El Efecto 2000 causó estragos. Menos a Apple. En otras empresas tecnológicas, el miedo al colapso era real. Aunque más que un pavor era incertidumbre: ¿y si todo falla, y si la tecnología deja de funcionar? ¿Qué será de todas esas máquinas de soporte vital, la pila de los marcapasos o los relojes que controlan presas hidráulicas o centrales eléctricas? Por suerte, no paso nada. O casi.
Qué fue el efecto 2000
En la práctica, el Efecto 2000 se resume en lo siguiente: las máquinas de poca memoria, al resetear su contador de dos dígitos, sufren una especie de reinicio creyendo que pasan de 1999 a 1900. Fallos sistémicos provocados por un reloj mal calibrado. Para colmo, el año 2000 era bisiesto, así que todo lo anterior convivía con el miedo de que algunos equipos no reconocieran esta variable.
Y aunque en la práctica el tejido social ni se inmutó y la mayoría de ciudadanos no tuvimos constancia de cambio alguno, varias entidades bancarias, equipos antiguos y miles de móviles borraban datos antiguos, sobreescribiendo sobre lo nuevo sobre lo viejo. La DGT anunció que los parquímetros de varias ciudades sufrieron fallos y 30 millones de tarjetas dejaron de estar operativas en el Espacio Económico Europeo. Hasta un buen puñado de reactores nucleares sufrieron un apagón temporal.
España invirtió una fortuna para evitarlo: el equivalente en pesetas a 5.000 millones de euros. Casi podía escucharse exhalar una bocanada de aire cuando, por fin, las campanadas dieron las 00:00 del 1 de enero del año 2000 y cientos de sistemas informáticos periféricos —desde fichas de pacientes en hospitales hasta redes locales y equipos centralizados— operaban con normalidad.
Apple no tenía de qué preocuparse
"Puede que no hayamos hecho todo bien, pero al menos sabíamos que el siglo iba a terminar".
Con la bravuconería habitual de aquellos días, Apple dejó bien claro que ninguno de sus equipos fallaría pasada la medianoche del 31 de diciembre de 1999. "Un producto de Apple que cumple con el año 2000 no producirá errores al procesar datos de fecha", decía la compañía en su artículo recogido el 23 de abril de 1999. ¿Caos y destrucción? No en casa de Steve Jobs.
Más aún, todos los ordenadores Macintosh, desde el primer Mac 128K lanzado en enero de 1984 por 2.495 dólares hasta el más reciente de aquellos días, el iMac G3, estaban preparados para la hecatombe: "la mayoría de las aplicaciones de Mac pueden manejar fechas generadas internamente correctamente hasta el año 29,940". No podemos imaginarnos cómo será el mundo para entonces, pero estamos bastante convencidos de que Apple será otra cosa. Igual ChatGPT podría imaginarlo.
¿Y qué hay del Efecto 2038?
Ahora bien, esta declaración se hizo en tiempos de OS 9 y, desde entonces, muchas reglan han cambiado. De hecho, el auténtico problema está por llegar. El Efecto 2038, Y2K38 para las máquinas, está a la vuelta de la esquina. Todos los sistemas de 32 bits basados en Linux no parcheados volverán al año 1901. La razón es obvia: los sistemas de 32 bits no pueden tener más de 2.147.483.647 valores positivos superiores a cero.
Hablamos de todas las versiones anteriores a OS X 10.6 Snow Leopard y todos los equipos anteriores al uso de procesadores Intel, que no son pocos. Desde entonces se ha venido trabajando con distintas soluciones. Los datos podrían multiplicar su tamaño, desbordando la memoria caché y haciendo colapsar a millones de equipos. O eso dijo la propia Apple, muy consciente de este problema, cuando publicó La guía de transición a los 64 bits.
Una vez más, este es un problema con el que la gran mayoría de la población no tendrá que lidiar. Pero tengamos bien presente que no todo el mundo disfruta del ultimísimo equipo de 64 bits, de un Macbook Pro con chip M2. Hay quien todavía trabaja con un Windows XP. El progreso, no pocas veces, impone restricciones.
Imágenes | Unsplash (Christopher Gower, Quaritsch Photography)
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