Siempre me ha gustado escribir. Ocurre desde que encontré por casa de mis padres - siendo un niño - una máquina de escribir que en aquel momento me pareció una pieza de tecnología increíble. Aquel perfecto compendio de engranajes y teclas podía, si conseguíamos adivinar la secuencia correcta, describir grandes aventuras o aventurarnos en pequeños textos para el colegio. El único monitor que había ahí era el de la imaginación.
La tecla G estaba rota. Esto automáticamente siempre me hacía regatear todas las palabras que la incluyeran, aunque si no había más remedio, acababa escribiéndola a mano cuando la página salía por el rodillo. Siempre encontré cierta conexión con lo que alguien escribe y se consigue crear con palabras, y quizás por ello, considero la lectura tan importante y personal como una firma escrita a mano.
Los teclados han evolucionado desde aquella vieja máquina de escribir que aún debe reposar sobre algún armario, y de alguna forma, han transformado también nuestra vida al ser la primera interfaz que hemos utilizado para comunicarnos con los ordenadores. La labor de creación que para algunos es contar historias con palabras se convirtió en código máquina para crear programas.
El uso y el tipo de teclado siempre es algo muy particular. Pasamos de aquel maravilloso y mastodóntico teclado mecánico IBM Model M - considerado para muchos el mejor teclado jamás construído (¿alguien lo recuerda?)- a los perfiles de bajo diseño que tuvieron que nacer para aplanar ordenadores portátiles y ahora tabletas. Pasamos del ruidoso encanto de las redacciones con aquellas máquinas de escribir, los servidores que ocupaban una habitación entera, a escribir en cualquier parte - en cualquier momento.
El futuro en factor y forma
Escribo poco en casa, al menos antes del confinamiento. Cuando no estoy viajando, prefiero bajar a alguna cafetería estratégicamente localizada en mi barrio con un buen café y algo de música. La aparición del iPad Pro y la popularización de algunas herramientas de trabajo hizo que me resultara más cómodo en estas situaciones que el portátil. Ahora puedo procesar fotos, editar vídeos y escribir de forma más discreta. Es por estos casos de uso, por los que en los últimos años he usado el iPad Pro como herramienta más que nunca.
La Smart Keyboard Folio es una solución perfecta para quienes busquen transportabilidad, ligereza y una buena relación de pulsaciones ágiles con un teclado al que enseguida le coges el truco. Sin embargo, el soporte del trackpad en iPadOS 13 - que nos pilló a todos por sorpresa en Marzo - necesitaba de una nueva generación de accesorios para cubrir también este aspecto.
Hemos comenzado hablando de máquinas de escribir y teclados y es lo primero que quiero reseñar en este análisis: el teclado de este Magic Keyboard es posiblemente de los mejores teclados que he probado nunca. Por muchos motivos, algunos de ellos ni siquiera atribuibles a él mismo. Empezaremos por los puramente palpables.
Está compuesto de teclas rígidas con mecanismo de tijera - alejadas del diseño similar a los de membrana del Smart Keyboard Folio - de 1mm de trazado y con una amortiguación bastante ligera, al contrario que podemos encontrar en los portátiles. Esto da una sensación de teclas de más recorrido en un mecanismo que realmente no lo es, permitiendo que sea muy ágil conocerlo al poco de comenzar a utilizarlo y escribir en él con presteza al instante. Escribir largos textos con este teclado, o trabajar en el día a día es muy cómodo: con estas teclas se gana en agilidad muy pronto y la familiaridad con el teclado de sobremesa o portátiles nos permite dominarlo prácticamente al instante.
Cada una de las teclas es muy estable: podemos pulsarlas prácticamente en cualquier parte de su superficie, y toda ella bajará completamente - especialmente en las teclas grandes, como el “Enter” o la barra espaciadora. Considero un error por parte de Apple no incluir la tecla “Esc” - parece que aquí no hayan aprendido la lección después de lo ocurrido en los MacBooks Pro con Touch Bar (en las últimas versiones, la tuvieron que volver a poner físicamente). Aún así, en Applesfera os propusimos una solución para esto que podéis emplear si la echáis de menos.
