Hoy se cumplen 365 días desde que coloqué mi Apple Watch en la muñeca por primera vez. Desde entonces, no ha habido día en el que haya prescindido de él, a excepción de un puñado de días. El Apple Watch se ha convertido en lo primero que me pongo cuando me levanto de la cama y lo último que me quito antes de dormir.
En todo este tiempo he aprendido cómo un dispositivo que llevas todo el día encima, puesto sobre la piel y no en el bolsillo, puede ser útil. Muy útil, de hecho. Se trata de un dispositivo cercano y personal, por lo que la experiencia que se tiene con él atraerá a potenciales usuarios y alejará a otros. Estos son los aspectos que más destaco de mi año de experiencia con el Apple Watch.
Un doctor en tu muñeca
Durante buena parte de 2015 estuve viviendo y trabajando en Canadá gracias a un visado Working Holiday. Me trasladé a Whistler en la Columbia Británica, un pequeño pueblo a dos horas de Vancouver famoso por su gigantesca estación de esquí. Las condiciones climáticas fueron más suaves de las que uno espera de este país, pero no dejaron de ser extremas: mucho frío en invierno, calor en verano. British Columbia es conocida como "Las Canarias" en el resto del país.
Durante mi estancia en Canadá, tuve la oportunidad de hacer mucho ejercicio. Bastante. Cada fin de semana andaba cuarenta kilómetros en bici por la montaña y bosques de la zona hasta llegar a mi trabajo en un campo de golf. Además de practicar senderismo cuando el clima lo permitía. Lloviera, nevara o hiciera sol, el Apple Watch me acompañaba a todas partes sin una sola queja. Ya sabemos que aguanta bastante bien el agua aunque no sea oficialmente sumergible.
A lo largo de estos últimos doce meses, tengo un registro exhaustivo de toda mi actividad física. Un histórico de 365 días en los que sé cuántos pasos he dado, cuántos kilómetros he andado o corrido y cuál ha sido mi ritmo cardíaco. Ahora tengo treinta años, pero cuando pasen otros treinta ese histórico tendrá un valor incalculable para mi salud y cuidados.
Poder mostrarle a mis médicos en el futuro cuál ha sido mi nivel de actividad los últimos meses o cuál ha sido el rango cardíaco de mi corazón era algo imposible hasta hace un año. El Apple Watch es como llevar un doctor encima, midiendo tus constantes vitales, sin que te moleste lo más mínimo.
Además, sus recordatorios para que completes tus objetivos de actividad diarios le añaden un punto de competitividad personal, tal como hablamos en el reto del mes perfecto.
Un artículo de moda
Apple posicionó su reloj inteligente como un elemento de moda desde el primer momento. Porque un dispositivo que llevamos encima y que los demás pueden ver, dice mucho de nosotros. Igual que una camisa. Igual que unas zapatillas. Igual que unas gafas de sol.
Fui usuario de una pulsera Fitbit durante seis meses y nunca sentí que llevara algo con lo que estaba cómodo. No iba con mi estilo (aparte de no resultar tan útil). Por eso, las características de personalización del Apple Watch fueron un punto a favor de que decidiera adquirirlo.
Las correas juegan un papel importante en este aspecto. De momento, tengo dos oficiales de fluoroelastómero (goma), la blanca con la que compré el reloj y la roja, que me regalaron por navidad. La calidad de estas correas es sorprendente. Son muy cómodas y apenas notas que llevas un reloj puesto. Con el paso del tiempo no se han desgastado ni descolorido, pero sí que se ensucian. Aunque se lavan con un poco de agua.
Me gustaría tener más correas oficiales, pero considero que el precio es elevado y las de terceros aún no las veo a la altura. Compré una en Amazon y no cumplió mis expectativas (se aceptan sugerencias).
Tu mundo en la muñeca
El trabajo del reloj [Apple Watch] es hacer más y más cosas en tu muñeca para que no tengas la necesidad de utilizar tu teléfono con tanta frecuencia - Phil Schiller.
Esta frase la vimos al hablar del cambio de paradigma en los productos de Apple. Y así es como siento que me ayuda el Apple Watch en mi día a día. No es un sustituto del iPhone ni pretende serlo. Es un dispositivo que hace algunas cosas del iPhone mejor que el iPhone. Y otras que el teléfono de Apple no es capaz:
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Notificaciones: hace más de un año que me oponía al papel de las notificaciones en un futuro iWatch. Ya es hora de reconocer que estaba equivocado, porque las notificaciones son un punto muy importante del Apple Watch. Te permite concentrarte en lo que estás haciendo sin sumergirte en la inmensidad del iPhone.
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Llamadas: es increíble la comodidad que tiene el responder llamadas desde el Apple Watch. No es un dispositivo para conferencias de más de treinta segundos, pero es perfecto en las duraciones cortas.
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Siri: "Oye Siri, recuérdame que llame al banco cuando llegue a casa", "Oye Siri, pon la cuenta atrás doce minutos", "Oye Siri, pon algo de los Beatles". Siri en la muñeca es una gran ventaja. Poco más que añadir.
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Reloj: resulta un poco frívolo, pero el Apple Watch es un reloj fantástico. La posibilidad de poder personalizar las esferas es genial, aunque esperamos que con watchOS 3 se puedan incorporar de terceros.
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Complicaciones: esta es la joya de la corona del Apple Watch. A día de hoy, no concibo mirar mi muñeca y no ver qué temperatura hace en el exterior. O consultar cuánto queda para que acabe el temporizador. O ver cuál es el avance en mi actividad física. O ver cuál es la fase lunar. O cuál es la hora en Madrid (cuando vivía en Canadá). O cómo van las acciones de alguna compañía tecnológica.
Todo esto hace que sea muy difícil para mí volver a un reloj normal, por muy bonito que sea. Durante años llevé un reloj de acero automático y ahora me resultaría absurdo ponérmelo de nuevo. Porque supondría renunciar a muchas cosas.
El Apple Watch no es un dispositivo imprescindible. Como tampoco lo son el microondas, el cierre centralizado del coche o el mando a distancia del garaje. Pero es un dispositivo casi invisible que te hace la vida más cómoda. Y de eso es de lo que se trata.
En Applesfera | La era del Apple Watch, análisis.
Imagen | Peter Parkes
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