"¿Quieres vender agua azucarada el resto de tu vida o quieres venir conmigo y cambiar el mundo?". Esta es, probablemente, una de las frases más legendarias pronunciadas por Steve Jobs. Se la hizo a John Sculley en 1983, entonces CEO de Pepsi. Apple necesitaba un CEO con experiencia y Jobs eligió a este ejecutivo para tomar las riendas de la compañía en uno de los episodios más potentes de su vida.
A pesar de ello, Jobs cometió un error contratándole que lamentaría un tiempo después.
Cuando Apple necesitaba la supervisión de un "adulto"
Apple fue fundada en 1976. Con su enorme crecimiento de los primeros años de éxito, pasó a convertirse en una gran corporación tecnológica. El primer CEO, Michael Scott, estuvo cuatro años hasta 1981 dirigiendo la compañía. Posteriormente, tomó el relevo Mike Markkula, inversor inicial de Apple.
Dos años después, quedaba claro que no era la persona apta para el puesto. Apple contaba con miles de empleados, facturaba miles de millones y vendía millones de ordenadores al año. Era necesario alguien con experiencia y capaz de poner orden. Como recogen en una entrevista.
La razón por la que me reclutaron para venir a Apple era que la junta directiva buscaba la supervisión de un adulto, Steve quería a alguien que le enseñara una determinada experiencia en marketing, porque solía decir "Voy a construir algo que el mundo no ha visto jamás. Voy a construir un ordenador para gente creativa que sea capaz de crear y hacer cosas que jamás imaginaron que eran capaces de hacer".
Apple no había cumplido ni una década. Pero los dolores que surgen de un crecimiento rápido hacían necesario una mano experimentada que dirigiera el barco y que estuviera en sintonía con Jobs. Ese alguien acabaría siendo Sculley.
La reputación de Sculley gracias al Desafío Pepsi
John Sculley tuvo una carrera meteórica en Pepsi. Comenzó como becario en 1967, donde pasó seis meses en un programa de formación en una planta embotelladora de Pittsburgh. Tres años después, con 30 años, se convirtió en el vicepresidente de marketing más joven de la compañía.
Entre sus logros se encuentra darle la vuelta a la división de comida de Pepsi. En tan solo tres años, pasó de unas pérdidas que duplicaban los ingresos a tener un beneficio del 10%. Pero la reputación de Sculley en el mundo del marketing vino por otra brillante campaña.
En aquella época, Pepsi se enfrentaba a Coca-Cola en un intento por hacerse con un hueco en el mercado. Pepsi era conocida, pero la mayor parte del público se decantaba por la marca rival. Es así como creó el Desafío Pepsi, una serie de catas ciegas donde a consumidores habituales de Coca-Cola les daban a probar ambas bebidas.
En los anuncios que surgieron, se mostraba cómo los consumidores elegían Pepsi por su sabor, sorprendiéndose de su elección cuando les daban la noticia. Los anuncios continuaron durante años e hicieron que Coca-Cola sacase su "nueva" Coca-Cola, que los consumidores rechazaron.
De vender agua azucarada a dirigir Apple
Steve Jobs había entrevistado a unas 20 personas antes que a Sculley. Con él, Jobs sintió que había encontrado al candidato perfecto dada su experiencia dirigiendo una compañía y conocimientos de marketing. Tras cinco meses de cortejo y un primer rechazo, Jobs no se dio por vencido fácilmente.
La pregunta la pronunció en la terraza del piso que se había comprado Jobs en Nueva York, en marzo de 1983. Tras rechazar de nuevo dirigir la compañía, Jobs se puso de pie y lanzó su órdago:
¿Quieres vender agua azucarada el resto de tu vida o quieres venir conmigo y cambiar el mundo?
En inglés, sugar water es una forma de referirse a algo sin sustancia. Como si ser el CEO de Pepsi fuera un cargo sin importancia al lado de lo que le proponía Jobs, algo que potenciaba enormemente la propuesta de Jobs. Una semana después, Sculley se trasladaba a la costa oeste del país para tomar las riendas de Apple.
Este es uno de esos ejemplos en los que se muestra la capacidad de Jobs de convencer a la gente. Poco tiempo después, entró en conflicto con el co-fundador al proponer una reorganización que le relegaba a un puesto sin influencia. Por eso, Jobs intentó retomar el control de la compañía y echarle.
Finalmente, Jobs abandonó la compañía. Aunque aquí, las versiones difieren. El propio visionario afirma que le echaron, mientras que la junta directiva asegura que la abandonó. Sculley acabó dirigiendo Apple durante una década y Jobs crearía NeXT y adquiriría Pixar, iniciando un camino que, sin saberlo, le devolvería a Apple años después.
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