Somos una sociedad totalmente diferente a la que éramos hace diez años. Ha cambiado nuestra forma de comunicarnos, de relacionarnos entre nosotros, y somos más conscientes del mundo - de cualquier parte de él. Hemos entendido la tecnología de una forma que amplifica las capacidades que tenemos como especie, una auténtica bicicleta para nuestras mentes: está más cerca de cualquiera de lo que lo ha estado nunca y, esta democratización de lo silícico, ha logrado transformar ciertos rumbos que antes de 2007 eran impensables.
Ello ha sido posible gracias a la movilidad: los tradicionales ordenadores eran esclavos de sus escritorios y hacía falta algo más para elevar las posibilidades. El escritor estadounidense Henry Miller decía que “la imaginación es la voz del atrevimiento” y, qué gran verdad es esa. Durante años hemos crecido con fantasías de ciencia ficción donde las máquinas hablaban y los dispositivos que teníamos enraizados en nuestras mesas cabían en los bolsillos, pero nuestro mundo no era así. Aún no.
Los dispositivos anteriores al iPhone trataban de emular los grandes ordenadores sin mucho éxito, eran casi accesorios
Lo que teníamos en los bolsillos antes de 2007 eran pequeñas máquinas que emulaban otras mayores y siempre fracasaban. La tecnología es una metáfora de la vida humana pero debe ser también convertida, repensada, transformada y derivada de una idea esencial. La clave para que funcione algo nuevo es que realmente lo sea. Y siempre se repiten los mismos patrones: nadie apuesta demasiado por algo que aún no necesitan, pero unos años después somos incapaces de entender nuestro día a día sin él.
Y el día que se encuentra algo así no hay dudas, sólo silencio. Steve Jobs y un pequeño equipo estaban en 2004 en aquella pequeña sala, sin ventanas, bajo las medidas de seguridad más estrictas que Apple había implantado en los últimos diez años. Era el nacimiento del Project Purple, algo que de funcionar cambiaría el mundo. La primera demo era una libreta de direcciones en una pequeña pantalla táctil, escrita desde cero, pensada para crecer como idea. Ni una pregunta, sólo silencio - y en un intercambio de miradas sólo una frase: “construyamos un teléfono”.
La época de los descubrimientos
El iPhone nació con las primera posibilidades centradas en la interacción entre el usuario y el dispositivo. No se trataba de nada que no conociéramos antes, pero la forma de integrarlo de Apple era radicalmente distinta. Empezando por un sistema operativo pensado desde cero para ser usado de forma táctil. Apostando por una pantalla de calidad multi-punto, que podía ser utilizada directamente con los dedos. Una enorme - para aquella época - pantalla de 3,5” sin el teclado físico que la gente parecía adorar entonces. No era nada de lo que esperaba nadie, ni siquiera que necesitara, pero estaba a punto de abrir el camino para algo mucho más grande - y así lo entendías la primera vez que lo probabas.
Crear el iPhone implicaba crear un dispositivo, sistema operativo y forma de interactuar completamente distinta, desde cero
Tal y como ha contado recientemente uno de los ingenieros que participaron en el proyecto original, Andy Grignon, para crear este dispositivo había que empezar de cero. Si quieres hacer un nuevo portátil o un nuevo ordenador ya tienes ciertas bases que funcionan. ¿Pero un nuevo producto como el iPhone? Había que crear desde todo desde cero, chip a chip, hasta detallar cada una de las capas que van desde los procesos más internos hasta la capa de interacción del usuario. Básicamente, mientras la competencia se dedicaba a subir montañas, ellos estaban aterrizando en otro planeta.
El siguiente gran paso del iPhone fue la incorporación de una de sus características más esenciales en los últimos años, y especialmente relevante ahora mismo: el chip GPS. Algo que no sólo servía - como algunos creían - para las aplicaciones de navegación (que también son importantes), sino que se podía utilizar para geolocalizar nuestros contenidos y a nosotros mismos dentro del mundo real… y quizás ampliarlo. En 2009 ya hablé sobre estas oportunidades y que posiblemente el futuro del iPhone sería la Realidad Ampliada - algo a lo que la competencia no estaba prestando mucha atención. Es importantísima esta nueva posibilidad, pero lo más determinante y esencial sobre el iPhone es que como cuna de tecnología, es un dispositivo que todos llevamos en nuestro bolsillo a todas partes. Por fin, la movilidad tenía la calidad y las oportunidades para evolucionar hacia algo más importante.
Las aplicaciones han cambiado el mundo: desde la forma de comunicarnos, a como nos relacionamos en sociedad
Sabes que algo transforma el mundo cuando su nombre se convierte en la forma usual de referencia. Pasó con el Walkman, luego con el iPod, y ha pasado con la App Store. Ya no utilizamos “programas” de ordenador, ahora son “aplicaciones”. Y el cambio no es sólo etimológico: lo que antes la sociedad veía como un conjunto de parámetros ordenados que nos devolvían una respuesta, ahora son herramientas que nos aportan utilidad. La forma en que diseñamos y construimos aplicaciones desde el iPhone es la que cambiando como nos relacionamos, comunicamos y somos conscientes del mundo y sus noticias: y ya no estamos anclados a ninguna mesa.
