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iPhone 4. Crónica de una pantalla rota tras 30 días de uso

Hace una semana tuve la imperiosa necesidad de comprobar por mi mismo la tercera ley de Newton cuando accidentalmente estrellé mi iPhone 4 contra el duro suelo del casco antiguo de mi ciudad. La keynote de Apple pasó ante mis ojos en una fracción de segundo junto a aquel vídeo del proceso de fabricación del teléfono donde aparecía la nueva pantalla protegida gracias a la increíble resistencia y flexibilidad del Gorilla Glass. Lo siguiente que recuerdo es recoger el teléfono del suelo y pensar “Ya la has liado”.

En efecto, ni todos los simios del mundo evitaron que la pantalla de mi iPhone 4 terminase destrozada, funcionando sin problemas eso sí, pero con suficientes fracturas como para partirle el alma a uno (el alma y el bolsillo, con la inversión aún reciente en el extracto bancario). Se ve que me había tocado. Primero mi novia rompe la pantalla del iPhone 3G con el golpe más tonto del mundo a los pocos meses de regalárselo pese a que yo había tirado el mio al suelo sin consecuencias más veces de las que podría recordar; y ahora, la primera vez que se me escapa de las manos, termino acordándome de Jobs, Ive y el mismísimo Isaac Newton.

Mis alternativas eran pocas: aguantarme con un teléfono que funcionaba pero que me estaba causando una úlcera cada vez que lo miraba o liarme la manta a la cabeza y pasar por caja. No había contratado ningún seguro y ninguna garantía del mundo cubre este tipo de incidentes así que, tras llamar a Apple me informan que la franquicia de reparación del iPhone 4 es de 210 euros independientemente del alcance de los daños. Si no lo pueden reparar, me darán uno nuevo por el mismo coste.

AppleCare, un servicio impecable

No creáis que me hacía demasiada ilusión gastarme 200 euros así como así, pero tras dirigirle una rápida mirada al estropicio, le confirmo al técnico de Apple que adelante; pasaremos por caja. La solicitud de reparación la hago un viernes; el lunes pasa por mi casa un mensajero de UPS para recoger el teléfono (hay que entregarlo sin accesorios ni tarjeta) y enviarlo sin coste adicional al centro de reparaciones de Apple dentro de una caja especial que el propio mensajero trae y que presumiblemente evitará males mayores.

El miércoles de esa misma semana, dos días más tarde, recibo un correo electrónico informándome de que ya han recibido el terminal. Horas más tarde vuelvo a recibir otro correo. Parece que les sale más rentable enviarme un iPhone nuevo que reparar el mío y me informan de que me lo enviarán al día siguiente.

Dos días después, el viernes, una semana exacta tras mi primera y única llamada a Apple (el seguimiento de todo el proceso de reparación y la situación de los envíos puede hacerse cómodamente a través de la web de la compañía), recibo un nuevo iPhone 4 de 32 GB dentro de la caja que veis en las imágenes. Mi consuelo es que al menos esos 210 euros (168 más el 18% de IVA y 10 euros de transporte) me han valido para un terminal completamente nuevo en lugar del mio reparado. Eso, y el buen sabor de boca que te deja un servicio técnico que funciona como la seda.

¿Conclusión? Cuida tu iPhone como oro en paño. Su diseño en acero y cristal puede ser precioso pero créeme, la resistencia a impactos no es uno de sus puntos fuertes. Estoy bastante seguro de que un bumper habría absorbido el choque y evitado probablemente el estropicio pero aunque ya se lo he puesto, intentaré a toda costa NO poner a prueba mi teoría.

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