En Applesfera estamos recordando el lanzamiento de la App Store por su décimo aniversario. La tienda de aplicaciones móviles es, junto con el lanzamiento del iPhone mismo, uno de los mayores negocios que Apple ha hecho jamás. Y no, no fue un lanzamiento conjunto como la gente puede creer.
El iPhone original no tenía App Store, pero al ser lanzado sólo en unos pocos países muchos empezaron a utilizar el terminal junto con la App Store tras el lanzamiento del primer iPhone 3G. Ese fenómeno ocurrió también en España, y lo viví en mis propias carnes.
App Store y iPhone 3G, cogidos de la mano
Han pasado diez años, pero recuerdo perfectamente cómo hice cola desde las siete de la mañana para poder conseguir el primer iPhone que se vendió en la provincia de Tarragona. Ocurrió en una tienda de Movistar del centro de la ciudad con el mismo nombre, y era la primera vez que los transeúntes se topaban con una cola de personas que hacían cola para conseguir un cacharro. Las expresiones se iban alternando entre la sorpresa y la burla.
El proceso fue largo, porque los sistemas fallaban y tuve que dar de alta una nueva línea de teléfono móvil para poder comprar el teléfono. Pero finalmente lo conseguí, y pude entretenerme a configurar el teléfono mientras el amigo con el que fui a la aventura adquiría el suyo.
No tardé ni cinco minutos en abrir la App Store. En casa ya contábamos con un iPod touch, y por lo tanto ya estaba familiarizado con iOS. Entonces se llamaba iPhone OS, y el iPhone 3G estrenaba la versión 2 con la App Store como primera novedad.
Lo primero que hice fue visitar la página del juego Super Monkey Ball, uno de los títulos que Apple presentó en la WWDC 2008 como ejemplo de juego en la App Store. "Esto no es un juego para móviles, es un juego completo de consolas", rezaba uno de sus desarrolladores durante la demo de la keynote.
Y no le faltaba razón: en esa época estábamos acostumbrados a juegos primitivos en pantallas de apenas dos pulgadas en móviles que no eran considerados smartphone. Ver a Super Monkey Ball funcionando con sensores y acelerómetros en una entonces gigantesca pantalla de 3,5 pulgadas era toda una revolución para nosotros. Decidí no comprar el juego, ya que su precio de 9,99 euros me echó hacia atrás y acababa de gastarme mucho dinero en el terminal. Los gastos en software iban a tener que esperar.
De hecho no descargué ninguna aplicación hasta llegar a casa, ya que en ese entonces mi tope de datos con la conexión 3G que me proporcionaba Movistar era de 100 o 200 MB. Descargar una aplicación desde la red móvil eran demasiados MB. En cuanto llegué a casa y conecté el iPhone 3G a la Wi-Fi me descargué algunas aplicaciones gratuitas de prueba, las clásicas que imitaban un vaso de cerveza vaciándose o los sables láser de Star Wars. No me juzguéis, insisto en que los acelerómetros en esa época eran todo un milagro tecnológico para mí.
Poco a poco, a medida que las primeras novedades iban inundando la App Store durante el verano, iba descargándome aplicaciones. Algunas gratuitas, algunas de pago por un euro o poco más. La primera compra de la que quedé muy satisfecho fue Twinkle, un antiguo cliente de Twitter que exprimí durante todo el verano.
El resto ya es historia: poco a poco me fui descargando más y más aplicaciones hasta que hoy en día se ha convertido en algo completamente cotidiano para mí y para centenares de millones de personas en todo el mundo.
En Applesfera | Especial 10 Aniversario App Store
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