"No puede tener nada de carne. Te haré una lista exacta del tipo de comida que queremos servir. No te puedes salir de este menú y cada cambio tenemos que hablarlo personalmente". En 1981, Jonathan Rotenberg llevaba ya meses negociando con una de las chef estrella más reconocidas de Boston, Odette Berry. La cena no debía tener ni un plato equivocado. "¿Quien viene? ¿El presidente?". Rotenberg la miró algo estresado. "No. Steve Jobs".
El chico sólo tenía 18 años, pero era una mente inquieta por la informática y un apasionado del mundillo. Siendo aún adolescente fundó el Boston Computer History Society, que acabó convirtiéndose en una de las mayores organizaciones de usuarios de ordenadores personales del mundo. En aquella época pocos hablaban de informática, y la capacidad de Rotenberg de reunir a aquella gente tan dispersa atrajo mucho miradas: entre ellas las de Bob Washburn - un gerente de ventas regional que trabajaba en una prometedora compañía de ordenadores llamada Apple Computer Inc.
"Quiero que vengan Steve Jobs y Wozniak"
Rotenberg pretendía que los dos fundadores de Apple hablaran en su evento de tecnología centrado en la marca, llamado "Applefest". El chico lo organizó todo con 18 años pero aquello no era cualquier cosa: fue la primera feria de informática específica de Apple y la primera plataforma desde la que IDG (International Data Group) lanzó algo llamado MacWorld Expo. ¿Os suena? Es donde en 2007 el propio Steve Jobs presentó el iPhone.
La asistencia de las dos cabezas visibles de Apple no fue la única gran presencia del evento. Entre ellos estaban nada más y nada menos que el editor de tecnología del Wall Street Journal, Dick Schaffer; el fundador de la revista Inc. Magazine, Bernie Goldhirsh y el reportero de tecnología del Boston Globe. Sin embargo, a quien Rotenberg había estudiado al detalle era su ídolo de la infancia, Steve Jobs. Se podría decir que había organizado todo aquello para conocerlo a él.
La chef Odette y aquel chico habían organizado una cena de siete platos exquisitamente elegantes e innovadores. Un menú absolutamente vegetariano y especialmente diseñado para Jobs. "No será una cena vegetariana de hippies. Cada plato será extremadamente elegante y único".
El secreto del hombre de los secretos
Cuando comenzó la cena, Jobs entendió que aquel joven de 18 años no era el típico chico de su edad. Sus inquietudes, curiosidad y capacidad por entender las excentricidades y el listón tan alto que él mismo tenía, le llamaron la atención. Su ambición y el gusto extremo por los detalles, también.
Los platos de aquel menú eran casi una oda a la primavera: verduras recién cosechadas, frescas, fragantes... La chef y el organizador impresionaron a los invitados. Sin embargo, Rotenberg se guardaba un as bajo la manga. Un secreto sobre Steve Jobs que pocos conocían entonces.
Cuando Apple empezó a cosechar éxito, el nombre llamó mucho la atención. Obviamente, nombrar a una compañía de tecnología como una fruta no era muy habitual - extendiéndose la leyenda urbana de que la manzana era la fruta favorita de Steve Jobs. Sin embargo, esto no era del todo cierto (le gustaban sí, pero no tanto como pensaba la gente): a pesar de que Jobs había sido "frutariano" durante varios años, casi nadie sabía que su auténtica fruta favorita era la fresa - algo que por alguna razón (quizás por seguir alimentando la mitología de las "manzanas") Jobs llevaba como un secreto.
Es por ello que el chico le pidió a la chef que elaborara algo único con fresas, algo innovador: más parecido a una pequeña obra de arte compuesta por esta fruta que a un plato de comida. Cuando este plato llegó a la mesa, Rotenberg no dejaba de mirar la cara de Jobs, que sonrió ampliamente y miró al chico al ver aquello. "Oímos que te gustan las fresas...", le dijo. A continuación, Jobs se puso una generosa ración en su plato sin dejar de sonreír al entender el guiño.
Un paseo con Steve Jobs y una reunión en California
Todo aquello concienció a Jobs sobre la valentía y la exhaustividad de aquel chico. Después de la cena, los invitados fueron a la casa de los padres de Rotenberg en Beacon Hill. "A tomar unos licores y unos Biscotti, un clásico dulce de las sobremesas". En realidad el plan del joven Jonathan era encontrar un momento para hablar con Jobs a solas, y el futuro de Applefest.
Caminaron juntos, y aquel chico de 18 años encandiló a un Jobs resabiado de otros vendedores del valle, mientras escuchaba los retos y todo lo que podría hacer si le permitía contactar con el departamento de marketing de Apple. Jobs le regaló una pluma de oro con el logotipo de Apple y lo cogió por el hombro, mientras caminaban por aquella calle: "¿Podrías llamar a mi asistente la semana que viene? Quiero que vueles a California para que podamos sentarnos tranquilos y hablar de esto" - le dijo Jobs.
Tres años después, el hito tecnológico de aquel enero de 1984 - el Macintosh - hacía su primera aparición pública en el mundo. Y fue, ni más ni menos, que en el Boston Computer History Society - con un jobs pletórico rodeado de su equipo de genios luchando contra el gigante azul. La amistad de Rotenberg y Jobs duró varios años más: sobre todo lo que ocurrió en ese tiempo entre ellos, Jonathan está escribiendo un libro que saldrá próximamente llamado "Mi profesor, Steve Jobs".
Una versión más antigua de este artículo fue originalmente publicada el 26/03/2023.
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