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MacBook Air M1 y MacBook Pro M1, análisis: éste es el futuro que los Mac merecían

Es imposible hablar de esta nueva generación sin hacerlo despacio. Lo hacemos demasiado poco, pero es a veces imprescindible para recordar que la tecnología no son ni las máquinas, ni el silicio que las compone. Su definición no vive en los cables ni en los mapas de ruta de las pequeñas o grandes compañías, sino en las sensaciones que deben producir cuando los genios las inventan o los locos crean cosas con ellas.

Para el Mac, esta nueva generación supone un nuevo comienzo, con más posibilidades que nunca

Estas sensaciones nacen de los sobresaltos, de los zarandeos. De las sorpresas por las nuevas ideas y de la injusto de recorrer siempre los mismos caminos. La tecnología debe ser transformadora pero también transformarse, debe ser impertinente, evocadora y tener cierto toque de atrevimiento: "Los Mac con M1 se convertirán en un producto distinto", dijo Jonhy Srouji, vicepresidente senior de tecnologías hardware en Apple, en la última keynote. Y es esa sensación.

Yo la sentí por primera vez por todo esto alrededor de 1996, cuando llevaba una unidad de CD-ROM externa a la trastienda del kiosco del padre de una amiga, para probarla en su PC. Cuando llegué allí me encontré con un ordenador que no había visto antes y aquella hora explorando las posibilidades de System 7 me fascinó. Era un Macintosh Performa de la época y la primera exploración en aquel sistema con una manzana - que no entendía en absoluto - sólo traía una pregunta a mi cabeza: "¿Por qué no está todo el mundo hablando de esto?".

Así que aquí seguimos haciéndolo, 24 años después, en este momento tan importante para la historia del Mac. No puedo negaros que considero la llegada de los procesadores M1 y todo lo que ello significa absolutamente apasionante, lleno de posibilidades como vamos a ver en este artículo. Andy Hertzfield, uno de los integrantes del equipo del Macintosh original, definió perfectamente el ADN de la compañía, tan importante en sus productos desde 1976: "Somos nuestros propios clientes ideales, diseñando algo que queremos para nosotros más que cualquier otra cosa". Y es esa sensación, otra vez, de algo enorme que está a punto de comenzar.

Hablemos de transiciones

Si estáis leyendo esto y no entendéis por qué hablamos de transiciones o por qué estos Mac representan un cambio tan profundo en la marca, conviene que nos detengamos un segundo a explicarlo. No entraremos en demasiados detalles técnicos - ya los explicamos en nuestro podcast semanal Las Charlas de Applesfera, si queréis conocer el contexto completo - pero es importante entender qué cambios hay y por qué se hacen ahora.

Apple ha tenido tres transiciones de hardware: todas han ocurrido por la necesidad de la compañía de crear productos sin las limitaciones de terceros

En toda su historia, Apple ha tenido tres transiciones de arquitectura de hardware, como os conté en este artículo de 2018. Esto es la tecnología que integra cómo funcionan los Mac por dentro. La primera transición fue desde los procesadores Motorola a PowerPC de IBM en 1994. La segunda, el cambio de procesadores PowerPC a Intel. El motivo de este último cambio era importante: los procesadores de IBM no tenían el suficiente rendimiento por vatio y se calentaban demasiado. Esto causó que Apple no pudiera crear el PowerBook G5 (el MacBook Pro de la época), lo cual motivó el golpe encima de la mesa de la compañía.

Fue en la WWDC de 2005, hace 15 años. Recuerdo perfectamente como aquello agitó el mundo Mac de la época, planteando dudas sobre cómo se podría migrar hardware y software sin molestar al usuario. Apple respondió a esa pregunta con dos tecnologías importantes: binarios universales y Rosetta. Las aplicaciones deben compilarse para la arquitectura del ordenador donde van a ejecutarse, y eso quiere decir que una transición de hardware también implica una migración de software. Los desarrolladores debían actualizar sus aplicaciones y compilarlas para la nueva plataforma, asegurándose que fueran compatibles.

