Aun en el caso de que siguieseis con atención la keynote de presentación de iOS 7 es muy probable que pasaseis por alto esta novedad de Apple, e incluso si no es la primera vez que oís hablar de las iBeacons, las posibilidades de que no tengáis ni la más remota idea de lo que son siguen siendo muy altas. Nadie diría que estamos ante una de las prestaciones más ambiciosas de iOS 7.
Pero antes de empezar, ¿qué os parece si os describo un problema muy habitual? Entráis en un edificio y perdéis la señal GPS. Con un poco de suerte el teléfono se las sigue apañando para ubicados mediante las antenas de telefonía móvil pero la precisión pasa de ser unos pocos de metros a cientos de ellos. Da igual si utilizáis los mapas de Apple o los de Google. El GPS se ha vuelto inútil de repente.
Las iBeacons solucionarán esto, ya que se tratan de pequeñas balizas Bluetooth LE que una vez distribuidas estratégicamente pueden emitir constantemente un paquete de datos (como unas coordenadas GPS predefinidas) para que vuestro iPhone sepa exactamente dónde os encontráis sin importar las plantas de cemento que tengáis sobre vuestras cabezas. Estas balizas tienen un consumo tan reducido que una simple pila de botón es capaz de alimentarla durante años, y son tan económicas y sencillas de desplegar que con toda seguridad se expandirán como la pólvora a lo largo del próximo año.
¿Y dónde está la gracia? Pues como sabéis, la información es poder, y los pocos ejemplos proporcionados por Apple ya dan muestra del potencial de las iBeacons para el microposicionamiento, no solo mejorando la experiencia de los usuarios con las aplicaciones actuales, sino abriéndonos un abanico de nuevas oportunidades.
Imaginad que visitáis un museo como el Louvre y nada más sacar el iPhone del bolsillo ya encontráis a vuestro alcance toda la información sobre la obra que tenéis enfrente y un rastro por el que es imposible perderse que os conduce hacia los siguientes trabajos del mismo autor, período o estilo. Literalmente deja obsoleto a las audioguías tradicionales.
En el aeropuerto puede conduciros sin margen de error hasta vuestra puerta de embarque, un dato que conocerá automáticamente gracias a su integración con Passbook poniéndonos además nuestro billete a mano en la pantalla de bloqueo.
Otro ejemplo. En el supermercado, una app con vuestra lista de la compra hace vibrar el teléfono al pasar junto a la estantería de las manzanas (o cualquier otro artículo que necesitéis). Párate frente a la sección de congelados y descubre a través del iPhone las mejores ofertas y otros productos que pueden venirte bien como las nuevas salsas para la carne que acabas de coger de la carnicería o el vino ideal para acompañar a un buen pescado.
Las iBeacons dejan también obsoletos a los códigos QR y sin proponérselo, o tal vez perfectamente aposta, a la tecnología NFC. Su API está integrada en los servicios de localización de iOS 7 por lo que incluso aunque una app no esté específicamente diseñada para ello también se beneficiará de su precisión. Y si sí que lo está, aún mejor, incluso podrá determinar si estamos exactamente sobre una iBeacon, cerca de ella o más lejos; y dado que los desarrolladores pueden especificar la distancia máxima que dispara una notificación, su relevancia puede ajustarse perfectamente al contexto según cada situación, desde cada tramo de estantería a extensiones mayores.
Finalmente otra ventaja: cualquier emisor Bluetooth LE es susceptible de poderse utilizar como iBeacon, incluso un dispositivo con iOS como el iPhone o el iPad, así que si queremos, nosotros también podremos hacernos notar dentro de un edificio para, por ejemplo, conseguir un precio especial al estilo Foursquare, o para descubrir a otros usuarios y realizar una conexión vía Wi-Fi entre ambos con el fin que sea de un modo ultra sencillo.
Quedaros con el nombre, lo vais a empezar a escuchar bastante.
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