Todas las historias que conocéis narran batallas que se ganan, victorias que se alcanzan y héroes que se encumbran. En ésta no encontraréis nada de eso. Y sin embargo se convertirá en nuestra historia.
En la única historia que importa.
No hay ningún héroe que sobreviva a la eterna deriva del tiempo y el espacio, donde las hazañas se pierden entre una miríada de más de 25 millones de mundos. Los años se acumulan sin embargo como combustible que alimenta la maquinaria más perfecta jamás construida: el Imperio Galáctico, que desde hace más de 12.000 años dirige el destino de la galaxia. Ha sido edificado sobre luchas y conquistas preparadas desde Trantor, el planeta-estado donde prácticamente toda la superficie es una gigantesca ciudad mecanizada que cuenta con tecnologías tan asombrosas como los ascensores espaciales.
Si viajáis alguna vez allí, podréis bajar a la "superficie" desde la estación de embarque en órbita en unas 14 horas sin necesidad de ninguna nave. Sujetaos bien si os acercáis a los ventanales del mirador: no todo el mundo puede contener la respiración al observar cómo el mundo más importante de la galaxia queda a tus pies.
Reconoceréis el emblema del imperio como una astronave y un sol. Las leyendas relacionan ese sol con el sistema donde el primer mundo humano existió: donde nació la vida, los primeros hombres. Nadie sabe si esa Tierra existió realmente o fueron varios los planetas, pero la verdad es que eso ya no importa. El símbolo de la astronave simboliza la colonización espacial, la salida de la humanidad al espacio, el descubrimiento de una tecnología que cada vez nos hizo más poderosos. Tanto, que prácticamente exterminamos el resto de cualquier civilización alienígena que nos encontramos en la galaxia. Algunos hablaron de genocidio, otros lo tomaron como un acto de supervivencia.
Para el Imperio, sólo fueron conquistas.
Probablemente hayáis visto uno en vuestro propio planeta. Me refiero a uno de los gigantescos cruceros estelares que forman parte de las flotas de guerra imperiales construidos con una ciencia tan avanzada que ni la propia magia podía haber imaginado nunca. La Galaxia ahora es un lugar de paz, estabilidad y prosperidad, que ha sabido aprovechar los últimos miles de años para esconder la barbarie necesaria y las vergüenzas de los virreyes y gobernadores de las provincias estelares, que siempre son fieles al emperador.
Y de esta gigantesca escala cósmica, el planeta más importante por el que comienza todo está en el punto más alejado. Un planeta tan distante de Trantor que incluso hay un inmenso agujero negro entre ellos. Tan atrasado en casi cualquier aspecto que no importa ni al Imperio, que mira con desprecio a sus habitantes - tremendamente religiosos y contrarios a la ciencia - y los llama provincianos.
Pero la mente de uno de ellos no tenía nada de mediocre.
Las matemáticas y un mensaje de Dios
Gaal Dornick debía haber crecido de acuerdo a sus estrictas creencias religiosas, pero en contra de esta imposición, se doctoró en matemáticas. Mejor aún: fue bendecida por las matemáticas. Para Gaal, el lenguaje de los números - tan preciso y elegante - era sin duda el lenguaje que esperaría escuchar de Dios. Los cálculos y su capacidad de abstracción fueron más allá de ser una mera herramienta y se convirtieron en un idioma, una intuición. Un don.
Tanto, que llamó la atención del más grande matemático del Imperio, Hari Seldon. Se rumoreaba que había estado trabajando en un nuevo proyecto secreto que se desvelaría muy pronto del que nadie conocía nada. Trantor podía ser también una fortaleza para el conocimiento, sobre todo si alguien quería ocultar algo.
Pero Seldon mandó un mensaje ese día y el destino era Synnax, el mundo provinciano de Gaal Dornick. La buscaba a ella, a su mente, a su resistencia a lo establecido. Todo el mundo había oído hablar de la psicohistoria, al menos en teoría. Pero no era una teoría, era una terrorífica verdad: un conjunto de cábalas matemáticas que podía predecir el futuro, y era un futuro que no le iba a gustar al Imperio.
