Apple resolvió este año una de las dudas recurrentes que más se han preguntado a la compañía desde que iOS se convirtió en un sistema operativo de éxito gracias a la popularización de los dispositivos como el iPhone o el iPad. “A menudo nos preguntan si vamos a combinar macOS y iOS. Voy a tratar de ser claro y directo con la respuesta: NO”. La negativa de Craig Federighi puede llegar a parecer una decisión apresurada o para salir al paso, pera nada más lejos de la realidad. Apple sabe marcar muy bien los tiempos y ahora era el momento perfecto - aprovechando el lanzamiento de macOS Mojave - de adelantar una tecnología que permitirá que ciertas apps de iOS funcionen en Mac.
Mucho se especuló con esto (en Diciembre de 2017 el propio Mark Gurman adelantaba la noticia), aunque las interpretaciones entonces estaban muy abiertas. No sabíamos claramente si Apple abriría por completo la App Store de iOS en los Mac, si se filtraría por versiones (iPhone o iPad) y sobre todo, si esto sería automático de alguna forma o los desarrolladores tenían que dar algún paso previo.
La llegada de macOS Mojave trae consigo de la mano un nuevo framework - un conjunto de librerías y utilidades - con el que se pueden portar apps de iOS a macOS. En principio parece que las versiones de iPad son las más adecuadas - por el tamaño de pantalla - aunque Apple no ha puesto ninguna restricción aún de ningún tipo. Este conjunto de utilidades de migración de apps hacia el Mac estará disponible en 2019 para los desarrolladores. Sin embargo, esta historia comienza mucho antes.
El “baby-software” y los cambios de trayectoria
Es 2007 y un Steve Jobs pletórico acaba de decirle al mundo que su nuevo teléfono inteligente se llama iPhone. Que van a reinventar la telefonía. Y que odia el “baby-software”, esas aplicaciones sin ningún tipo de diseño y hechas prácticamente para que quepan en las ridículas pantallas de los mal llamados entonces “smartphones”, sin pensar en la interacción con el usuario ni en su productividad. Como quien apuesta todo a una carta, la siguiente diapositiva mostró una X gigante y aquel se convirtió en un momento para la historia: “El iPhone utiliza OS X”. Aquella frase y los aplausos siguientes sorprendieron a los asistentes… y a la industria.
El iPhone utilizaría la base del todopoderoso OS X, pero iba a rediseñar la interfaz de usuario aprovechando al 100% el nuevo dispositivo
Antes ya había teléfonos inteligentes con sistemas operativos de escritorio. Estaban aquellas versiones de Windows, que no eran más que interpretaciones de juguete de la metáfora de escritorio. En dispositivos más “grandes”, incluso el mismo Windows sin apenas modificaciones para la pantalla táctil - que por cierto era rudimentaria para la época, olvidaos de las multi-táctiles actuales - hacia que utilizar aquellos dispositivos se usaran solo en caso de necesidad. No había un desplazamiento natural hacia esa tecnología porque hiciera las mismas cosas mejor - los dispositivos móviles no se consideraban más que algo accesorio a la informática de escritorio.
Jobs tenía claro que necesitaba algo distinto a lo que tenía en los Mac, pero no tenía que empezar completamente de cero. En la legendaria presentación del iPhone, él mismo es quien nos dice que OS X tiene todo lo que necesitan en un dispositivo móvil: multitarea, gestión de redes, audio y seguridad, controladores de vídeo avanzados (Core Animation…), era un software con experiencia en la eficiencia energética (se empleaba en los Mac portátiles, mejorando cada año) y permitía el contrapunto al baby-software: las llamadas “Desktop Class apps”, software con calidad “de escritorio” refiriéndose a la potencia, productividad y la calidad de los resultados.
