Hay costuras que nos tejen de muchas formas. Unas, nos ayudan a cicatrizar cuando necesitamos recuperarnos de algo. Otras, son las que nos hacen más fuertes. Pero no todas pertenecen a los extremos, porque la vida no es sólo arriba o abajo, blanco o negro. Hay otras - quizás, las que más importen, las cotidianas - de las que se habla muy poco.
Son como las fotos de los viajes. Las hacemos pensando en recordar ese instante porque a lo mejor pensamos que ese instante es el que merece ser recordado - pero pasan cosas antes y después de él. Las fotos de los viajes son épicas, perfectas, encuadradas y llenas de sonrisas. Para mi, las fotos más importantes, son quizás las que menos tenemos.
Las de tu habitación de adolescente. Un desayuno cualquiera, un martes al azar del marzo de hace dos años, por ejemplo. Tu primera mudanza, un paseo por tu ciudad, una a cómo era la cocina de casa de tus padres antes de la reforma. Los juguetes que guardabas en el armario. Quizás las costuras más grandes son las que más se ven, pero sin duda, las pequeñas, son las que realmente componen de qué estamos hechos.
Los antes y los después
La primera vez que vi una keynote de Apple en casa, era un día cualquiera. De los que no tienes fotos. Apple acababa de lanzar el iMac G3 un año antes, así que supongo que sería alrededor de 1999. Por fin tenía Internet, y mucha curiosidad por saber más de esa compañía que había descubierto con un imponente Performa, años antes, en el almacén del kiosco del padre de una amiga.
No recuerdo ni donde fue. La web de la compañía no colgaba sus keynotes, YouTube no existía, así que supongo que era alguna web con el video colgado. No era streaming, lo tenía que descargar. Sinceramente, no me esperaba gran cosa. Otra compañía más de informática. Otra Microsoft, no sé. Pero el iMac de color verde que veía en la ventana de atrás - en Netscape - era algo absolutamente rompedor. ¿Que loco crea un ordenador translúcido? ¿Y por qué le quita la disquetera? ¿Por qué era tan importante este tal Jobs, si lo echaron de la empresa?
Cuando acabé de ver ese vídeo, no entendía por qué no estaba hablando todo el mundo de Apple.
Los años pasaron y el almacén de keynotes aumentó de tamaño. Conseguí tener una buena colección, que revisaba una y otra vez. Encontrarlas era cada vez más complicado, ya que a principios de los 2000 las webs iban y venían. Por eso trataba de descargar todas las que encontraba. Cuando conseguí una grabadora de DVD's, las grabé en dos discos, que aún conservo.
No hubiera hecho falta. Prácticamente me las sé todas de memoria, gracias a aquellas tardes en mi habitación - de las que no hay fotos, pero si muchas pequeñas costuras - donde las repasaba una y otra vez.
El otro lado
Detrás de mi, mientras escribo esto, mi maleta. También las imágenes de esos DVD's, de esas tardes cualquiera - y tan importantes - y los recuerdos de aquello que nos teje, que a veces llegan como nostalgia. Es inevitable volver a tenerlos cada vez que estoy a punto de viajar a una keynote.
Porque antes, cuando veía aquellos vídeos - con horrible calidad y que tardaban horas en descargarse - me preguntaba como era ese otro lado. El momento de la keynote es como las fotos de los viajes: todo es épico, rotundo, abrumador. Pero yo me preguntaba también por las cosas que pasan antes y después: las pequeñas costuras que hacen que un evento de Apple nos impacte tanto.
Quería saberlo todo, porque estar allí estaba aún más lejos que Marte. Era casi ciencia ficción, y por ello, imaginaba aquello como otro planeta lejano y cómo afectaría el Campo de Distorsión de la Realidad™ de Steve Jobs a los aventureros periodistas que aterrizaban allí. Cómo explorarían toda aquella tecnología y cómo sintetizarían sus emociones para enviarnos, a nosotros que estábamos en este lado, todo lo que estaban descubriendo.
En unos días estaré en ese otro lado, en Cupertino. Os lo contaré yo, nosotros, aquí. Pero ahora sé que estar allí sólo hace importante a quienes leéis y veis lo que queremos contaros. Los aventureros, los exploradores no somos quienes vamos. Sois quienes quieren saberlo todo. Era yo aquellas tardes, que como cualquiera de vosotros, veía las keynotes en casa de mis padres. Y son las conversaciones, los buenos momentos y la pasión al entender el lado optimista de la tecnología y lo que se puede crear con ella.
El resto, solo somos mensajeros de unos momentos que, como el que viviremos el martes, nos apasionan. Porque quizás empezásteis a ver keynotes hace 20 años o esta es vuestra primera vez, que mas da. Contarlo es nuestra responsabilidad, pero hacerlo y disfrutarlo junto a vosotros es lo que los convierte en especiales. Estas, son las costuras que importan.
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