En pleno frenesí de la Mobile World Congress de Barcelona, diferentes fabricantes han revelado sus smartphones insignia para este año 2016. El evento tiene gran importancia porque suele marcar el ritmo del mercado de terminales Android y por la cantidad de fabricantes que se reúnen para intentar captar la atención del público que lo atiende.
Mientras que Apple siempre se ha mantenido al margen de este tipo de eventos, reservándose para los suyos propios (muy probablemente a mediados de marzo), sí que podemos ver que ya han surgido las primeras comparaciones entre terminales. En AnandTech han publicado una serie de benchmarks preliminares que comparan diferentes aspectos de la CPU y la GPU del nuevo Samsung Galaxy S7 con procesador Exynos.
Los resultados son muy buenos. Los coreanos afirman que su CPU es un 30% más rápida y la GPU un 64% más rápida que el modelo del año anterior. Pero lo que llama la atención es que el iPhone 6s Plus sigue estando por delante en varios benchmarks a pesar de tener medio año de "edad".
Los benchmarks de AnandTech
A falta de que Chrome se adapte a la nueva arquitectura, los resultados muestran cómo el iPhone 6s Plus está por delante en ambas pruebas. En concreto, obtiene una ventaja del 25% y 33% respectivamente.
Como puede verse en estas pruebas, en el apartado gráfico el terminal coreano termina por encima del iPhone 6s Plus, pero no por un margen muy amplio. ¿Cómo es posible que chips de la competencia y más actuales no sean capaces de batir al de la generación del año pasado de Apple?
La importancia de los chips de la serie A
Ha llegado la hora de fabricar nuestros propios chips para el iPod y el iPhone - Steve Jobs.
Esta frase, pronunciada por el co-fundador de Apple en 2008, es la que determinaría la marcha de la compañía durante los próximos años. Con seguridad es una de las decisiones más importantes que tomaría Jobs como CEO debido a las consecuencias que tendría para la creación de sus productos.
La adquisición de PA Semi se ha convertido en una jugada maestra de la industria de semiconductores. Jobs vio en el iPhone una oportunidad para empezar una plataforma desde cero. Una que fuera totalmente independiente en sus componentes más importantes, siendo el chip el protagonista de esta estrategia.
Intel demostró que si eras capaz de crear un chip competitivo, marcarías el ritmo de la innovación en el mercado. Conociendo el afán de Apple por controlar los aspectos clave de sus productos (sistema operativo, servicios y hardware), no es extraño que quisieran diseñar sus propios chips y dejar su fabricación en manos de terceros.
Esta independencia le permitiría desarrollar hardware, software y servicios al mismo ritmo y sin esperar a un tercero. Si hay algo que hemos visto los seguidores de Apple es cómo el lanzamiento de nuevos Mac estaban ligados a los ciclos de Intel y sus ocasionales retrasos. Un chip diseñado in-house posibilitó el incansable ciclo de renovación anual del iPhone.
La innovación posible gracias a la serie "A"
Han pasado dos años y medio desde el lanzamiento del iPhone 5s, mi terminal favorito hasta ahora, momento en el que las ventajas de estos chips han puesto en relieve una evolución vertiginosa. Entre las mejoras posibles gracias a la serie Ax tenemos:
El primer chip móvil de 64bits montado en ese iPhone 5s.
Touch ID como forma de desbloqueo de dispositivos iOS, cada vez más rápido.
Los coprocesadores de movimiento de la serie Mx, capaces de medir nuestro movimiento.
Saltos muy importantes en potencia de procesado y gráfica.
Mejor consumo energético a pesar del aumento de la potencia.
Control de la temperatura del terminal en actividades de alta potencia durante periodos de tiempo más prolongados.
Todo ello en dispositivos cada vez más pequeños y delgados. Estas innovaciones se traducen en un aumento de la experiencia del usuario final, con mejores juegos, servicios como Apple Pay, cámaras más versátiles y con características como las Live Photos por nombrar unos pocos.
El verdadero sueño de la convergencia
Pero la consecuencia que más está pasando desapercibida es la convergencia. Apple está creando un ecosistema en el que sus diferentes plataformas comparten chip y sistema operativo en alguna de sus variantes. Por un lado, tenemos el iPhone y el iPad con iOS y los chips A9 / A9X. Por otro están el Apple Watch con su chip S1 y watchOS así como el Apple TV 4 con el A8 y tvOS.
Cuatro plataformas con un sistema operativo y una arquitectura que permiten ejecutar las mismas aplicaciones. ¿No era este el sueño de la convergencia hecho realidad? En el ecosistema de Apple, sus desarrolladores pueden lanzar una app y adaptarla con mínimo esfuerzo a cada dispositivo, con el añadido de que serán recompensados económicamente.
Porque aún más importante que la convergencia es que exista un mercado que viva en ella, consuma apps y esté dispuesto a pagar por las apps. Esta es la principal razón de que Windows 10 no haya acabado de cuajar como plataforma móvil. ¿Y qué hay del Mac?
Tim Cook ya dejó claro hace unos meses que el iPad Pro (y su potentísimo A9X) sería el encargado de acabar con el ordenador convencional. Apple ve en iOS el sistema operativo que las próximas generaciones de usuarios querrán utilizar en su día a día. Y eso se traduce en chips de la serie Ax, no en la arquitectura x86 de Intel.
Los ordenadores con sistemas operativos de escritorio seguirán siendo la herramienta principal de millones de personas. Pero tras cuarenta años, la innovación está siendo mucho más sencilla y rápida en los sistemas operativos móviles. Lo que es seguro es que Apple seguirá apostando por diferenciar sus dispositivos a través de los chips que montan. Y eso no tiene pinta de detenerse.
En Applesfera | Así logro exprimir al Apple Watch, iPad y iPhone trabajando en equipo.
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