Aunque en España ya estamos en sábado, al otro lado del Atlántico, en la pequeña ciudad de Palo Alto en el condado de Santa Clara, California, aún tienen por delante las últimas horas del viernes 7 de octubre, día escogido por la familia de Steve Jobs para celebrar su funeral en la más absoluta intimidad. Un pequeño evento sólo para los más allegados cuyo emplazamiento ha sido mantenido en secreto por respeto a la privacidad de Jobs y su familia.
Mientras, en la acera junto a la casa en la que era esposo y padre, sus vecinos han ido dejando ramos de flores, coronas y por supuesto, manzanas. Para ellos, Steve no era solo un icono, también era el tipo que vivía calle abajo. Lisen Stromberg escribía en el artículo My Neighbor, Steve Jobs (mi vecino, Steve Jobs) cómo lo veía pasear cogido de la mano de su mujer, cómo la recibió una vez en su jardín, transformado en una casa del terror una noche de Haloween, disfrazado de Frankenstein. “Yo caminaba con mi hijo, Steve sonrió y dijo, ‘Hola Lisen’. Mi hijo pensó que yo era la mejor mamá de la ciudad cuando se dio cuenta de que Steve Jobs me conocía. Gracias por los puntos extra Steve”.
Apple ha informado de que no hay ningún servicio público previsto, aunque Tim Cook escribió a sus empleados el pasado miércoles tras el fallecimiento del cofundador de la compañía esa misma mañana, hablándoles de un evento dirigido a ellos que están organizando y que tendrá lugar muy pronto, en el que podrán “celebrar la vida extraordinaria de Steve”.
Vía | The Wall Street Journal
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