Pocas veces los apasionados de la tecnología nos paramos a pensar en las compañías que realizan nuestros productos favoritos. En el caso de Apple, solíamos creer que Steve Jobs supervisaba con enorme obsesión el diseño, desarrollo y producción de los dispositivos de la manzana mordida. Y era cierto.
Pero lo que pasamos por alto una vez tras otra, es que su visión iba mucho más allá. Steve Jobs estaba obsesionado con construir una empresa que resistiera el paso del tiempo. Una forma de enfrentarse a los problemas y de resolverlos de una manera muy especial. La presentación del Apple Park, el nuevo campus de la compañía de Cupertino, es la consolidación de su legado.
¿Por qué preocuparse por un edificio?
La mayoría de empresas no diseñan ni construyen sus propias oficinas. Se acomodan a las que ya están construidas o están en ello. Las que sí intervienen en su diseño, como Google, no involucran en exceso a sus directivos más relevantes. Pero para Steve Jobs y Jony Ive no es algo que se pueda dejar al azar.
Los empleados pasan centenares de horas al año en las instalaciones de una empresa. Personas que son un verdadero activo para compañías como Apple, pues son los encargados de hacer que los productos brillen. La cantidad de tiempo pasado en una oficina también da pie a encuentros casuales con otros empleados de diferentes departamentos. Instantes que pueden dar lugar a ideas geniales.
Jobs deploraba las granjas de cubículos tan predominantes de finales de los noventa y principios de los 2000. Antes de volver a Apple y ya siendo presidente de Pixar, se propuso diseñar unas oficinas que fomentaran este tipo de interacciones. Según supimos a través de la biografía escrita por Walter Isaacson y recogida en este artículo, Jobs rechazó el diseño original que separaba a los empleados de diferentes disciplinas en distintos edificios.
Si un edificio no fomenta la colaboración, perderás gran parte de la innovación y de la magia que chisporrotea con la serendipia. De modo que diseñamos un edificio para hacer que la gente saliera de sus oficinas y se juntaran en el atrio central con otras personas que de otra manera no verían.
En vez de una distribución que dividía a los empleados, propuso un diseño como el de la imagen superior. Es difícil cuantificar algo tan intangible como el diseño de una oficina en el éxito financiero de una compañía. Pero lo cierto es que Pixar ha seguido sorprendiendo al mundo con sus películas año tras año.
Repetir el concepto en el Apple Park
Y bajo este prisma es el que debemos ver el nuevo Apple Park, antes conocido con el nombre más bien genérico de Apple Campus 2. Además de ser un edificio sostenible y con un impacto medioambiental mínimo, el Apple Park lleva el concepto de la oficina de Pixar a una escala mucho mayor.
Con una capacidad para 12.000 empleados, solo tendría cabida para una fracción de los más de 60.000 que trabajan en EEUU (incluyendo las Apple Store). Pero la razón detrás de este nuevo edificio no es simplemente albergar a más empleados. Es proporcionarles un lugar en el que puedan trabajar de una forma diferente.
La forma circular del Apple Park no es una casualidad. Este "platillo volante" pretende conseguir lo mismo que hizo el nuevo cuartel general de Pixar hace casi dos décadas. El espacio tan amplio que hay en su interior busca favorecer encuentros y reuniones aleatorias. Una forma de hacer que surja la chispa de la siguiente idea genial.
Ese espíritu de colaboración fue la obsesión de Steve Jobs en sus últimos años. Una inversión del poco tiempo que le restaba para enfocarse en algo que impactaría las siguientes décadas de su compañía.
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