Binarios Universales, Rosetta 2 y aplicaciones compatibles iPad/iPhone con Mac, los pilares de esta tercera transición

Los binarios universales eliminaron las dudas del tipo "¿qué versión me bajo?", ya que incluían ambas compilaciones en la misma app cuando las descargábamos desde Internet (no existía la Mac App Store y era el único modo de conseguir software en la época). Recuerdo con cariño aquella época, ya que Applesfera se hizo público en Abril de 2006, unos meses antes de que llegaran los dos primeros Mac con procesadores Intel. Esos meses, y los dos años posteriores, informábamos en nuestros artículos sobre qué tipo de versión estábamos probando, si era binario universal o no. Es curioso, porque ahora volveremos a hacerlo. Prácticamente empezamos en el momento clave de aquella transición, y fueron unos meses emocionantes con cambios importantes para la compañía, que vivimos junto a muchos de vosotros. Sinceramente, me parece increíble que hayan pasado ya 15 años desde entonces.

La segunda tecnología, Rosetta. Un software integrado en la versión Intel de Mac OS X que permitía ejecutar aplicaciones PowerPC "emulando" una arquitectura PPC. El usuario, simplemente ejecutaba la app, y funcionaba, sin configurar nada. Fue premiada por el Morgan Stanley Innovation Award, como os contaba en este artículo de 2006. En aquel momento estuvo basada en una tecnología de virtualización de una compañía llamada Transitive, que curiosamente en 2009 fue comprada por IBM (las vueltas que da la vida). Y eso no es todo, pocos conocen que el equipo original que dio pie al proyecto hoy en día trabajan para Apple y el consorcio ARM con sede en Manchester.

La transición a procesadores Apple Silicon puede ser la más rápida de la compañía

Ambas cosas permitían que los primeros Mac con Intel fueran compatibles con prácticamente todo el software existente, al menos hasta que las versiones nativas finales de cada desarrollador llegaba al mercado. En aquel momento, prácticamente todo el software de Mac se pasó a Intel en unos 12 meses, aunque algunos fueron más rápidos que otros (Adobe y Microsoft fueron excepcionalmente lentas en esto, y fue uno de los puntos negativos de aquella transición). Además, recordemos que la tecnología de la época no era especialmente brillante en virtualización ni suficientemente potente como para ofrecer un rendimiento en muchos casos, óptimo. Esto causó que tuviéramos que convivir con muchas apps que Rosetta movía con cierta lentitud.

Aún con estas excepciones, la transición se culminó antes de lo previsto, y los Macs de ambas arquitectura fueron solapándose hasta que en Noviembre de 2007, los Mac Intel sobrepasaron a los Mac PPC por primera vez. En estos 15 años, la arquitectura Intel ha traído muy buenas máquinas al mundo Mac, con un mapa de ruta que Apple sí pudo cumplir esta vez. Sin embargo, con la llegada del iPhone, era cuestión de tiempo que la compañía se pusiera manos a la obra con el único punto de su tecnología que no dominaba: su procesador central.

La llegada del procesador A4 para el iPhone 4, de fabricación propia, supuso el comienzo de un camino que hoy nos lleva a los M1

El iPhone 4 fue el primer dispositivo fabricado por la compañía que incorporaba un nuevo chip: la familia AX, que empezó con el A4. Sorprendió por su potencia, incorporando no sólo un procesador central sino también una GPU en el mismo encapsulado. Fue desarrollado bajo encargo por Samsung e Intrinsity, una innovadora compañía que venía haciendo cosas interesantísimas con la arquitectura ARM desde 1997. Su tecnología se basaba mejorar los diseños de microprocesadores para ser altamente eficientes, obtener alto rendimiento y tener menos transistores, además con bajo consumo. Ojo: es exactamente la definición con la que Apple nos ha presentado los M1.