Un viaje personal al abismo del espacio
Cuando vi el primer episodio de Fundación me emocioné. Leí el primer libro siendo adolescente y me marcó la historia tan profundamente humana en un momento tan adelantado del futuro. He imaginado durante años como serían cada pequeño recoveco del universo que el genio de Isaac Asimov creó y también entendí lo imposible de llevar aquello a una gran pantalla.
David S. Goyer ha sabido trasladar el corazón de las novelas en un espectáculo visual, sonoro y narrativo que sabe contarnos la historia de la única forma que no nos dejará indiferente: siendo atrevido, valiente, aportando el contenido que necesitamos y preparándonoslo para pellizcarnos más adelante. De convertir esos largos capítulos de conversaciones del primer libro entre los protagonistas en momentos cargados de contexto y sensibilidad para aportar calor a la historia, que nos hacen miran a través de sus ojos y ponernos en su misma piel.
El extraordinario paisaje sonoro de Bear McCreary también nos dice algo: sus notas destilan inocencia al comenzar pero se van tornando más amargas, más contundentes, más rotundas. Más aterradoras en ocasiones. Nos lleva dentro de la historia, arrancándonos de donde estemos sin pedirnos ningún permiso. Nos sobresaltará sin compasión, pero también alcanzará ese punto de LaGrange que equilibra las emociones y las pasiones, como quien fija un satélite estacionario entre dos mundos. Es parte de la narración y potencia la fotografía de cada encuadre y punto de vista.
La adaptación para Apple TV+ no es un reflejo especular de los libros, es una espectacular conversión a un formato narrativo más completo que se apalanca no sólo en la tecnología actual para conseguirlo, también sabe calibrar cuando es necesario desviarnos a algún camino secundario para entender algo. Estamos hablando de una historia - de LA historia - que atraviesa 25 millones de mundos y varios milenios: sería fácil perderse, pero la fuerza de la trama muy bien guiada siempre nos mantiene en el camino.
El primer viaje
Si habéis leído los libros encontraréis en la obra de David S. Goyer los puntos de anclaje principales y necesarios del primer libro, Fundación. La serie es una adaptación de la trilogía central del Ciclo de la Fundación (o Ciclo de Trantor): Fundación, Fundación e Imperio y Segunda Fundación, y está repleta de las partes esenciales de ese momento de la historia - mención especial a todo lo que ocurre con el ascensor espacial, conversaciones incluidas - donde vemos lo que hemos imaginado durante años con un realismo y estilo propio para una obra de este calibre. Y también tendremos partes que complementan a la historia principal - sin emborronarla - aportando velocidad, sensaciones y pasión a la narrativa.
Viviremos cerca los personajes principales, que por el momento, son lo que parecen ser. El linaje de los emperadores clónicos, comenzando por Cleon I y llevados a la pantalla de una forma más visual por un siempre magnífico Lee Pace servirá de explicación a muchos de los actos que se cometen - y se cometieron - en nombre del Imperio o de sus emperadores. Su contrapunto, Jared Harris da vida a un Hari Seldon algo más joven que en los libros pero capaz de transmitir el carisma del personaje desde la primera vez que aparece en pantalla. Sin duda nos ofrece lo que esperábamos de alguien capaz de comenzar algo como una Fundación en el exilio de Terminus y de mucho más que veremos en los próximos ocho episodios (de un total de diez)... y sobre lo que ya hablaremos más adelante.
Desde que puse el primer episodio no pude apartar la vista de la tele. Disfrutadla en una pantalla grande, con un buen sistema de sonido o de auriculares. Apagad el móvil, buscad vuestra isla de tiempo personal y abandonaos al viaje: tanto si habéis leído los libros, como si no. Nunca es tarde para hacerlo, por cierto - lo que comienza hoy es parte de un viaje que sólo estamos empezando (y de forma magnífica, a la altura necesaria de la narrativa, impecable) que puede convertirse en una referencia para cualquier aficionado de la ciencia ficción apasionado por estas historias. Por esta historia.
La única historia que importa, en toda la galaxia.
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