Cada vez está más claro. Apple se enfrenta a un problema con la competencia que puede haber empezado ella misma, la de la definición de las pantallas. Y no hablo acerca de la resolución pura y dura de sus pantallas, sino de la densidad de píxeles y el fenómeno retina. El comienzo de todo fue, sin duda alguna, el comienzo de este fenómeno con la pantalla del iPhone 4.
Fue el propio Steve Jobs el que nos presentó la jugada: se dobla la densidad de pixeles de la pantalla pero al mismo tiempo también se hacía lo mismo con la densidad de píxeles de la interfaz. De este modo el tamaño de los elementos de esta interfaz no cambia, pero la calidad y la resolución mejoran muchísimo. Apple defendió la resolución escogida con matemáticas: era más de lo que el ojo humano era capaz de percibir.
El concepto ya está completamente aplicado en toda la gama de dispositivos iOS, con el iPad 2 y el iPad mini como excepciones programadas a desaparecer posiblemente en pocos meses; y va camino de llegar a todos los portátiles con las tarjetas integradas de Intel preparadas para conseguirlo. En el MacBook Pro tenemos la misma filosofía: adoptar una densidad de pixeles que, garantizado por una fórmula matemática, haga que nuestros ojos no los puedan distinguir en la pantalla.
Y la competencia, cómo no, ha reaccionado. Pocos son los smartphones y tabletas que no tienen incluso más resolución que la de los iPhone/iPad, y aprovechando las pantallas de cinco pulgadas y más tenemos teléfonos con auténticas pantallas FullHD y variando en densidad de pixeles. Luego tenemos la llegada del Chromebook Pixel, con su pantalla de menos de 13 pulgadas pero con 2560x1700 píxeles y una densidad de 239 píxeles por pulgada; y más recientemente la nueva gama de portátiles de HP con, ojo al dato: una pantalla de 14 pulgadas de 3200x1800 píxeles.
Hace menos de un año, yo mismo tachaba esta resoluciones como imposibles en pantallas de los iMac... ¡y ahora están en pantallas de portátil de 14 pulgadas! La velocidad a la que la tecnología mejora nunca dejará de sorprenderme. Pero he aquí la pregunta del millón: ¿valen la pena estas resoluciones si la retina humana es incapaz de distinguir tantos píxeles?
No me imagino a una Apple presentando un MacBook Pro con pantalla retina "de segunda generación" para plantar cara esta cantidad de píxeles, porque la compañía no ha parado de defender que con la densidad de píxeles que tienen sus pantallas ya hay más que suficientes. Phil Schiller no paraba de insistir en ello: "Aquí hay verdadera matemática detrás, nada de márketing".
Sin embargo, es como si la competencia se hubiera tomado las pantallas retina de Apple como el comienzo de una carrera para ver quién es capaz de meter más píxeles en una pantalla lo más pequeña posible. No nos equivoquemos, los smartphones FullHD de 5 pulgadas se ven fantásticos y es genial poder disfrutar de calidad Blu-Ray en los vídeos que veamos desde esos teléfonos, pero creo que un portátil de menos de 15 pulgadas con los píxeles que llevaría un iMac Retina de 20 o 21 pulgadas puede ser demasiado.
Mi apuesta es que Apple no va a aumentar la densidad de sus pantallas, diciendo que simplemente lo hace falta. Pero la competencia sí que lo va a hacer. La clave será ver si en Cupertino se verán forzados a hacerlos para que el público no vea sus pantallas como algo inferior, y si el concepto se podrá trasladar bien en ese rumoreado nuevo mercado de relojes, pulseras y ropa inteligente que se nos viene encima.
Imagen | ebmorse
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