iBookstore, la tienda de libros electrónicos de Apple en España quince meses después de su lanzamiento (Segunda parte)

Continuamos con nuestro análisis de la situación de la iBookstore en España justo en el punto donde lo dejamos, la ley española del precio fijo. Podríamos pensar que siempre es mejor vender un libro caro y al mismo precio que los demás que no venderlo, pero aquí no estamos hablando únicamente de precios finales, también hablamos del reparto de porcentajes para la tienda, el editor y el autor.

Cuando Apple entró en el negocio de los libros electrónicos acordó con las editoriales estadounidenses elevar el precio de las novedades y los bestsellers hasta los 12,99 y 14,99 dólares, pero no sólo en su iBookstore, sino también en la tienda de Kindle obligando a Amazon a dejar atrás los sugerentes 9,99 dólares que marcaban hasta entonces.

El motivo de esto podría encontrarse en ajustar los precios a los porcentajes habituales de Apple (70/30), no necesariamente los mismos que se aplicaban hasta entonces, repercutiéndolos directamente sobre el precio final. Pero claro, una cosa es vender los libros electrónicos por 14 euros y otra muy distinta hacerlo a ese precio cuando tus vecinos los tienen a 10. En España los precios establecidos para los libros electrónicos ya disponibles son inamovibles y parece que ninguna de las partes está dispuesta a dar su brazo a torcer.

Apple tiene como medidas de presión el historial de éxitos de la tienda iTunes y un iPad que domina sin resistencia el mercado y sigue vendiéndose como pan caliente desde su lanzamiento. Las editoriales, el control sobre el producto, aunque con unas cifras ridículas en el terreno digital y unas perspectivas no demasiado halagüeñas de cara a su futuro inmediato. Hemos intentado contactar con las principales editoriales para conocer de primera mano el estado de las conversaciones pero la mayoría ha declinado hacer comentarios, y las que lo han hecho no han sido con palabras precisamente tranquilizadoras:

“No hay ninguna negociación. Ni ellos se han acercado a nosotros, ni nosotros hemos ido a ellos”

Al final, otro problema de fondo es la patente reticencia de las editoriales nacionales a dar el salto a la piscina digital. El miedo a dañar las ventas de las ediciones de tapa dura y, como no, a la piratería, juegan en su contra. Pero la letra, con fuego entra, y si con la técnica de la avestruz no se va a llegar a ningún lado, la ausencia de una oferta legal asequible y sobre todo cómoda, terminará empujando a los posibles lectores a las páginas de descargas alternativas. Alguien tendría que aprender un par de lecciones de la industria audiovisual, ¿no creéis?

¿Y los autores independientes?

Olvidémonos de las editoriales por un momento. ¿Qué sucede con los autores independientes? Cualquiera puede publicar un libro en la iBookstore; lo único que necesitas es solicitar un código ISBN y disponer de un número EIN de identificación fiscal en los EE.UU. (independientemente del país en el que desees publicar). Conseguir uno es gratuito pero, no está exento de dificultades para alguien poco versado en la lengua de Shakespeare.

Lo gracioso del asunto es que, como podéis ver en la imagen superior de la página de iTunes Connect, España brilla por su ausencia de modo que una vez completéis todos los trámites para distribuir vuestra ópera prima en la tienda de Apple, los únicos países en los que podréis comercializarla serán Estados Unidos, Australia, Canada, Reino Unido, Alemania y la cercana Francia… ninguno de ellos famosos por tener el castellano entre sus idiomas oficiales.

El único motivo posible para este bloqueo de la iBookstore española por parte de la propia Apple es que se trate de una especie de medida preventiva para evitar más asperezas de las necesarias con las editoriales de cara a una futura negociación. Es decir, a nadie le gusta sentirse prescindible y dado que Apple ofrece herramientas de publicación y promoción completamente ajenas al circuito de las editoriales, quizás piensan que es mejor guardar esa carta hasta que estén frente a frente y puedan tranquilizarlas recordándoles que a fin de cuentas ellas son las que tienen los contratos con los autores superventas.

Todo muy lógico y razonable, pero el caso es que mientras tanto, al final, nos quedamos hasta nuevo aviso sin novelas comerciales, ya vengan firmadas por Stephen King o Pepito de los palotes.

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