Otra cosa que ayuda mucho a este teclado, es que la funda es muy delgada. Encima de la mesa, podemos apoyar las palmas en la propia mesa evitando que las muñecas se doblen al tener las manos elevadas como puede ocurrir en portátiles (bien porque no queramos apoyarnos en el portátil o porque el ángulo de la carcasa nos moleste). En este Magic Keyboard, prácticamente tenemos la sensación de escribir en una superficie tan grande como la mesa que tengamos debajo, con un teclado de muy buena calidad. Tengo que añadir que personalmente también prefiero los teclados de perfil bajo, con lo que ya imagináis que este accesorio tiene todos los ingredientes que le pido a la receta.
Y por fin la retroiluminación: algo que debería venir de serie en cada teclado externo hoy en día (esperemos que los Magic Keyboard de escritorio también se actualicen pronto con esta característica). La luz es potente, perfectamente visible y define muy bien el trazo de las teclas y su posición. Se puede regular a voluntad o permitir que sea un sensor ambiental integrado en el propio Magic Keyboard el que nos haga el trabajo: estas opciones aparecerán automáticamente cuando anclemos magnéticamente el iPad Pro (son compatibles el modelo de 2018 o la nueva versión de 2020, en sus dos tamaños, 11” y 12,9”).
Un trackpad en territorio desconocido
El soporte de ratón llega a todos los iPad que puedan actualizarse a iPadOS 13, y con ello, la visión de Apple de cómo se tiene que comportar un cursor en un mundo pensado para el mundo táctil. Aquí la compañía le resta protagonismo en un trackpad de 5 cm de ancho por 10 cm de largo. Estos 50 centímetros cuadrados otorgan al iPad Pro de mayor facilidad de uso al desplazarnos por la pantalla sin levantar las manos del teclado.
El trackpad en esta ocasión no tiene feedback háptico (vibración en respuesta a nuestra interacción) ni distintos grados de presión: se trata de una pieza mecánica que cuenta con el mismo recorrido que las teclas pero que es sorprendentemente reactivo: podemos pulsar en cualquier parte de su perímetro y siempre haremos “clic”. Tanto en las esquinas, como en la parte central, o cualquier lado. Si no hubiera sido así, se hubiera complicado utilizarlo con las manos en el teclado siendo tan pequeño - por lo que parece que Apple lo ha resuelto acertadamente.
Ahora sumemos: teclado + soporte completo de teclado significan mucho para un iPad. Apple nos ha traído prácticamente todos los combos de teclado y trackpad que tenemos en los Mac, con lo que de forma completamente intuitiva podemos aplicarlos aquí si venimos desde un ordenador tradicional con apenas curva de aprendizaje. Desde cambiar de aplicación arrastrando tres dedos lateralmente, ver escritorio desplazándolos verticalmente, seleccionar algo manteniendo pulsado con un dedo y moviéndolo con otro, invocar la multitarea o incluso hacer una captura de pantalla con exactamente la misma combinación control+cmd+3 (o 4, donde aterrizaremos en el editor de imágenes con la captura directa).
Todo el conjunto nos acerca al lenguaje tan familiar que nos habla Apple en los Mac y nos permite sentirnos muy cómodos en iPadOS de la misma forma que lo somos en Mac a la hora de trabajar con atajos y gestos. El tacto de las teclas agarra bien los dedos sin resbalones y el del trackpad es ligeramente distinto siendo más deslizante que contrastan con el encaje en la carcasa de la funda, ligeramente más rugoso.
iPad Pro Magic Keyboard “lamparita”
Los más veteranos del lugar ya sabréis que por “lamparita” me refiero al nombre que los usuarios le dieron a uno de los Mac más bonitos que han existido jamás: el iMac G4. En aquel diseño, un juego de bisagras sostenía el monitor TFT por encima de la base del ordenador con forma semiesférica. La sensación era que el monitor “flotaba”, por encima de ella - de la misma forma en la que lo hace el iPad Pro cuando se adhiere magnéticamente a este Magic Keyboard.
La forma de este Magic Keyboard con el iPad Pro incorporado es realmente bonito (como en aquel G4). Permite variar el ángulo de la pantalla unos 45 grados de forma comodísima al abrirlo y la sujeción magnética es extremadamente fuerte. Sin embargo, es fácil extraerlo porque 1/3 de la superficie del iPad Pro quedan libres del anclaje por la parte inferior, que podemos utilizar para sujetarlo con la mano y extraerlo (o volver a anclarlo). Sólo encaja en una posición con lo que no hay margen a error o posibilidad de que se descuelgue.