Y llegamos a la tercera transición, después de años rumoreándose y con una Apple que ha mejorado exponencialmente esta tecnología durante 10 años fabricando estos chips para sus "iDevices". Crear estos "System on chip" o SoC (un sistema completo encapsulado en un chip) para dispositivos que requieren potencia, eficiencia y mejora en el consumo energético, iterándolos cada año, hizo que inevitablemente se dispararan las alarmas sobre todo con la llegada de los A11 y su Neural Engine: el salto estaba próximo (como las expectativas) y la duda era conocer como iban a ser estos nuevos procesadores. El feedback que consiguieron con estos desarrollos fue muy valioso y por fin ya no dependen de procesos (y tiempos) de fabricación de otras compañías para sus ordenadores. El objetivo es una nueva generación de Macs más potentes, más eficientes y con más posibilidades de diseño que nunca.

Lo llamaremos M1

El chip M1 es un prodigio de la tecnología: la unidad más pequeña de un procesador son los transistores, que en el M1 son de 5 nanómetros (el diámetro de un cabello humano es de 80.000 nanómetros, para vuestra referencia). Cada chip contiene 16.000 millones de transistores, es el chip con mayor densidad que jamás ha sido fabricado por Apple. Si queréis conocer más a fondo los detalles técnicos de estos Mac, os recomiendo escuchar este podcast que grabamos con Julio César Muñoz con todas las novedades.

Los aceleradores y la propia arquitectura unificada hacen que estos M1 sean mucho más que sus valores en benchmarks sintéticos (y eso que son muy buenos)

En grandes líneas, hay varias cosas importantes a destacar en este chip. Las primeras es que contiene 8 núcleos de CPU y hasta 8 núcleos de GPU (gráficos integrados) en el mismo encapsulado. La única diferencia entre modelos es que el MacBook Air de 256 GB tiene 7 núcleos, mientras que el modelo de 512 GB de almacenamiento SSD y el nuevo MacBook Pro, tienen 8. Todos ellos además cuentan con un Neural Engine de 16 núcleos, igual al que incorporan los chip A14 montados en los últimos iPhone 12 y iPad Air. Estos chips aceleradores de inteligencia artificial se encargan de mejorar las imágenes de la cámara FaceTime HD, detectar objetos o personas en fotos o vídeos, etc... descargando a la CPU de estos cálculos.

Sin embargo, el cambio más importante en esta tecnología es la combinación de todos estos procesadores bajo una arquitectura de memoria unificada. Consiste como su propio nombre indica en la unificación de la memoria de banda ancha y baja latencia bajo un mismo sistema. Ahora, todos los componentes del SoC acceden a la misma información sin tener que copiarlos entre distintas unidades de memoria. La RAM está ahora mejor compartida y es más accesible, y compartida entre los distintos componentes del M1. Esto en el día a día permite que las texturas de los juegos no tarden en cargar, que los vídeos funcionen sin saltos y que se eficiente el consumo energético.

El chip M1 además divide entre dos tipos de núcleos de CPU, los de alta eficiencia y los de alto rendimiento. Para las tareas del día a día sin mayor carga de cálculo, se usan los de alta eficiencia, ahorrando batería y generando menos calor. Cuando buscamos potencia, se activan los cuatro de alto rendimiento. Aún así, por el propio diseño de la arquitectura y el uso de la arquitectura de memoria unificada, se calientan tan poco (señal de eficiencia energética) que incluso el MacBook Air se permite el lujo de no llevar ningún tipo de ventilador.

El M1 trae consigo la seguridad mediante el chip T2 que ya conocemos en dispositivos como el iPhone para, por ejemplo, la protección del arranque: esto es, nadie podrá instalar un sistema operativo o acceder a él si no es el usuario autorizado. Es algo muy similar a lo que existe en los teléfonos: no se pueden formatear o restaurar excepto por su legítimo dueño. Además, también contamos con el Secure Enclave de nueva generación, que ya tenía el nuevo iPad Air para usar el nuevo TouchID en el botón de encendido/apagado, mucho más rápido que el original. En los Mac, también se utiliza para acceder a nuestros datos privados almacenados con mucha más velocidad y de nuevo, descarga al procesador principal de esta tareas.

