Reconozcámoslo: nada como quedarse en casa esperando a que llegue el mensajero con nuestro nuevo y flamante iPhone. Ese día retiramos cualquier mota de polvo que se pose en su pantalla indignados y lo tratamos con veneración. El cuidado extremo nos dura todavía unos meses, pero se trata sin lugar a dudas de una curva descendente en la que a medida que pasa el tiempo, nuestro cuidado decae. Seis meses más tarde esa micro raya no nos importa tanto, y lo que antes hubiera supuesto una tragedia, ahora es un suspiro de resignación.
Claro que esta curva en la que la relación tiempo-aprecio decae de forma continuada encuentra un punto de inflexión cuando Apple anuncia oficialmente la llegada de un nuevo modelo. A partir de este punto y en muchos casos, nos da lo mismo lo que le pase a nuestro fiel móvil. Un juguete roto con todas las letras, y se trata de una realidad demostrada ahora en un estudio.
El "efecto actualización"
El estudio lo ha llevado a cabo la Columbia Business School y deja patente la clara correlación entre los 'accidentes involuntarios' de los iPhone llamados a ser renovados. Dicho de otra manera, que se nos deslizan de las manos con una curiosa mayor frecuencia que cuando los acabamos de comprar. Un sabotaje encubierto que nos allana psicológicamente el camino para la compra -casi obligada- de la nueva versión. Este comportamiento tiene ya nombre y lo han bautizado como "el efecto actualización".
El estudio conducido por el área de marketing de la escuela pone de manifiesto que los propietarios de los móviles son conscientes de su falta de cuidado, pero le restan importancia ante las perspectivas de hacerse con el nuevo modelo. Un comportamiento que queda patente en la 'curva de la vergüenza' que ves a continuación: ante la llegada del iPhone 5s, el número de desactivaciones de IMEI del iPhone 5 se dispara, para luego volver a caer a registros normales cuando el nuevo modelo se asienta ya en el mercado.
Liquidar el sentimiento de culpa
Es cierto, nadie necesita realmente renovar un móvil que funciona a la perfección, y en esto el iPhone es realmente longevo. ¿Por qué actuamos entonces de esta manera? El estudio se refiere al sentimiento de culpa: "nos sentiríamos culpables actualizando sin una buena razón, así que comenzamos a dejar nuestro iPhone sobre la pierna o bajo la lluvia sin saber que lo hacemos por un motivo", explican en el estudio. Es decir, que comenzamos a provocar situaciones de riesgo pensando que nuestro comportamiento es normal.
El estudio ha tenido en cuenta también la pérdida de móviles, un dato que se dispara ante el lanzamiento del nuevo modelo y que luego vuelve a recuperar valores normales como por arte de magia. Si te quieres sentir un poco menos culpable, este comportamiento no atañe únicamente a la tecnología, sino a cualquier producto que reciba una nueva versión y nos encaprichemos con ella. ¿Te sientes identificado?
Vía | Esquire
Ver 21 comentarios