Todo se debe a la patronicidad, una cualidad que nos invita a crear "falacias narrativas" y encontrar un nexo causal donde no lo hay
La pintura, titulada 'La Esperada' (Die Erwartete), no muestra a nadie whatsappeando
¿Una pintura de mediados del siglo XIX donde se muestra a una joven chateando desde su iPhone? ¿Eso es posible? Ferdinand Georg Waldmüller, pintor y escritor austriaco conocido por sus pinturas naturalistas, es el autor de esta pintura peculiar de una joven caminando por un pequeño camino de tierra entre árboles. En principio no hay nada raro en la imagen, hasta que miras a sus manos y ves... ¿un iPhone?
Cada cierto tiempo aparece un cuadro, una pintura, o una foto de hace 100 años en la que se vislumbra un dispositivo que era materialmente imposible que existiese en esa época. Muchos fans de las teorías de la conspiración se aprovechan de esto. El propio Tim Cook sintió un vuelco cuando se topó con una pintura similar donde no podía creer lo que veía: un iPhone en pleno 1670. La realidad es que esta pintura no demuestra existencia de viajeros en el tiempo. Significa otra cosa.
¿Es un iPhone? Nuestro cerebro nos hace creer que sí
Lo que sucede en estas imágenes es, fundamentalmente, fruto de la poca resolución de las cámaras de antes y la falta de claridad en pinturas, una dosis de sesgo confirmatorio y costumbre. Es exactamente lo que sucedió con el cuadro de “La Esperada”, en el que muchos afirman ver un iPhone en manos de una niña que va caminando por el monte.
El sesgo de confirmación es una tendencia natural que tenemos todos y que nos lleva a darle mayor valor a aquellas teorías, datos y tesis que refuercen una idea que previamente teníamos en la cabeza. Por ejemplo, si creemos que la situación económica de España está bien, de presentársenos dos gráficos completamente opuestos relacionados con la materia, tenderemos a dar mayor credibilidad a aquel que diga que, efectivamente, la economía va bien. Y despreciaremos en gran medida el otro.
Dice la psicología que la apofenia es una "tendencia humana a percibir patrones, conexiones o significados en datos aleatorios o situaciones que, en realidad, carecen de relación causal". Y esto sucede en todos los aspectos de la vida. Cuando se nos presenta un cuadro como este en el que parece que pudiera haber un iPhone, en el fondo queremos que lo haya. Porque es lo interesante, lo “morboso”. Esperamos que sea cierto y, por tanto, tenemos ese sesgo del que hablábamos, y cada vez que lo miramos tenemos más claro que es un teléfono de Apple.
Aquí se da también una cierta conjunción de astros, en tanto que es cierto que la chica tiene puestos los dedos sobre ese objeto misterioso como si estuviese utilizando un teclado para enviar un WhatsApp. Estamos tan acostumbrados a hacerlo, que ver esa postura de manos automáticamente hace que nos venga a la cabeza el escribir en un iPhone, lo que favorece aún más nuestro sesgo de confirmación.
La realidad sobre 'La esperada'
Este lienzo, disponible para disfrutar en la Neue Pinakothek de Múnich, Alemania, posee una serie de matices muy interesantes. Por ejemplo, escora la figura principal a la derecha dentro del plano medio del cuadro, creando una sensación de movimiento y expectativa. El joven escondido, casi imperceptible al principio, agrega un elemento narrativo, sugiriendo un inminente encuentro romántico. Sin embargo, el contraste entre los colores vibrantes del entorno rural y los tonos más suaves de la figura femenina transmiten cierta desazón. Este juego de contrastes de luz y sombras era clave en el romanticismo y la representación de lo cotidiano.
Lamentablemente, para quienes esperaban que efectivamente se tratase de un iPhone —y el mundo entrase en caos—, no lo es. Parece ser que lo que lleva esta chica en las manos es un pequeño libro de oraciones yendo de camino a misa. Era bastante habitual en la época, y sigue siéndolo, sobre todo para los más jóvenes, que todavía no se saben todas las plegarias y se las llevan apuntadas para poder seguir su rito religioso con normalidad.
En propio director de la galería, Gerald Weinpolter, ha aclarado a Vice que no es un smartphone ni nada que se le parezca. "La niña de este cuadro de Waldmüller no está jugando con su nuevo iPhone X, sino que se dirige a la iglesia con un librito de oraciones en las manos". Habría sido muy interesante que estuviésemos ante un misterio mucho mayor, pero la realidad impone descartar este tipo de enigmas sin sentido.
Portada | Hajotthu/Wikimedia Commons
Una versión más antigua de este artículo fue originalmente publicada el 21/08/2023.
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