Diseños que conocemos, pero con superpoderes

Los tres primeros Mac con procesadores M1 son el Mac mini que nuestro compañero Miguel López ha podido analizar también y los dos primeros portátiles, y estos MacBook Air y el MacBook Pro. Se especuló mucho antes de la llegada de estos procesadores sobre si veríamos un nuevo diseño en los primeros Mac M1, pero Apple ha preferido seguir con la línea conservadora que ya practicó en la generación anterior: diseños conocidos, cambiando sólo el interior. Esto lanza un mensaje claro al usuario que no necesita entender de arquitecturas o transiciones, simplemente quiere usar el último Mac del mercado. La marca ni siquiera menciona en ningún lugar de la caja que estos nuevos modelos incorporan el M1 como procesador principal.

En diseño, cuando sacamos los Mac de sus cajas son prácticamente idénticos a sus generaciones anteriores, incluso los tenemos en los mismos colores: el Air en Gris Espacial, Oro y Plata y el Pro en Gris Espacial o Plata. Apple ha perdido una oportunidad magnífica para sacar alguno de los modelos en el fantástico color Azul pacífico de los iPhone 12 Pro Max, pero sin duda apuestan por mantener diseño como símbolo de transición.

Mismo cuerpo unibody fabricado en aluminio, trackpad Force Touch y teclado Magic Keyboard incluido con sensor Touch ID en el caso del Air o TouchBar en el caso del Pro. Uno de los puntos de diferencia físicos de estos nuevos Mac es precisamente el teclado, en funcionamiento son exactamente iguales pero algunas de las teclas ahora tienen nuevas funciones o han sido remapeadas. Por ejemplo, la tecla de función ahora tiene serigrafiado el icono de la bola del mundo y sirve para lanzar la ventana de emojis y símbolos desde cualquier parte de macOS. Desde el apartado "Teclado" de Preferencias del Sistema podemos modificar el comportamiento de esta tecla, y cambiarlo para utilizarlo en cambiar la fuente de entrada, iniciar dictado o simplemente desactivando esta nueva opción y dejándola como la tecla de Función que conocíamos hasta ahora.

Otro de los cambios que nos encontramos al revisar el teclado es el cambio de las funciones secundarias de las teclas F4, F5 y F6 (en el caso del MacBook Air) que ahora se convierten en Búsqueda Spotlight, Dictado y Modo No Molestar. Las dos últimas activan o desactivan estas funcionalidades simplemente pulsándolos. Si queremos que se comporten como las teclas de función estándar, sin modificar su comportamiento desde Preferencias, el botón "Función / bola del mundo" actuará siempre como función si la pulsamos en combinación de cualquier otra tecla. Es una forma cómoda de implementar ambas características y facilita el trabajo con los emojis, búsqueda en Spotlight o activar el modo No Molestar sin necesidad de aprendernos combinaciones de teclas. Por lo demás, el Magic Keyboard es exactamente el mismo que en las generaciones anteriores, tanto en tacto como en pulsación o uso.

Hablando del Air, la pantalla mejora con respecto a la generación anterior, y se pone a la altura del MacBook Pro en gama cromática: ahora por fin tiene el espacio de color cinematográfico P3. Eso implica una mejora en la tonalidad y contraste de los colores respecto al sRGB anterior que amplían su espectro de muestreo. Eso sí, se mantiene la diferencia de los 100 nits de brillo (la luminosidad de la pantalla), que en el Air es de 400 y en el Pro de 500. A efectos prácticos en luminosidad, no parece notarse la diferencia ni en interiores ni en exteriores, pero conviene conocerlo.

El diseño de ambos modelos no ha sido actualizado pero sigue siendo perfectamente vigente, aún sin reducción de marcos el lenguaje visual de estos portátiles tiene la misma presencia y calidad en la construcción de los materiales de siempre, con exactamente el mismo peso y las mismas medidas de la generación anterior. Las malas noticias al mantener este diseño es que seguimos contando con ya obsoleta cámara FaceTime HD a 720p, que Apple debería haber actualizado ya. Aún con la mejora de calidad que aplica el procesador de imagen digital del M1, sigue siendo insuficiente para los estándares de hoy en día. Un portátil de esta gama en 2020 debería llevar mínimo una 1080p con mejoras en la óptica - sobre todo teniendo en cuenta que si algo ha dejado claro esta pandemia de COVID-19 es que el teletrabajo ha venido para quedarse y la vamos a usar más que nunca.

