Más allá de todo el debate del FBI acerca de la privacidad de los datos del iPhone de un terrorista, hay algunas ocasiones en las que los datos de un smartphone pueden incluso salvar vidas. Es lo que han intentado hacer con un iPhone que llevaba ocho meses sumergido en el agua, y del que Apple no ha podido acceder a sus datos tras intentarlo concienzudamente.
Ese iPhone pertenecía a Austin Stephanos, un adolescente de 14 que desapareció junto a su amigo de la misma edad Perry Cohen cuando fueron a una expedición de pesca en junio del año pasado, en Palm Beach Country, Florida. Acceder a esos datos podría haber dado pistas acerca de las causas de esta desaparición.
Y es por ese motivo que los padres de Austin han estado inmersos en juicios para intentar acceder a esos datos, y más recientemente accedieron a ceder el teléfono a Apple para que la compañía intentase recuperar toda la información que sea posible. Y lo han intentado: han desmontado el teléfono, han limpiado todos los chips uno a uno, los han tratado con soluciones químicas... pero finalmente no ha sido posible recuperar nada.
Blu Stephanos, el padre de Austin, ha querido agradecer a Apple por "formar un equipo a contrarreloj para intentar sacar los datos del teléfono". A falta de decidir qué hacer con los padres de Perry Cohen (que quieren probar a ceder el iPhone a otros equipos de expertos ajenos a Apple para ver si hay más suerte), la idea es que ese teléfono acabe como recuerdo y memoria de Austin y Perry.
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