Tal vez podríamos decir, sin temor a equivocarnos mucho, que el cubo de cristal en la Quinta Avenida de Nueva York es la Apple Store más emblemática que tiene Apple ahora mismo en todo el mundo. Hay otras muchas igual de bonitas, pero esta se ha convertido en un "monumento" más de la ciudad de los rascacielos, la ciudad que nunca duerme.
Muchas son las personas que visitan la zona cuando llegan a la ciudad, como si de un elemento icónico más de la ciudad se tratara. Y la historia que tenemos detrás, de como Apple se llegó a hacer con la plaza y proyectar una Apple Store es cuanto menos curiosa.
Corría el año 2003 cuando Harry Macklowe se hizo con el edificio GM por la nada desdeñable cantidad de 1,4 billones de dólares americanos (billones americanos, 1 billón=1000 millones). Desde un primer momento intentó buscar un uso para la plaza que se encontraba enfrente del edificio.
Harry intenta atraer la atención de Steve Jobs
Harry tenía las ideas claras, quería convertir el edificio en una atracción comercial y la clave estaba en la plaza que tenía frente a él. Todos los arquitectos eran claros al respecto, era una zona sin interés, demasiado abierta y diáfana.
Harry se enteró del interés de Apple en buscar una localización para abrir una Apple Store y decidió probar suerte ofreciéndosela a la compañía de la manzana mordida. Para ello necesitaba reunirse con Steve Jobs. Empezó tanteando a George Blankenship, por aquel entonces Vicepresidente de Apple.
Empezando por él, Harry consiguió una entrevista con Steve Jobs en noviembre de 2003. Harry pronto se dio cuenta de la forma de ser caprichosa de Steve y consiguió elucubrar un plan para conseguir convencer a Steve y que el asunto no se les fuera de las manos.
La presentación de la idea del cubo, con nocturnidad y alevosía
Steve Jobs tenía la idea de construir un cubo de más de 40 pies de alto por 40 pies de ancho. Estamos hablando de un cubo de 12 por 12 metros, piensa en un edificio de aproximadamente 5 pisos de altura, enteramente de cristal. Esto violaba todas las leyes de urbanismo de la ciudad.
Pero la verdad es que Harry Maclowe tuvo una brillante idea, sabía que sería prácticamente imposible sacar a Steve Jobs de sus "trece". Quedó con dos ejecutivos de Apple, encargados de las Apple Store a las dos de la mañana en la plaza.
Les presentó un cubo de cristal de las medidas que pedía Steve Jobs, bosquejado mínimamente sobre la plaza. Y evidentemente, los ejecutivos se dieron cuenta que por dimensiones quedaba desproporcionado. Al darse cuenta, Harry "desmontó" algunas piezas del rompecabezas y consiguió un cubo de la medida que el pensaba, 30x30 pies.
Al instante a los ejecutivos de Apple les pareció perfecto y fue labor de ellos el convencer a Steve que era más apropiada esta medida. El 19 de mayo de 2006, aprovechando el sótano que se encontraba bajo la plaza, Apple inauguró el cubo de la quinta avenida.
Vía | New York Magazine
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