El sistema de sonido sí ha sido mejorado en el Pro: no al fantástico nivel del MacBook Pro de 16" (que en audio está sin duda en otra liga), pero se mejora el conjunto de tres micrófonos con calidad de estudio incluidos. Nos será muy útil para mejorar el sonido de nuestras videoconferencias sin necesidad de utilizar micros externos, o incluso para grabar algún podcast de urgencia sin más accesorios. Los dos puertos Thunderbolt/USB-C son ahora compatibles con la nueva norma USB 4. Esta versión mejora y optimiza la transferencia de datos al usarlos de forma simultánea y además es compatible con los dispositivos Thunderbolt 3 que tengamos, con lo que es una buena puesta al día de cara a futuros periféricos.

Comienzan las sorpresas

El controlador de acceso a la unidad de almacenamiento SSD está integrado en el M1 y la unidad de memoria unificada permite velocidades de transferencia increíbles incluso para los Mac que ya contaban con SSD. Por ejemplo, para que os sirva de referencia, en mi MacBook Air del trabajo (Retina, 13 pulgadas, 2020) la velocidad de escritura es de unos 700MB/s y la de lectura unos 1450MB/s. Son cifras altísimas que permiten trabajar con ficheros de gran tamaño, incluso aunque estén codificados (tarea que el T2 se encarga de acelerar, por cierto). Sin embargo los números en estos nuevos portátiles duplican con holgura estos números:

Este acelerón en el disco duro aporta las evidentes mejoras de rendimiento que podemos pensar: arranque del sistema, de las aplicaciones, descompresión de ficheros... Sin embargo, en estos modelos hay que tener en cuenta que el disco duro es más importante aún: si macOS necesita más memoria RAM, podrá utilizar este disco duro ultra-rápido como memoria extendida de forma más eficiente que nunca.

La otra gran sorpresa en esta generación es la duración de la batería. Personalmente, os puedo decir que nunca había visto un comportamiento tan eficiente como el que tienen estos nuevos Macs en ningún dispositivo. En el Air, los números teóricos de la marca dicen que alcanza hasta 18h de autonomía (6 horas más que la generación anterior) y en el Pro llegan hasta las 20h...¡10! Horas más de autonomía que su generación anterior. No hay magia aquí: lo que ha hecho Apple es aplicar la experiencia en eficiencia energética que lleva acumulando los últimos diez años fabricando y optimizando dispositivos móviles. Sin embargo, ¿son estos números reales en el día a día? Rotundamente no. Por primera vez en un análisis de un dispositivo de Apple puedo decir que son aún mejores.

Para probar la batería, he estado utilizando de ambos portátiles de forma rotatoria: un día uno y otro día otro. Las aplicaciones que he tenido activas y con las que he trabajado durante las jornadas delante del ordenador ha sido Outlook, Teams, OneNote, Slack, Apple Music, Fantastical, Notas, iA Writer, Sublime Text y alguna apertura ocasional de algunas otras como AppleTV o Apple Podcasts. La mayoría, corriendo bajo Rosetta 2 sin ningún problema. El brillo de la pantalla estaba en el 50% y he utilizado una pequeña aplicación llamada Jiggler que emula un movimiento artificial del ratón durante unos segundos para evitar que se apague la pantalla - como si estuviera utilizándolo. Esto hace que la pantalla ha estado encendida sin descanso durante toda la jornada. Los números del MacBook Air, trabajando desde las 9:26 hasta las 23:16 de esta forma, dejan la boca abierta:

Un 40% de batería aún, 14 horas después de uso. Esto quiere decir que podríamos llegar a tener funcionando el portátil ininterrumpidamente, sin apagar la pantalla, trabajando con él y con las aplicaciones comentadas alrededor de 23 horas. Las pruebas de batería ya sabéis que dependen de muchos factores, de cómo usemos las apps, temperatura de la habitación, etc... pero no dejan de ser 5 horas más de la que Apple cautamente nos dice en las especificaciones. Pero esperad: en el MacBook Pro son todavía mejores.

