1 de abril de 1976, Steve Jobs, Steve Wozniak y Ronald Wayne fundan Apple en California. La empresa se constituyó como una forma de poder el ordenador diseñado por Wozniak, el mítico Apple I. Poco menos de un año después, Wayne vendería su participación por 800 dólares durante la incorporación de la empresa, momento en el que Mike Markkula invirtió 250.000 dólares para comenzar las operaciones de la recién formada compañía.
Fue así como comenzó la historia que popularizaría el mito de las startup que nacen en un garaje de California y se convierten en un éxito meteórico. Apple hizo que pareciera incluso fácil lanzar un negocio y hacer que sus fundadores fueran multimillonarios, pero lo que con frecuencia se ignora es que su viaje fue una auténtica montaña rusa.
De hobby a la consolidación de un mercado
El interés de los dos Steve por las computadoras aumentó a raíz de la creación de un club de aficionados a la electrónica: el Homebrew Computer Club. Se trataba de una asociación que fomentaba compartir trucos, diseños y prototipos entre sus socios. La mayoría de ellos buscaban una forma de poder escribir código en sus propias máquinas para poder seguir investigando y mejorándolas.
Jobs y Wozniak tuvieron la idea de crear un set completo al que no hacía falta añadirle ningún componente más, salvo conectarle una televisión. Se trataba del Apple I y debido a que se trataba de un ordenador casi completo, no despertó demasiado interés entre los aficionados. Sin embargo, ambos fundadores consiguieron llamar la atención de una tienda de electrónica con la que cerraron el famoso primer pedido de Apple: 50 Apple I por 500 dólares cada uno. 25.000 dólares en total.
En abril de 1977, Wozniak mejoró el diseño y creó el Apple II, un ordenador cuyas sucesivas variantes fueron comercializadas hasta 1993. Fue este el ordenador que permitió a Apple crecer hasta convertirse en una compañía cotizada en bolsa, generando los ingresos necesarios para mantener y expandir su actividad durante casi dos décadas.
Más importante aún, dio a Apple los recursos necesarios para que Jobs y su equipo pudiera crear el primer Macintosh de la historia, comercializado en 1984.
Años 90, los años oscuros de Apple
Apple ha tenido siete CEOs a lo largo de su historia. Durante los años noventa cuatro de ellos dirigieron la compañía, muestra de la crisis de identidad que sufrió en esta década. John Sculley dejó el cargo en 1993 tras diez años al frente, fue sucedido por Michael Spindler hasta 1996, quien a su vez fue sustituido por Gil Amelio como el CEO con la carrera más corta de la empresa, ya que solo duró un año como director general.
Estos años estuvieron marcados por la falta de dirección, una visión confusa de la propia razón de ser de la empresa y una serie de productos sin alma. Fue en esta época en la que los diseños de ordenadores de Apple sufrieron de una falta de inspiración patente. Ordenadores que se asemejaban a las cajas beige de sus competidores clónicos, con la aparición de decenas de modelos con apenas diferencias entre ellos, haciendo muy complicada la decisión de compra.
Durante estos años Microsoft comenzó a arrasar el mercado gracias a su sistema operativo y suite ofimática. Estos productos, unidos a los fabricantes de ordenadores que surgieron a su sombra, consolidaron la atención de los desarrolladores y el poder de la empresa de Redmond en el mercado.
Apple se encontraba perdida y a la deriva, con un sistema operativo anticuado que pedía a gritos una renovación drástica. La solución a los problemas del sistema operativo de Apple fue la adquisición de NeXT, la empresa fundada por Steve Jobs que trajo los cimientos sobre los que se asentaría Mac OS X durante los últimos 15 años.
Por supuesto, también supuso el fin de la corta etapa de Gil Amelio como CEO y el despertar de la compañía del sueño de los justos.
Apple o el cambio continuo como mantra
La mayoría de los productos más icónicos de la compañía fueron presentados a partir de entonces. El iMac original, el iPod, el iPhone y el iPad así como otros menores (por el momento) como el Apple TV y el Apple Watch. Cada uno de ellos es una expresión de un gran cambio que ha sufrido la compañía:
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El iMac demostró que los ordenadores podían ser atractivos y fáciles de usar, además de muy útiles.
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El iPod dejó claro que los ordenadores no eran lo único que sabían hacer muy bien.
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El iPhone rompió la baraja de lo que hasta entonces considerábamos un teléfono inteligente.
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Al iPad le corresponde el mérito de mostrar a los usuarios el sucio secreto de los ordenadores: no es necesaria una gran potencia para conseguir hacer las mismas cosas pero de diferente manera.
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El Apple Watch es la computadora más personal de la empresa, una combinación de lujo con tecnología que nadie había intentado en el pasado.
Estos productos son responsables de expandir el concepto de lo que consideramos un ordenador, llevando la computación personal a otro nivel diferente. Pero aún más importante es que supusieron un cambio en la empresa, que tuvo que andar por territorios sin explorar. En ocasiones, apostando la propia compañía y su futuro en el lanzamiento de un solo producto.
En este periodo también hemos sido testigos de la montaña rusa con sede en Cupertino. Entre el lanzamiento de cada gran producto surgen dudas sobre el futuro de la compañía, dudas que la sitúan al borde de un precipicio con una caída mortal. Pero, de alguna manera, Apple siempre se ha salido con la suya para luchar otro día más.
En Applesfera | 40 aniversario de Apple.
Imágenes | Ed Uthman, William Hook, apple, Marcin Wichary y Forbes.
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