Todos recordamos los primeros años del iPad. Ese tablet nacido en Cupertino cuya misión en la vida era cubrir el hueco que había entre dos dispositivos: el smartphone y el ordenador personal. Fue desvelado en enero de 2010, tan sólo tres años después que el iPhone original.
Entonces, Steve Jobs nos contó las bondades del nuevo dispositivo en una presentación que pasaría a la historia como la obra maestra que fue. Jobs enumeró los usos que daban sentido al iPad, unos para los que estaba especialmente dotado y que ni el iPhone ni el Mac podían hacer tan bien. Leer emails, navegar por internet, ver fotos y vídeos, escuchar música, jugar y, por supuesto, leer ebooks.
"De otra forma, [el iPad] no tendría razón de ser" dijo el co-fundador y CEO de Apple. La compañía dio en el clavo.
La edad dorada del iPad
El iPad salió a la venta en abril de ese mismo año, aunque las reservas comenzaron casi un mes antes. El primer día se vendieron 300.000 unidades. Un mes después, Apple había alcanzado el millón de unidades. Un nivel que el iPhone original tardó el doble de tiempo en alcanzar. Unos meses después, Jobs reveló que durante el trimestre fiscal se habían vendido más iPads que Macs. Pero eso no era todo.
La épica historia del iPad original cerró otro capítulo con la venta de 15 millones de unidades antes de que llegara su sucesor, el iPad 2. Este nuevo modelo no sólo marcó las casillas de las características que más le hacían falta sino que mejoró increíblemente la experiencia del tablet de Apple: cámara trasera y FaceTime, delgadez, potencia, ligereza. Para los nostálgicos, aquí puede leerse el análisis que hizo Pedro Aznar en 2011.
En esta época de bonanza, se sucedían los competidores que aspiraban a destronar a un rey que llevaba demasiada ventaja. Eran los meses (en tecnología, las cosas suceden en meses, no años) en los que los Motorola Xoom, los HP TouchPad (herencia de la adquisición de Palm) y los RIM PlayBook (también fruto de la adquisición de QNX) se autodenominaban iPad killer.
Ninguno consiguió hacer mella en la armadura del rey y poco a poco, o rápidamente en el caso del TouchPad, los competidores del iPad fueron cayendo. El iPad tenía el camino libre y podía llegar a ser lo que quisiera. O, al menos, lo que Apple tuviera en sus planes.
El estancamiento del iPad
Al iPad 2 le siguió su evolución lógica, un tablet cuya principal novedad era la tan ansiada pantalla retina. Con el paso de las generaciones, quedó claro que los críticos con la compañía no habían dado una. Clamaban por un netbook que se uniera a la moda de los fabricantes del PC de proporcionar un ordenador más pequeño y menos capaz pero más barato. Apple introdujo el iPad.
Otros auguraron su final al no traer compatibilidad con Flash (el formato dominante para contenido multimedia en la web), carecer de conexiones USB, no tener teclado y ratón y tener un sistema operativo móvil en vez de escritorio. Pero todos se equivocaron. El iPad aceleró sus ventas cada trimestre, llegando a vender hasta 26 millones de unidades en la navidad de 2013. Nada mal para un producto con solo dos años y medio a sus espaldas.
Sin embargo, la historia de crecimiento de dos dígitos mostró algunas advertencias antes de tocar techo. Durante el segundo trimestre de 2013, las ventas cayeron casi un 15%. Aunque no importó demasiado. Esa misma campaña navideña de 2013 crecían casi un 14% con respecto al año anterior, alcanzando el récord de su corta historia.
A partir de entonces, comenzaría la racha de nueve trimestres seguidos con una caída de ventas entre un 10% y un 25%. Hasta el punto de que los 16 millones de iPad vendidos en el pasado Q1 son casi un 40% menos que el récord de 2013. Esto es la implosión del iPad.
Qué le sucede al iPad
Ha pasado suficiente tiempo como para confirmar que no se trata de un trimestre aislado. Tampoco es una situación que vaya a darse la vuelta a corto plazo. La implosión del iPad es real y ha venido para quedarse. Si echamos un vistazo al precio medio de venta del iPad, podemos ver una tendencia clara:
Durante los primeros trimestres se ve claramente como los primeros compradores del tablet elegían un modelo superior al de entrada de 499 dólares. Pero Apple introdujo cambios en su línea de tablets con la aparición del iPad mini tan solo dos años y medio después de su lanzamiento, en octubre de 2012. Es aquí donde se observa el "socavón" en el precio medio en el Q1 de 2013: desde casi 600 dólares a apenas 467.
Y es que ante el fracaso de los iPad killers, el mercado de tablets viró rápidamente para poner énfasis en el precio. De los 600 dólares del Xoom pasamos a los menos de 100 que comenzaron a costar tablets de marca genérica. Ahora incluso encontramos tablets de Amazon por apenas 60 euros.
El iPad ha sucumbido a la maldición de que los tablets solo sirven para consumir contenido. Ver películas y series en un tablet no requiere de demasiada diferenciación, por lo que uno de 60 euros hará el trabajo tan bien como cualquier iPad. Por eso y aunque Apple está utilizando el iPad mini y las anteriores generaciones de otros modelos para competir en rangos de precio más bajos, la única salida está arriba. En la parte alta del segmento.
La razón de ser del iPad Pro
Creo que si te fijas en un PC, ¿por qué ibas a comprarte uno de nuevo? No, en serio, ¿por qué querrías comprar uno? El iPad Pro es un reemplazo para un portátil o un ordenador de escritorio para mucha, mucha gente. [Ellos] empezarán a utilizarlo y llegarán a la conclusión de que no necesitan nada más, aparte de sus teléfonos - Tim Cook.
Estas frases las pronunció el CEO de Apple hace unos meses y causaron gran revuelo. Pero es un reflejo tanto de los problemas de identidad del iPad como de sus futuras ambiciones. El iPad no puede crecer compitiendo por ser el mejor dispositivo en el que ver video, porque eso lo puede hacer cualquier tablet. Además, a un precio mucho menor.
Tampoco sería una buena idea ser el mejor dispositivo de consumo porque ese ya lo tenemos. Se llama iPhone (o cualquier smartphone) y lo llevamos siempre en el bolsillo. Competir con el iPhone es una receta segura para el desastre, a pesar de sus últimos resultados.
El único camino que puede seguir el iPad está arriba, compitiendo por hacer más cosas que antes quedaban reservadas al Mac. Apple parece haber resuelto la crisis de identidad del iPad y encontrado su nueva razón de ser en el iPad Pro. Un dispositivo preparado para competir cara a cara con ordenadores convencionales pero al que el software aún tiene que demostrar la ambición de Apple.
Veremos qué sucede con el iPad Air y mini cuando se renueven las líneas en septiembre u octubre.
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