Tal día como hoy, hace 24 años, Steve Jobs hizo, más o menos, de representante del soporte técnico para Apple. Una curiosa llamada, unos iMac que se regalaban para Navidad y un Steve Jobs que tenía muy, muy claro cómo tenían que ir las cosas, son los ingredientes de esta historia navideña.
¿Los protagonistas? Regis McKenna el máximo responsable de marketing de Apple por aquella época y un Steve Jobs de 43 años que llevaba algo más de un año como CEO Apple tras su regreso al número uno de Infinite Loop en Cupertino con la compra de NeXT y NeXTSTEP. Sin más, vayamos con la historia.
"Ho, ho, ho"
Nos encontramos en la Navidad de 1998 y Regis McKenna había decidido unos días atrás, junto a su mujer, comprar cinco iMac como regalo para sus nietos. En un momento en el que aún no existían las Apple Store, los McKenna habían acudido a un distribuidor y se habían hecho con las cinco flamantes máquinas. Llegado el feliz momento de la apertura de los regalos, la familia disfrutó de cómo los niños abrieron sus respectivos iMac.
Tal como cuenta McKenna en Forbes, una de sus nietas, Molly, de solo cinco años, exclamó "la vida es buena" al ver ante ella el generoso regalo que acababa de recibir. Las aventuras de la niña, pero, y las de su abuelo, todavía estaba por empezar.
iMac G3
Pasadas unas horas de uso, el iMac ya no abría correctamente la puerta de la unidad de discos. En un momento en que mucho software funcionaba a través de discos, eso dejaba al ordenador prácticamente sin poder utilizarse. Por ello, McKenna llamó rápidamente al distribuidor y le comunicó la situación.
El distribuidor contestó que no estaba autorizado a cambiar el ordenador debido a las políticas de Apple y que una reparación tomaría varias semanas. Sin muchas más opciones delante, McKenna escribió un correo a Steve Jobs y le preguntó sobre esas políticas de cambio y devolución.
En menos de cinco minutos sonó el teléfono en casa de los McKenna, era el mismo Steve Jobs que preguntó qué estaba pasando y posteriormente el nombre del distribuidor. Tras dos breves respuestas, el CEO de Apple contestó "te llamo de nuevo" y colgó. Y sí, cinco minutos más tarde volvió a sonar el teléfono de los McKenna.
Para sorpresa de Regis McKenna habló con el distribuidor. Un distribuidor mucho, mucho más amable y abundante en disculpas que le dijo que tenía aquí un nuevo iMac para su nieta. Ni siquiera se habló de la devolución del ordenador original, simplemente se habló de una nueva máquina con disponibilidad inmediata.
Más que contento con el resultado, McKenna escribió de nuevo a Steve Jobs mostrando su agradecimiento y asegurándole de que había hecho que estas Navidades fueran muy felices para su nieta. Con su humor característico, Steve Jobs contestó inmediatamente con un simple "Ho, ho, ho" —y a mi permitidme añadir: Feliz Navidad—.
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