Durante los últimos días han aflorado un buen número de artículos, muchos de ellos más sensacionalistas y oportunistas que otra cosa, que vuelven a poner a Apple en el candelero a causa de los últimos suicidios de trabajadores de Foxconn, el proveedor chino encargado de fabricar buena parte de los productos de la manzana (como el iPhone o el iPad) ademas de los de otras grandes marchas de electrónica de consumo como Nokia, Dell o HP. Es evidente que se trata de unos sucesos desgraciados y lamentables, pero también lo es que la mayoría de voces que exigen a Apple tomar cartas en el asunto o incluso la acusan de ser directamente responsables de estas muertes trivializan un tema que requiere una análisis más profundo.
Es sencillo opinar de cualquier tema aun sin conocer la realidad que lo envuelve; todos lo hacemos a diario, blogs, medios tradicionales y también lectores, pero a veces conviene respirar hondo e investigar un poco antes de enzarzarnos en una espiral de acusaciones (o justificaciones) baratas. Este tema es uno de ellos así que empecemos por los hechos.
En lo que llevamos de año se han producido siete muertes en las factorías del fabricante de origen taiwanés y solo en el último mes cinco trabajadores han tratado de quitarse de la vida resultando dos muertos tras lanzarse al vacío desde uno de los edificios de la compañía. Estas cifras resultan alarmantes a los ojos de cualquiera pero la compañía tiene unos 800.000 trabajadores y más de 300.000 se congregan en la planta de Shenzhen en la que se produjeron los últimos incidentes.
Comparando estas cifras incluso con los datos más conservadores (y desactualizados) de la Organización Mundial de la Salud que estima una ratio de 14 suicidios por cada 100.000 personas residentes en China, queda bastante claro que la situación de Foxconn, lejos de ser escandalosa, situa a la compañía muy pero que muy por debajo de la media nacional. Y lo peor es que ni tan siquiera China tiene una tasa de suicidios tan alarmante comparada con el resto de países, ocupando la posición 26 en tan trágico ranking muy por debajo de otros países como Francia, Bélgica, Rusia o Japón.
“El mayor problema surge del hecho de que la mayoría de periodistas no saben examinar críticamente las estadísticas. Ellos siguen a la manada, lo que a menudo significa dar números sin ofrecer a los lectores un contexto que les de sentido. Esperemos que el publico se despierte ante el hecho de que no hay nada malo en Foxconn y exija que los periódicos actúen más responsablemente y comiencen a ofrecer algún contexto cuando decidan lanzarse a su próxima investigación de suicidio empresarial.” – Patrick Mattimore del Institute for Analytic Journalism
Foxconn cuenta con 70 psicólogos y 100 voluntarios entrenados para ayudar a prevenir los suicidios, ofreciendo a sus trabajadores unas condiciones muy superiores a las de muchas otras factorías chinas. ¿Por qué nadie se preocupa de todas esas pequeñas fábricas de las que ninguno hemos oído hablar y que no están sujetas a un escrutinio constante? ¿Será por que esa noticia no vende periódicos si no va asociada a una marca conocida? Ya sabéis lo que dicen… “No dejes que la realidad te estropee una buena noticia” (y por buena, los medios normalmente se refieren a mala, cuanto más trágica mejor).
¿Está Foxconn libre de culpa? En este asunto al menos parece que sí, pero en todas partes cuecen habas. Preocupante es el caso de Sun Danyong, el trabajador de 25 años encargado de enviar los prototipos de iPhone a Apple que se suicidó el pasado mes de julio, tres días después de informar que había perdido una de las 16 unidades que se le habían confiado. Los rotativos chinos indicaron que Sun había sido golpeado durante su interrogatorio, que su casa había sido registrada sin autorización y que estuvo retenido en una habitación sin comunicación. Tanto la compañía como las autoridades locales investigaron el caso y el jefe de seguridad, Gu Qinming, terminó siendo despedido. Esto sí que es grave, lo demás es hipocresía y demagogia.
Como en los casos anteriores, en esta última oleada de suicidios las compañías relacionadas a Foxconn no han permanecido impasibles, apresurándose a proteger lo más valioso que hay para ellas, que su imagen de marca permanezca inmaculada. Afortunadamente esta preocupación juega a favor de los trabajadores y aunque en realidad se trate de un efecto colateral, al final también resultan beneficiados de una postura que como ya he dicho, no nos engañemos, parte del principio de autopreservación.
“Nos entristece y preocupa los recientes suicidios en Foxconn. Estamos en contacto directo con los altos cargos de la compañía y creemos que se están tomando este asunto muy en serio. Un equipo de Apple está evaluando de forma independiente las medidas que están tomando para hacer frente a estos trágicos acontecimientos y continuaremos con nuestras inspecciones en curso sobre las instalaciones donde se fabrican nuestros productos.” – Apple
“Esperamos que nuestros proveedores empleen los mismos altos estándares que tenemos en nuestras propias instalaciones. Hacemos cumplir estas normas a través de una variedad de herramientas, incluyendo el código de conducta de la Industria Electrónica, las inspecciones a los proveedores, auto-evaluaciones y auditorías.” – Dell
Quisiera terminar con algunas ideas extraídas de un interesante reportaje encubierto realizado por Liu Zhiyi para el periódico chino Southern Weekend. Zhiyi pasó 28 días trabajando en Foxconn para investigar los últimos sucesos pero en lugar de escribir una historia sobre la fábrica vista desde dentro, ha terminado haciéndolo sobre el destino de toda una generación de trabajadores.
“Trabajar encubierto 28 días tuvo un fuerte impacto en mí. No se trataba de averiguar cómo murieron, sino de aprender cómo habían vivido”
El perfil básico de un trabajador de Foxconn (y de muchas otras empresas de este tipo, no solo en China, sino en toda Asia) es el de un joven de unos 20 años que acepta de buena gana echar entre 60 y 100 horas extra al mes para transformar su paupérrimo salario base de 900 yuanes (poco más de 100 euros) en algo decente que les permita cumplir algún día su sueño de regresar a su localidad natal con lo suficiente como para abrir algún pequeño negocio. Durante su estancia en la fábrica como una pieza más de la mecánica cadena de montaje, los trabajadores se enfrentan a una soporífera rutina que poco a poco los va erosionando pero el verdadero problema reside en la inexistencia de lazos e interconexiones emocionales. Los trabajadores se despiertan, trabajan, comen y vuelven a los dormitorios sin llegar a conocer con frecuencia a quien comparte la cama de al lado.
La super fábrica de Shenzhe no explota a sus cerca de 400.000 trabajadores como la mayoría se imagina. Ofrece las comodidades de una ciudad de tamaño mediano, todo armónico y ordenado. En comparación con otras, las instalaciones de aquí están bien equipadas y son superiores, tratando a los empleados según las especificaciones estándares. Miles de personas se reúnen aquí todos los días sólo para encontrar un lugar propio, para encontrar un sueño que probablemente nunca se hará realidad.
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