOS es un sistema operativo rápido, dinámico, sólido y con una gran cantidad de aplicaciones. Sin embargo, Apple se ha dejado un fleco muy importante sin recortar: el usuario de iOS casi siempre necesitará de un ordenador con sistema operativo completo para poder desempeñar todas sus tareas. Volviendo al caso de Microsoft, Windows 10 hace las veces de un sistema operativo móvil y uno completo, cubriendo todo el abanico de necesidades del usuario. ¿Llegaremos a ver esto algún día en iOS?
Seguro que los de Cupertino siguen evolución del sistema operativo en la dirección de la convergencia, y también es seguro que veremos los meses próximos un iPad semejante al Pro pero con las dimensiones más reducidas. En este sentido Apple es maestra manejando los tiempos: rentabilizar al máximo la demanda del mercado, y nunca lo satura con modelos que el cliente pueda demandar más adelante.
Así las cosas, la novedad de este año es el iPad Pro, y la del año que viene seguramente varias versiones de este mismo modelo en diferentes formatos. Un servidor seguirá esperando su iPad perfecto, que todavía no ha sido presentado: el iPad Pro 'mini'.
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