...O por qué una imagen vale más que mil demandas. Si no habéis vivido en un búnker las últimas semanas seguramente estaréis al tanto del cruce de demandas que están intercambiado Apple y Samsung como punta de lanza de una guerra que parece tener dos bandos bien definidos: las compañías afines a Android y aquellas que por un motivo u otro desean pararle los pies. En un lado, Google, Samsung, Motorola y HTC como principales baluartes del sistema operativo móvil basado en Linux; en el otro, Apple y Microsoft como púgiles más directos en un combate en el que Nokia y Oracle también han asestado algunos ganchos de derecha.
Los primeros acusan a los otros de querer poner freno a la innovación, de preferir competir en los tribunales en lugar que en las tiendas. Los segundos por supuesto no pueden estar más en desacuerdo y aunque cada uno tiene tiene su propio enfoque (desde el “si utilizas mis patentes, paga por ellas” de Microsoft hasta el “simplemente no quiero que utilices ninguna de mis patentes” de Apple) al final todo se reduce a una lucha por el dominio del pujante sector de los teléfonos inteligentes. Dinero, vil dinero. Tanto unos como otros, no os engañéis. En esta historia no hay príncipes azules.
Pero esta tampoco es la historia de un maléfico eje de compañías que quieren aguarle injustamente la fiesta a Google. No estamos ante un caso como el de Nathan Myhrvold (famoso troll de las patentes) y su compañía Intellectual Ventures, dedicada exclusivamente a demandar a otras empresas por desarrollar productos patentados, pero nunca desarrollados por ellos. No, Apple sí que pone en la calle la tecnología que patenta y desarrolla. ¿En Cupertino son unos santos? Desde luego que no. Pero como decía al principio, una imagen vale más que mil demandas y si la que encabeza este artículo no os parece suficiente, tal vez las siguientes os hagan ver las cosas desde otro ángulo.
Haciendo un poco de memoria
Google adquirió Android en 2005, dos años antes del lanzamiento del primer iPhone el 29 de junio de 2007, pero ojo, esta es la pinta que tenían los prototipos de Android en diciembre de 2007. El HTC Dream, el primer teléfono que se comercializaría con la primera versión pública de Android no llegaría al mercado hasta el 22 de octubre de 2008, tres meses después del lanzamiento del iPhone 3G, la segunda generación del teléfono de Apple.
Apple no inventó los teléfonos táctiles con el iPhone, simplemente los reinventó, y lo que hasta aquel entonces había sido un capricho con más inconvenientes que virtudes pasó a convertirse en algo imprescindible que reescribía las reglas de juego y que ha llevado a la compañía de Cupertino a convertirse en el mayor fabricante de smartphones del mundo. Google lo supo de inmediato. Sólo así se explica el giro de 180 grados hacia el sendero trazado por Apple que supone cualquier teléfono Android disponible desde aquel primer modelo de HTC respecto a aquellos prototipos de 2007 contemporáneos al primer iPhone y que no eran sino un reflejo de los que hasta aquel entonces marcaban el ritmo: BlackBerry y Windows Mobile.
De este modo, no es que las patentes, esos seres malignos peores que el Ébola, estén atacando a Android. Es que las compañías rivales cuyas patentes ha violado Google quieren cobrarse finalmente su venganza. No se puede acusar a Apple o Microsoft de confabularse sin motivo contra Android tildándolos de anticompetitivos mientras defiendes la estrategia de Google del “todo gratis”. Una estrategia que lejos de ser la de un Robin Hood moderno, tan solo busca imponer su plataforma publicitaria en el suculento negocio de la telefonía móvil. Repito, aquí nadie es una ONG.
¿Os acordáis cómo era el mercado de los tablets antes de la llegada del iPad? Como en el caso del iPhone, Apple no inventó los tablets, los reinventó y luego, todo el mundo ha querido subirse al carro con el disimulo de un elefante en una tienda de cacerolas.
¿Cuestión de tamaño?
Un último aspecto del que también se está hablando mucho a cuento de todo este asunto es lo que respecta a la cartera de patentes de las diferentes compañías, especialmente ahora que Google se ha hecho con la división móvil de Motorola. Nuevamente, Google argumenta que no es correcto que Apple y Microsoft se haga con la cartera de patentes de Nortel, una importante empresa de telecomuicaciones que quebró en 2009; una cartera por la que ellos también pujaron. Eso no es correcto. ¿Pero si hubiesen ganado ellos la subasta sí lo sería?
Bien, como podréis comprobar en esta gráfica, Apple está lejos de acercarse ni tan siquiera al número de patentes de algunas de las compañías a las que está demandando (con Samsung a la cabeza, tanto de la empresa con más patentes del sector como de demandas recibidas por Apple), pero desde luego este dato no parece preocupar a los abogados de la manzana. Ni ese, ni el volumen de patentes de Motorola (ahora Google), el cual tampoco ha impedido demandas anteriores. Quizás no sea una cuestión de cuanto patentas sino de lo que patentas.
iOS tampoco es un caballo blanco y muy posiblemente muchas de las innovaciones introducidas a petición popular versión tras versión se inspiran tanto en sus competidores como estos lo hicieron imitando el paradigma de Apple. ¿Acaso no es el Centro de Notificaciones de iOS 5 una versión más vistosa del de Android? La diferencia es que Apple posiblemente no tenga ningún problema en pagar una licencia al inventor de este tipo de sistemas (aunque en este caso concreto, muy probable al final de la cadena encontremos una licencia BSD como la de Growl, el sistema de notificaciones para Mac OS X y Windows anterior a Android e iOS) mientras que la estrategia de Google y el resto de integrantes de la Open Handset Alliance es más bien la de “cojo esto lo licencien o no y lo ofrezco gratis indignándome si luego me dicen algo”.
Al final, son los juzgados los que tienen la última palabra en una guerra en la que, como en todas las guerras, no todo es tan sencillo como quién es el bueno y quién el malo, y en la que desgraciadamente también habrá alguna que otra víctima colateral. Crucemos los dedos para que los usuarios (independientemente de la plataforma que utilicemos) no paguemos demasiado el pato.
Vía | 9to5Mac y Daring Fireball
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