El diseño funciona tan bien y es tan elegante, que sorprende que a nadie se le haya ocurrido antes. La respuesta a eso pueden ser los juegos de bisagra que incorpora: el principal, que abre y cierra la funda por la mitad y uno secundario más fino que permite el movimiento en ángulo de la pantalla. Ambos, dan la impresión de ser muy robustos y duraderos ya que ninguno emplea pliegues de la funda en su recorrido - sino que son más parecidos a los resortes que podemos encontrar en portátiles para sujetar también la pantalla y por lo tanto algo más complejos.
El único punto negativo que le veo a este sistema es que la bisagra principal no permite plegarse completamente sobre si misma para ponerse en “modo libro”, con el teclado en la parte trasera y la pantalla en el frontal, como ocurre con la Smart Keyboard Folio, cosa que hubiera redondeado el sistema y su utilidad, aportando más usos a la funda.
En la bisagra principal que abre y cierra ambos lados de la tapa, encontramos un USB-C que permite alimentar el iPad Pro adherido magnéticamente a él. Se encuentra justo en el lado opuesto al que tiene la propia tableta, de forma que podremos utilizarlo de forma cómoda independientemente del lado que queremos cargarlo. Eso sí, debido a que el Smart Connector no tiene una tasa de transferencia de datos muy alta, este USB-C de la funda sólo servirá para cargar, no podemos conectar ningún accesorio a él: para eso, debemos conectarlo directo al iPad (y podremos utilizar el de la funda para cargarlo a la vez).
El Magic Keyboard no cuenta con batería ni Bluetooth, la alimentación y la conexión con iPadOS se hace automáticamente al anclar magnéticamente el iPad Pro al soporte, de forma completamente instantánea. La energía para el teclado y el trackpad se gestiona directamente por iPadOS para contener el consumo de batería, que en mis pruebas estos días con el teclado, es muy poco.
La base es mucho más estable que en el resto de fundas de la propia marca, muy rígida y perfecta para contener el peso de todo el conjunto. El centro de gravedad está ligeramente desplazado hacia atrás (dependiendo del ángulo en el que tengamos la pantalla), con lo que tendremos que llevar cuidado si queremos utilizarlo encima de las rodillas. Si mantenemos las rodillas paralelas al plano horizontal del suelo, es perfectamente estable debido a la base rígida, y si las tenemos ligeramente inclinadas, con apoyar las manos en los laterales del trackpad al escribir, evitaremos posibles accidentes sin hacer mucho esfuerzo. Con el Smart Keyboard Folio, era mucho más complicado este tipo de uso debido a que la unión magnética principal era sólo por la base y el iPad podría irse más fácilmente hacia atrás.
El accesorio perfecto para power-users
Este Magic Keyboard es sin duda el mejor teclado con trackpad que podemos comprar ahora mismo para el iPad Pro: es estable, tiene un diseño original y muy bien pensado que hace muy cómodo el trabajo con él y desde luego tanto el teclado como el trackpad son de muy buena calidad. Es una muy buena recomendación para quienes utilizáis el iPad Pro como herramienta de uso diario o trabajo y necesitáis este tipo de accesorio: este es el mejor. Sin embargo, por su alto precio, si es para un uso ocasional, también existen otras opciones de terceras compañías más asequibles - aunque no cuentan con todos los detalles y funcionalidad de la propuesta de Apple.
Teclado Apple Magic Keyboard para el iPad Pro 12,9 (4ª / 3ª Gen.), Español
Teclado Apple Magic Keyboard para el iPad Pro 11 (2ª / 1ª Gen.), Español
También esperamos la llegada del nuevo iPadOS 14 y siguientes, donde es posible que se mejore alguna característica o prestación desde el sistema operativo (como nuevos “mapeos” de teclas o más combos). Por mi parte, es el accesorio perfecto para mi trabajo diario de escritura, emails, edición de vídeos y fotografías: aporta además una buena protección con el conjunto cerrado y convierte cualquier lugar en una pequeña estación de creación - sin necesidad de disponer de mucho espacio, con mucha calidad y consistencia. Y es que el diseño es realmente espectacular: si os cuadra en funcionalidad y precio, y es compatible con vuestro flujo de trabajo en iPadOS, no hay nada mejor.
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