La pantalla retina del iPhone 4, aunque su novedad sea sencillamente una densidad de píxeles mucho mayor a lo que estábamos acostumbrado, ha causado un buen revuelo. Ya es de suponer que el próximo iPod touch lleve una pantalla como la del iPhone 4, y por supuesto la próxima gama de iPods tampoco saldrá indemne de este cambio. Un iPod nano o classic con una pantalla retina no estaría nada mal, ¿no creéis?
Pero entonces llega el momento en el que empiezas a pensar en las pantallas grandes, como las que usamos en el iPad, los portátiles o incluso las pantallas de los iMac y la LED Cinema Display. ¿Qué pasaría si esas pantallas heredasen las propiedades del iPhone 4?
Dejando a un lado que estas pantallas serían mucho más caras que las actuales, pasaríamos a tener un iPad con una pantalla FullHD, un MacBook de 13 pulgadas con algo similar mientras que el modelo de 15 y 17 incluirían resoluciones nunca vistas hasta ahora, y ya no quiero ni imaginarme cuántos píxeles podrían incluir las pantallas del iMac de 21,5 pulgadas y el de 27.
Pantallas retina: ¿resolución demasiado alta para ordenadores?
Pero cuidado: fijémonos por ejemplo en las pantallas de alta resolución del MacBook de 15 pulgadas (1680×1050 píxeles, antes presentes en los iMacs de 20 pulgadas) o el de 17 pulgadas (1920×1200 píxeles, antes presentes en las pantallas de 24 pulgadas). Estamos hablando de resoluciones que antes estaban en grandes pantallas y que ahora se han trasladado a paneles más pequeños en portátiles.
Seguro que habréis oído como mínimo a una persona que al ver el MacBook Pro de 17 pulgadas habrá dicho que aunque la resolución es fantástica, es demasiado grande para sólo 17 pulgadas y en consecuencia todo se ve demasiado pequeño. Con la tecnología de la pantalla retina esa resolución sería aún mayor, y las ventanas se verían todavía más pequeñas.
Es en este punto cuando uno se acuerda del revuelo que montó una funcionalidad que en principio iba a presentarse con Leopard para luego mencionarse para Snow Leopard: la independencia de la resolución. Es decir, convertir todos los gráficos del sistema en formato vectorial y no tener que depender de la resolución de la pantalla para mostrar los gráficos. El resultado es que el usuario puede, al mismo tiempo, disfrutar de una enorme densidad de píxeles en pantalla y ver los elementos de la interfaz del sistema al tamaño que él quiera sin sacrificar calidad.
Y francamente, tras usar unos días la pantalla del iPhone 4, en el resto de pantallas veo píxeles por todas partes y me doy cuenta del potencial real que tiene este nuevo avance. Es por eso que una buena posibilidad a añadir para el sucesor de Snow Leopard, Mac OS X 10.7, sea esa independencia de resolución que podría ir paralela con una serie de actualizaciones de la gama Mac hacia unas pantallas de resoluciones que hasta ahora sólo podíamos imaginarnos.
En este hipotético escenario, ya no miraríamos la resolución para calcular cuántas ventanas podrían caber una al lado de la otra en la pantalla: dejaríamos de hacer eso para calcular a qué “resolución virtual” podríamos configurar nuestras ventanas, a nuestro gusto, para poder distribuirlas como nosotros queramos. Veríamos las imágenes y los vídeos a su resolución natural, pero la interfaz de las ventanas estaría aumentada de forma que la seguiríamos viendo optimizada.
Son cambios que pueden venir, aunque con la LED Cinema Display de 27 pulgadas recién salida del horno, temo que son cambios a largo plazo. Además, tenemos que ver qué cambios son los que traerá Mac OS X 10.7, sobretodo esa ‘nueva funcionalidad revolucionaria’ de la que habla en una entrevista de trabajo que publicó Apple hace poco tiempo.
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