Ubicuidad, calidad y sobre todo, continuismo en una idea. Muchas veces se critica a Apple por parecer ser cauta con su teléfono: no ha sido la primera en incorporar tecnologías que se las daban de llamativas, pero siempre ha sido quien ha asentado las que incorpora. En 2007 la compañía no presentaba un teléfono, sino un dispositivo del que nacerían muchas cosas más. Hoy es el auténtico centro de nuestra vida digital, y casi se ha expandido creando un ecosistema de accesorios, servicios, aplicaciones y herramientas que nos parecían ciencia ficción diez años antes.
Próxima keynote: bienvenidos al futuro
Me encanta hablar del pasado de Apple porque su historia es parte del ADN de la compañía, y hay que entenderla para repasar los acontecimiento que están por llegar. Pero hablemos del futuro: dentro de tres semanas, se celebrará una nueva keynote donde la compañía presentará la evolución de su concepto de iPhone. Y no es sólo que - en mi opinión - las keynotes de Septiembre sean las más importantes del año, es que pienso que la keynote de este año puede ser la más importante de los últimos años.
En el décimo aniversario del iPhone el nuevo modelo afrontará cambios en el mítico diseño frontal original
Hace ya mucho que dejaron de celebrar aniversarios: la compañía no se prodiga por lanzar versiones “celebración” de sus productos - el último fue el legendario TAM - pero sí suele marcar de forma especial ciertos momentos en su historia. Diez años después de que una idea tan tremendamente loca viera la luz, llega el momento de dar un paso más. Este 2017 veremos el primer cambio de la forma conocida del iPhone, con un frontal puesto al día y un sistema operativo que aún está plagado de sorpresas por descubrir combinado con este hardware. Cosas como el Touch ID que en su momento fue tan puesto en duda - y que luego se convirtió en esencial, como pasa con todas las revoluciones - toca a su fin. En su lugar, reconocimiento facial para acceder al teléfono, algo que requiere de una potencia de cálculo y seguridad sin precedentes para hacerlo con la misma calidad del Touch ID, y no como la competencia.
Esta potencia de cálculo será la nueva piedra de toque que abrirá también el mundo de la realidad ampliada y, en el futuro, la realidad virtual realmente móvil - como parte de una segunda exploración lejos de los ordenadores de escritorio - y quizás una combinación de ambas sirviendo el iPhone como concentrador. En 2007 Apple reinventó la telefonía móvil pero hoy - y sobre todo a partir de Septiembre - lo que llevaremos en nuestro bolsillo no es un teléfono, sino una llave a ciertas puertas que nunca habíamos atravesado antes. Otro de los logros de Apple con el iPhone es que ha experimentado durante diez años con técnicas de miniaturización que ha dado lugar a otras tecnologías tan sorprendentemente bien resueltas como los AirPods - que son un compendio de avances imposibles en 2007.
El Apple Watch empieza a ser interesante también como método de interacción: un nuevo modelo con conectividad podría presentarse en tres semanas
El Apple Watch también es otro resultado del aprendizaje - y quizás sea otra de las sorpresas de la keynote que está por venir. La tercera iteración del reloj inteligente de la compañía pasará por desvincularse casi por completo del iPhone con la posible incorporación de una antena LTE que lo conectará permanentemente a la red. El teléfono será solo un complemento o un apoyo donde almacenar con más capacidad aplicaciones o archivos, pero no podemos olvidar la fantástica tecnología que empezamos a tener en nuestras muñecas: giroscopios, acelerómetros, conexión permanente a Internet… ¿os suena familiar? Si Apple entra en la Realidad Virtual (o Ampliada) con el iPhone, ¿por qué no convertir el Apple Watch en la interfaz de interacción gracias a estos sensores?
Preparados para la siguiente marca
Ya estamos en la cuenta atrás para vivir una de las presentaciones más esenciales en la historia de la compañía - ya no sólo por lo que presenten, también por donde lo van a hacer: el salón de keynote del nuevo Apple Park, un producto más diseñado por Steve Jobs para motivar la creatividad y la conexión. Todo parece preparado para cerrar muchos círculos: dejar atrás la etapa de los descubrimientos y pasar la época de las posibilidades que el futuro y esta tecnología que se lleva incubando diez años va a dar como fruto.
Cuando veamos por primera vez los nuevos iPhone, volveremos a ese punto tangencial donde rozamos la valentía por el descrubrimiento y la locura por querer llegar más allá. Y sin embargo, la equivocada creencia de que ese dispositivo que hace diez años cambió el mundo debe volver a hacerlo: el iPhone ya lo hizo una vez, y es su propia evolución lo que dará a luz nuevos descubrimientos y posibilidades. No habrá otro iPhone jamás, pero la idea con la que fue creado fue tan poderosa, que todavía nos quedan por vivir muchas ondas de reacción gracias a él. Y los nuevos modelos parecen volver a situarlo en el epicentro de ese tornado.
Ya han pasado diez años desde que el mundo conoció el iPhone y es el momento de que lo consideremos - seamos aficionados a Apple o no - como un auténtico arquetipo: un prototipo perfecto, un modelo original que se convierte en pauta y a la vez en fuente de cambios - en una de las épocas más interesantes tecnológicamente, que tenemos la suerte de vivir y experimentar. Einstein solía decir “no pienso nunca en el futuro porque llega muy pronto” y quizás dentro de tres semanas estemos todavía más cerca de él - diez años y tantas maravillas después.
En Applesfera | Mi keynote en el Apple Park.
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