Con el mismo caso de uso (con unos 30 minutos de pantalla apagada), después de 13 horas (desde las 9:02 hasta las 22:04), la batería llega al 49%. Eso significa que podríamos estar utilizando el MacBook Pro de forma ininterrumpida alrededor de 25 horas, 5 horas más de lo que teóricamente ofrece Apple y que cuadra linealmente con la prueba hecha en el Air. Es una auténtica barbaridad el nivel de eficiencia energética alcanzada por estos Mac y lo práctico que puede ser en viajes, conferencias, moviéndonos entre salas de reuniones o utilizando estas nuevas máquinas desde el sofá.

Como curiosidad, cuando he vuelto a mi MacBook Air del trabajo (generación 2020 os recuerdo) inconscientemente llegué a pensar que la batería de este Mac Intel estaba en mal estado al mirar de reojo como a medio día el porcentaje había bajado "tanto". Luego recordé que ya no estaba en el M1: que rápido nos acostumbramos a lo bueno. Esta sensación casi irreal de batería estable e inamovible también se mantiene si utilizamos juegos o software más complejo: obviamente en estos casos el consumo de batería es mayor pero mucho menos que en cualquier generación anterior.

También he hecho una de las pruebas reales que más útiles pueden sernos si necesitamos cargar rápidamente el Mac antes de salir de casa o en una situación urgente: cuanta carga son capaces de subir en 1 hora utilizando el cargador que viene incluido en la caja. Estos son los resultados:

  • MacBook Air, cargador incluído de 30W, 1 hora de carga: Pasa de 32% al 79%, +47% de incremento.
  • MacBook Pro, cargador incluído de 61W, 1 hora de carga: Pasa de 19% al 75%, +56% de incremento.

Aproximadamente la mitad de la carga en una hora, son números bastante habituales en dispositivos que cuentan con carga rápida y cargadores potentes, sin embargo hay que pensar que ese 50% de batería puede durar entre alrededor de 12 o 13 horas de trabajo. John Ternus, vicepresidente de ingeniería del hardware de Apple ya lo anticipaba en la keynote: "El M1 ha sido optimizado para nuestros sistemas más populares de bajo consumo donde el tamaño pequeño y la eficiencia energética son la clave".

Compatibilidad, día a día y Rosetta 2

En términos de transición Apple quería que el usuario no tuviera problemas. La tecnología que tenemos hoy en día está muy por delante de la que vimos en 2006 (ambas versiones de Rosetta sólo tienen en común el nombre, porque como sistemas son completamente distintos) y esto permite que los "wow" comiencen desde que hacemos la primera instalación del Mac, que acaba más rápido que nunca. La apertura de la tapa es instantánea, tan rápida, que a veces dudaremos si realmente la pantalla de queda apagada cuando la cerramos o realmente se desconecta. El sistema operativo se mueve fluido, responde a la perfección y es más rápido que nunca: se nota que Big Sur está construido para estos procesadores, y mejorará aún más en próximas iteraciones.

A nivel de compatibilidad, el usuario no tiene que entender de aplicaciones nativas, binarios universales o lo que es Rosetta 2: todas las aplicaciones funcionan, las nativas ya compiladas a la nueva arquitectura mejor que nunca (no hay más que ver esta pequeña demostración en mi Instagram, donde además sigo subiendo vídeos, revisad los destacados) y además parece que en esta transición los desarrolladores están preparando sus aplicaciones mucho antes que en la anterior. Microsoft y Adobe tendrán listas las versiones finales de sus suites en Enero de 2021, dos meses después de ponerse a la venta estas máquinas.