Por tanto, desde el día 0 el teléfono inteligente de Apple contaba con iPhone OS - más tarde lo renombrarían a iOS, con la aparición del iPad - y era básicamente un sistema operativo basado en la trastienda de OS X pero con un escaparate completamente nuevo para el usuario: una nueva interfaz y una nueva forma de interacción usuario - máquina (la pantalla multi-táctil manejada directamente con los dedos) que redefinía por completo cómo serían las aplicaciones móviles incluso de la competencia, para los próximos años.
iOS y la necesidad del aprendizaje continuo
Durante los primeros años, diría que poco más de la llegada de la App Store y el desembarco de los desarrolladores en el ecosistema, la base de aprendizaje y la toma de ideas provenía de macOS. En esta fase temprana de feedback hacia el escenario de la movilidad, había que tomar las ideas que funcionaban en el escritorio y tratar de trasladarlas con la potencia que proporcionaba la base sólida de OS X. Sin embargo, cuando los dispositivos comenzaron a ganar en independencia, también empezaron a surgir nuevas ideas que no hubiera sido posible descubrir en el escritorio - no al menos de la forma tan natural a como pasó.
El feedback cambió de dirección: era iOS quien tenía más posibilidades por el nuevo hardware de los dispositivos y eso sirvió para enriquecer ciertos aspectos de macOS
Una de ellas fue la geolocalización, y todas las ventajas que podía aportar un dispositivo con chip GPS en nuestros bolsillos. Ahora os sonará increíble, pero la gente se cuestionaba y mucho la aparición del iPhone 3GS y su utilidad más allá de los sistemas de navegación - que por otro lado, eran más bien escasos en la época. Hoy en día se utiliza la completar de información las fotografías, compartir ubicaciones, mapas, realidad ampliada… Los usos que se derivaron ahí dieron lugar a nuevas apps e ideas, pero es sólo un ejemplo. La necesidad de un lugar centralizado y cómodo como la App Store - con su facilidad en la instalación y en la desinstalación - llegó tiempo después a los Mac con mucho bouquet iOS.
El feedback fue tan importante - e imponente - que ya en estos últimos años muchos se han preguntado la necesidad de tener dos sistemas operativos, cuando uno de ellos hoy en día es claramente más usado dentro del ecosistema. De ahí nace la recurrente pregunta a Apple que desembocó en ese gigantesco NO del lunes pasado. Y aunque suene radical, la respuesta era en cierto modo esperada: Apple no puedo combinar ambos sistemas operativos por la experiencia de usuario de los dispositivos donde se instalan es radicalmente distinta. Por eso, por ejemplo, los Mac no tendrán de momento pantalla táctil: macOS y su interfaz no está preparado para ser utilizado de forma cómoda de este modo.
En Mac, las aplicaciones tienen objetivos distintos porque están contextualizados de forma distinta a los dispositivos que todos llevamos en el bolsillo: pero aún así, hay muchas ideas que se pueden aprovechar
Las apps de Mac también están diseñadas teniendo en mente la ergonomía de estas máquinas, el teclado, el uso de trackpad o ratón, la flexibilidad en el uso de varias pantallas o tipos de almacenamiento y accesorios. Pero lo que Apple nos cuenta ahora es que el camino lo haremos al revés de como lo hizo la competencia: no se trata de llevar Windows a los dispositivos de bolsillo y esperar que funcione, se trata de crear un sistema como iOS basado en una fundación fuerte y potente y diseñarlo desde cero para el mundo móvil. Y todas esas ideas, todo ese aprendizaje, sí que puede acabar llegando finalmente al Mac - y enriquecerlo. De esto habla el proyecto Marzipan, aunque quizás no como nos imaginamos.
Los Mac son realmente máquinas multiplataforma
Federighi dijo una gran fase en su discurso durante la keynote: “los Mac son realmente máquinas multiplataforma”, y contextualizando esta frase tiene toda la razón. Tienen apps potentes que utilizan toda la potencia del Mac y sus características, pero también tienen otras que utilizan el motor webkit (Safari) para cargar apps web como Netflix, o incluso juegos que utilizan motores multiplataforma al estar basados en Metal (compartido por iOS y macOS). Todo esto enriquece la experiencia de uso del Mac. “Y pensamos que hay una más que podríamos añadir. Se llama iOS, ¿os suena?”.
