Debo reconocer que nunca he otorgado suficiente mérito a Apple TV. Siempre he considerado que se trataba de un producto de segunda dentro de la compañía, por el cual sus propios creadores tampoco apostaban mucho. Y lo digo básicamente, porque mi primer Apple TV comenzó a acumular polvo en el mueble debajo del televisor. No es que me pareciera mal el producto, sino que simplemente no le encontraba una utilidad suficiente como para encenderlo todos los días.
Por otro lado, mi Smart TV de Samsung ya permitía el streaming directo desde los dispositivos iOS de la casa, sin necesidad de ningún intermediario. Así las cosas, llegó por fin a casa un producto de la compañía de Cupertino del que yo ya recelaba muchísimo: el nuevo Apple TV. Fue un poco como "¿qué es esto?": Desde fuera, el producto era idéntico, y en ese momento mi recelo todavía aumentó más.
El milagro de la interfaz
El panorama pintaba fatal, y dejé la caja bien a mano por si había que devolver el producto. Pero de repente todo cambió: en el momento de encender el dispositivo, comprendí que aquello se trataba de una cosa completamente diferente. Pasé todo el proceso de la configuración con una curiosidad creciente, aquello no tenía nada que ver con el producto que yo había tenido durante tanto tiempo en casa. No estaba equivocado.
Me costó inicialmente hacerme con el mando distancia, la superficie táctil y los comandos por voz de Siri, pero una vez acostumbrado, fue un amor a primera vista. La interfaz era simplemente genial, y la navegación por los diferentes menús y aplicaciones, era completamente intuitiva y sencilla. Apple lo había vuelto hacer una vez más: crear una interfaz sobresaliente, y a partir de la misma seducir al usuario.
El mando de la tele, al cajón
Y en casa no hubo que dar muchas explicaciones. Mis hijas se hicieron con el Siri Remote en cuestión de segundos, y pronto descubrí que el mando distancia de la televisión se quedó guardado en el cajón… Para siempre. La integración de mi televisor con Apple TV era total, con lo cual podía subir y bajar el volumen, incluso apagar tanto el televisor, dispositivo desde el Siri Remote: Sobraba un mando.
En casa pronto aprendimos a utilizar únicamente el mando distancia del Apple TV para todo, Y su facilidad de uso provocó un efecto colateral inesperado: la utilización de YouTube se disparó hasta niveles estratosféricos. Aplicación del conocido servicio de vídeos de Apple TV desbancó por completo a la del televisor, y lo hizo gracias a una mayor velocidad de ejecución, y una calidad de la imagen y sonido muy superiores.
Pocas apps y nada de juegos
Curiosamente, apenas utilizamos Apple TV para ejecutar aplicaciones, y yo creo que este terreno todavía está muy verde en el ecosistema del dispositivo. La cuestión es ¿compensará a los desarrolladores crear aplicaciones específicas para este producto? Yo soy bastante pesimista al respecto, pero desde luego el día que encuentre una aplicación que permita la trasmisión de televisión IP, ese día dejaré de ver la televisión convencional por completo.
En lo que respecta los juegos, la verdad es que en casa no somos muy jugones, con lo que este apartado no sirve de referencia. Pero donde sí creo que existe un gran potencial para este producto, es en la explotación de Siri, que en la actualidad está bastante limitada (echo de menos la integración con la agenda y el calendario, de forma que se puedan ver las citas desde Apple TV). Pero es un producto que ha llegado para quedarse, y ahora sólo esperamos que se desarrollen aplicaciones que exploten específicamente el potencial del televisor.
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