Sin embargo, lo importante es conocer si las aplicaciones que aún no están migradas, podremos seguir utilizándolas. En estas semanas de prueba, he de decir que no me he encontrado ninguna app Intel, grande o pequeña, que no haya funcionado (con las excepciones de la virtualización, que hablaremos a continuación). Rosetta 2 se instalará a partir de macOS 11.0.1 (ojo, si compráis un Mac M1 con una versión anterior deberéis actualizar para que instale Rosetta 2). Es decir, cuando ejecutéis la primera app Intel, el sistema os dirá que necesita de este software adicional para funcionar. Si estamos de acuerdo, se descargará y se instalará automáticamente.

Una vez instalado, no volveremos a verlo jamás. No hay que configurarlo de ninguna forma. Cualquier app Intel ya os funcionará simplemente instalándola o ejecutándola como siempre. Rosetta 2 en esta transición hace una precompilación a la arquitectura nativa ARM antes de ejecutar la app, por lo que es mucho más rápida que la versión de 2006 que "virtualizaba" de forma transparente las apps no miradas.

Y es toda una sorpresa. Durante estos días, he trabajado con las suites de Office e incluso con las de Adobe (Photoshop y Lightroom), en sus últimas versiones disponibles oficialmente que aún son versiones Intel. En el caso de Adobe, cuando arrancamos por primera vez, nos advierte que vamos a utilizar una versión no nativa, mientras acaban la versión final para procesadores M1:

Pero todo funciona perfecto. Outlook, Lightroom Photoshop, Word, las aplicaciones responden, sin ralentizaciones ni esperas, tal y como esperaríamos de una aplicación nativa. En algunas ocasiones, he tenido que revisar pulsando "Obtener información" de la app en cuestión para ver si realmente estaba ejecutando una versión no nativa. El grado de fluidez conseguido por Rosetta 2 en estas máquinas, de nuevo sorprende.

El gran problema de Rosetta 2 son los virtualizadores de sistemas operativos. Estas aplicaciones utilizan instrucciones específicas de Intel destinadas a la virtualización y tampoco "traduce" extensiones del kernel. Esto significa que VMWare, Parallels, VirtualBox y similares deben migrar su software a la nueva arquitectura para poder funcionar, aprovechando las ventajas que le ofrecen los M1, que prometen alguna sorpresa en rendimiento también en la versión final.

Para escribir este artículo, he contactado con el departamento de prensa de VMWare que sólo ha podido remitirme sin mas información a un tuit bastante ambiguo de la compañía publicado el mismo día de la presentación de los M1, pero sin compromiso de fechas o mapa de ruta más preciso. También hablé con Parallels y ellos parecen que tienen algo más avanzado: hay incluso un programa para apuntarnos a una beta pública para probar la primera versión de su Parallels 16 diseñada nativamente para procesadores M1, pero aún no hay fecha tampoco de cuando será eso.

En mi opinión, esto me parece una gran oportunidad perdida para estas empresas que podrían haber acelerado estas primeras versiones después de que en Junio de año, Apple hiciese pública la transición y pusiera a disposición de los desarrolladores los kits de transición con el Mac mini de prueba. Eso habría posicionado una solución por delante de la competencia, teniendo en cuenta que sin ellos ahora mismo no se puede ejecutar Windows (o cualquier otro sistema operativo que no sea macOS) de ninguna forma en los Mac con Apple Silicon. Es algo que se solucionará en el futuro, pero hay que tenerlo claro si utilizáis algún software que sólo esté para esa plataforma.

Con los emuladores, por ejemplo, aunque puedan parecer lo mismo no lo son, ya que no utilizan instrucciones de virtualización específicas de Intel para funcionar. Probé mi favorito, el fantástico Retro Virtual Machine en su versión Intel y todo iba a la perfección aún con Rosetta 2. Os recomiendo ya que estamos que le echéis un vistazo al trabajo de Juan Carlos, ya que si sois aficionados también a los videojuegos retro, os encantará. Por cierto, habrá versión nativa para M1, muy pronto.