El kit de migración hará que los desarrolladores lo tengan muy fácil para portar apps de iOS a macOS, dotándolas incluso de nuevas posibilidades
Sin embargo, aquí no se está hablando de combinar los dos sistemas operativos a las bravas, sino - de nuevo - utilizar una transición natural para aplicaciones que pueden funcionar bien en Mac con las mínimas modificaciones posibles. “Es una oportunidad enorme para que el Mac pueda aprovecharse del mejor ecosistema de apps del mundo” - para ello, este “kit de migración” planificado por Apple para 2019 dotará a los desarrolladores de las herramientas necesarias para que su app funcione en Mac. Y con macOS Mojave, Apple quiere hacer las primeras pruebas: las nuevas apps incluidas en el nuevo sistema operativo son migraciones de sus versiones de iOS: Home, Apple News, Bolsa y Notas de Voz.
Son las versiones de iPad las escogidas en este caso, a las que se le ha añadido por supuesto soporte de ratón, cambios del tema de la pantalla y acceso a los servicios del sistema. Son fácilmente identificables porque en el menú de servicio de la app, apenas hay opciones propias de la misma - ya que estas apps cuentan con su propio menú de preferencias accesible desde la propia interfaz de la app. Es posible que con el lanzamiento final del kit de migración, los desarrolladores puedan añadir más características - incluso otras nuevas específicas para Mac - en sus apps. Todo esto daría lugar a una versión más profesional de estas aplicaciones en los sistemas de escritorio que aprovecharían de las ventajas en potencia y accesorios, mientras que las versiones “iOS” se harían fuertes en comodidad de uso, accesibilidad y productividad.
El futuro de las apps mezcladas, no agitadas
Las nuevas posibilidades que se abren a los desarrollares convierten a ambas plataformas en canales donde una app puede funcionar de forma especializada
Quien diría que alguna vez íbamos a aplicar la celebre frase de James Bond al software, pero sí: la mezcla de apps entre sistemas operativos es una excelente idea para potenciar macOS. De momento esta migración sólo se piensa en la dirección iOS -> macOS, ya que el sentido contrario daría problemas con el diseño de las interfaces de usuario y el rendimiento - por ahora - inferior de los dispositivos iOS a un Mac de gama alta, por ejemplo. La facilidad para portar sin embargo aplicaciones a los Mac dará lugar a un momento excelente en el software e incluso a la forma de entenderlo: estas apps multiplataforma ya no utilizarán las distintas máquinas como filtro para el software, sino como canales especializados donde el software se potencia con la tecnología específica de cada dispositivo - y sin que todo ello sea un dolor de cabeza para el desarrollador, sin tener que duplicar esfuerzo para conseguirlo, utilizando este kit de migración que está por llegar.
De momento, en la primera beta de macOS Mojave ya tenemos acceso a la “Fase 1” - como la ha llamado Apple - con estas apps propias que podemos utilizar, como utilizamos cualquier otra en nuestro Mac. De esta nueva fase de interacción, seguro que surgirán nuevas ideas: quizás una homogeneización del uso entre sistemas (las ventanas modales dentro de una app iOS en macOS no pueden redimensionarse con el ratón hoy en día, por ejemplo) o incluso una normalización de la apariencia de la interfaz de usuario entre ambas, sin perder en ningún momento la identidad de cada uno, ni los puntos fuertes que los diferencian. Es una hoja de ruta fantástica, y un nuevo acierto de aquel Jobs que apostó por una dirección que la Apple de hoy en día continúa - proyectando sus ideas.
Una demostración de fortaleza** y de cómo la compañía sigue evolucionando su legado, su forma de entender la tecnología y su visión del futuro: quizás mezclado, pero nunca agitado.
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