Compré mi primer iPhone hace casi cinco años, en 2009. Por entonces, cometí el error de no esperar a que saliera el iPhone 3GS y me quedé con la generación anterior. Dio igual, fue el primer smartphone que usaba y no podía estar más contento. Fue el comienzo de una relación más personal y satisfactoria con la tecnología.
Existen otros sistemas operativos, fabricantes y ecosistemas, pero sé que el iPhone es el mío. Con sus ventajas y limitaciones, no me importa. Me gusta y lo disfruto. Un iPhone me hace más libre.
Echando la vista atrás
Siempre me ha gustado saber cómo funcionan las cosas. Desarmar una radio que no funcionaba y estirar los transistores hasta arrancarlos, desmontar un reloj despertador estropeado, arreglarlo y volver a montarlo para ver que sobraban piezas y seguía funcionando o abrir uno de esos teléfonos móviles que parecían un ladrillo y despedazarlo.
Me encantaban los Lego, ensamblar maquetas y crear cosas con piezas de juguetes rotos. Una vez llegué a montar un mini-cortacésped con una de esas Baticaos 2000 que regalaban con Cola-Cao en verano y unas cuchillas de un par de sacapuntas del colegio. Este último invento casi acaba en desgracia, pero me sirvió para poner en reposo mis ansias creativas por un tiempo.
Abrir cacharros y ver qué hay dentro, cómo funcionan y mejorarlos pieza a pieza
Acabada la universidad, intercambié dinero por tiempo libre al comenzar a trabajar en una empresa pero mantuve la curiosidad por saber cómo funcionaban las cosas que me rodeaban. Cuando la PS3 se quedó corta de memoria, instalé un disco duro de mayor capacidad comprando las piezas y mirando unos vídeos en Youtube. Rastreaba constantemente la red en busca de programas y formas de mantener mi antiguo Dell a punto.
Años después volví a tener un ordenador de Apple. En cuanto mi MacBook Pro cumplió la garantía, con un kit DIY le instalé más RAM y un SSD, ¡qué pasada! Tenía que probar el inmenso cambio de velocidad del que hablaba todo el mundo.
Todo cambió con el iPhone
Things we hold we love (algo así como “las cosas que sostienes en tus manos te son más estimadas”, una traducción horrible, por eso he mantenido el original) - Ben Bajarin.No sé qué sucedió con exactitud. Cuando puse las manos encima de un iPhone esa obsesión por saber cómo funcionaban las cosas por dentro, de tenerlas siempre a punto y de prepararlas para un bombardeo se esfumó.
De repente, tenía ante mí un dispositivo que:
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Era muy potente.
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Cabía en el bolsillo.
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Siempre estaba ahí cuando lo necesitaba.
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Podía llenarlo de las cosas que me importaban: fotos, mensajes, emails.
Piensa en la relación que tienes con un ordenador. Siempre está encima de una superficie, lo colocas en posición y posas las muñecas encima. Ahora toma tu iPhone en la mano, verás que te proporciona una relación mucho más íntima. Con toda su complejidad te da sensación de control. Un par de toques y accedes a lo que quieras con la punta de tus dedos.
La paradoja del sistema cerrado y la libertad
Antes valoraba poder manipular a mi antojo cualquier objeto de electrónica que estuviera a mi alrededor. Pero eso consumía tiempo, algo que tras una jornada laboral de hasta 16 horas ya no tenía y prefería emplear en estar con mis amigos, novia, familia o leyendo, estar tirado en el sofá viendo una película, dando un paseo. O directamente durmiendo y recuperando fuerzas para otra agotadora jornada al día siguiente.
El iPhone supuso una liberación muy importante de tiempo
El iPhone me liberó de esos valiosos minutos perdidos tratando que una máquina respondiera a mis peticiones y se doblegase a mis deseos. Eliminó los quebraderos de cabeza sobre cuál era la mejor forma de optimizar su rendimiento. ¿Tendría que probar una nueva manera de gestionar los procesos? No hace falta.
Todo eso ya lo hacía el iPhone por su cuenta sin necesidad de interrumpirme. Tal vez es que no era posible configurarlo de la forma que puedes hacerlo con otros sistemas. Esa opción no existía. Estaba restringido. Acceso denegado. Prohibido. Limitado.
La filosofía de Apple sigue intacta
Si todo el mundo está ocupado haciendo todo, ¿cómo puede alguien perfeccionar algo? Comenzamos con confundir conveniencia con disfrute. Abundancia con elección. Diseñar algo requiere concentración - Video inaugural de la WWDC 2013.Mucho se ha especulado acerca de la posibilidad de que Apple no fuera la misma desde la muerte de Jobs. ¡Claro que no va a ser la misma! Pero él se aseguró de montar un equipo ejecutivo que siguiera su propio criterio manteniendo la filosofía y espíritu de Apple. Federighi, Schiller, Cook, Ive, el otro tipo como-se-llame. Los miles de ingenieros de Apple. Sus empleados en las tiendas físicas. La universidad de Apple.
El video con el que se inauguró la WWDC del año pasado fue una auténtica declaración de intenciones. Un grito de rebeldía ante los que decían que esto se había acabado para recordarles que lo que Apple hace sigue siendo diferente. Que no hay otro igual.
En diseño es muy famosa la frase “parálisis por análisis”. Ofrécele al usuario 10 modelos con 4 configuraciones, 5 colores y 17 rangos de precios distintos y le confundirás. Acabará eligiendo uno cualquiera y no podrá evitar preguntarse si ha acertado con su elección o le has engañado. También podría darse la vuelta y marcharse por donde ha venido. Una oportunidad de venta perdida. Adiós.
Esa libertad que se supone que te dan las decenas de opciones y configuraciones pueden acabar siendo contraproducentes. Sé que puede parecer chocante, pero prefiero pagarle a Apple y que tome todas esas decisiones por mí. Confío en que la mayoría de las veces acierte, al menos en un alto porcentaje, y cuando falle lo arregle pronto.
Sólo quiero disfrutar de mi tiempo de la manera en que a mí me dé la gana, no malgastarlo al servicio de un tiránico cacharro que demanda atención constante para funcionar. Para mí, un iPhone supone libertad.
Imágenes | Apple Store, Fifth Avenue de Andy, Electronics Hobby de Frans de Wit, iPhone 3G de George Panos y Apple, Inc. de Jay Rogers.
En Applesfera | Movimiento en las filas: Joel Podolny, jefe de recursos humanos, se convierte en el decano de la Universidad de Apple.
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