Como de costumbre, el peor enemigo de la keynote ha sido nuestras propias expectativas. Sabíamos que Steve Jobs no estaría sobre el escenario a causa de su enfermedad, sabíamos que la crisis está apretando al sector tecnológico con especial dureza y también sabíamos que sería la última keynote de Apple en una Macworld (tendremos que acostumbrarnos a las keynote sorpresa mientras rezamos para que no nos toquen la de la WWDC). Pese a esto muchos esperábamos, aun engañándonos a nosotros mismos, un "One last thing" que supusiera un golpe sobre la mesa, un subidón de adrenalina maquera que nos alegrara el día e hiciese que levantásemos instantáneamente el teléfono para comentar emocionados lo nuevo de Apple.
Pero no, lo nuevo de Apple ha sido la (¿anticipada?) renovación de sus paquetes de aplicaciones iWork e iLife, el Macbook Pro de 17 pulgadas que debería de haberse lanzado junto a resto de portátiles el pasado 14 de octubre y la rendición de la compañía a las presiones de las discográficas para ofrecer una política de precios flexible en iTunes endulzada con la muerte anunciada del DRM (aunque sea con cargo a los consumidores). ¿Suficiente? Dadas las circunstancias, probablemente, pero a mi me ha faltado carne sobre el asador.
La lista de productos desactualizados es demasiado grande y va mucho más allá de los Mac Mini o el iMac, abarcando también los Mac Pro, Xserve, el resto de Cinema Displays y hasta el mismísimo iPhone. Tal vez Pedro tenga razón y la última Macworld de Apple no fuese el lugar ideal para desplegar los fuegos artificiales, tal vez debamos concederle el beneficio de la duda a Philip Schiller (mucho más carismático pese a la opinión general que Jonathan Ive o, faltaría más, Scott Forstall) o sencillamente, debamos esperar que con la primavera volverán las sorpresas de la mano de un (esperemos que recuperado) Steve Jobs.
Es difícil predecir los movimientos de una compañía tan hermética como Apple especialmente en un año de transición económica como este que empieza, pero aún así, con la lista de tareas pendientes que he mencionado antes en cuanto a hardware y la promesa del lanzamiento de Snow Leopard a mediados de año la cosa no pinta demasiado mal. Es una cuestión de números y cuanto más parada esté todo ahora, más tendrán que pisar el acelerador luego, esté o no disponible para presentaciones nuestro CEO preferido. Eso sí, aunque no dudo de que exista un futuro sin él para Apple, pienso que será un futuro más aburrido, con menos chispa.
Llamadme tonto, pero echo de menos mi dosis keynotera del campo de distorsión de la realidad... son demasiados años y ninguna adicción es fácil de superar.
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