Las pruebas de rendimiento reales

Mucho se ha hablado estos últimos días del rendimiento de estas nuevos Mac M1, basándose generalmente en tests sintéticos como Geekbench o similares. En mi opinión, con los M1 ya no es correcto extrapolar rendimiento a un sólo valor númerico como los puntos por núcleo o multiprocesador. Esto es debido a que el M1 lleva distintos tipos de aceleradores (como el criptográfico) y utiliza patrones de aprendizaje neuronal pero hacer más rápido ciertas tareas, que no están basadas en patrones lineales consideradas por los algoritmos genéricos de estas pruebas. No porque salgan mejor o peor parados (de hecho, los M1 salen muy bien en la foto) sino porque pueden no reflejar la realidad del trabajo del día a día. Para vuestra referencia (ya que al final entiendo que se quiera conocer), aquí tenéis los valores de Geekbench 5:

Como veis, son números muy buenos en términos mononúcleo que ayudan a disparar el resultado multinucleo, comparando este ordenador no sólo contra otros dispositivos con procesadores Apple Silicon - también contra cualquier otro dispositivo de Apple de características similares. En Cinebench R23 son un poco más precisos por los cálculos con los que procesan las imágenes de prueba, aunque tampoco los consideraría un valor más de referencia o contexto:

La forma de probar estos nuevos Macs es probando las aplicaciones. Para ello, he escogido algunas de las más populares y de paso, he aprovechado para medir la temperatura de la superficie de la carcasa - otra de las características más notables de los M1: se calientan muy poco. Trabajando con ellos durante todo el día, con las aplicaciones que os he comentado durante las pruebas de batería, noto que la carcasa está entorno a los 22-25 grados, tanto en el MacBook Air como en el Pro. El Air no tiene ventiladores y el modelo de análisis tiene 7 núcleos de GPU, pero el Pro apenas utiliza su ventilador excepto en casos muy concretos.

Para las pruebas de calor, he empleado un termómetro infrarrojo industrial, con rango de -50℃ a 680℃ y puntero láser para medición precisa

Empecemos por el Final Cut Pro, utilicé la versión nativa que Apple ya tiene disponible, y lancé el popular test BryceX que crea un timeline muy corto pero complejo, a una resolución de 5120x2700. Utiliza generadores estándar de Final Cut, títulos y transiciones, combinándolos en capas lo cual utiliza mucha GFU. Después, mido el tiempo de exportación en formato ProRes 220. En el caso del MacBook Air, la media entre cinco pruebas distintas me daba unos 21,12 segundos lo que lo sitúa en el conjunto de máquinas mucho más potentes de la generación anterior. Para el Pro, el tiempo baja hasta los 18,46 segundos.

Probé algo más usual: edición de vídeo 8K en el MacBook Pro. Os recuerdo que el modelo de análisis es el "básico", con 8GB de RAM y 256GB de almacenamiento SSD. Los vídeos que utilicé tenían una resolución de 7680x4320, codificados bajo Apple ProRes 422, con sonido estéreo a 48kHz. Y la edición funcionó sin problemas, pudiendo previsualizar en tiempo real (con los filtros de calidad al máximo) el video sin salto ni parones.

Si bien no está destinado para el mundo profesional de alto nivel (cinematógrafos, etc...), es perfectamente válido para la creación puntual a éstas altas resoluciones - o edición de vídeo más normal, sin problemas. Cuando pasamos la pistola térmica por el cuerpo del Mac, veo que sube sólo hasta los 31,5 grados... y de una forma muy silenciosa: el ventilador apenas emite un zumbido pero no se activa del todo, como hubiera ocurrido en el Mac Intel.

En el MacBook Air, probé algo distinto: varios videos 4K previsualizándolos en tiempo real y de forma simultánea con pantalla partida. De nuevo recuerdo que estamos hablando de una máquina sin ventilador, con 7 núcleos de GPU (no 8, este modelo de análisis también es el modelo "básico") y la máquina fue capaz de moverlo en tiempo real sin ningún problema, ni ralentizaciones, exportándolo en 1 minuto y 55 segundos.

La temperatura es más alta que en el Pro utilizar la ventilación pasiva, pero siguen siendo unos muy buenos valores para un ordenador de este tipo y con esta tarea. Hay que destacar también que el enfriamiento de estos modelos es sensiblemente más rápido que en generaciones anteriores, tal como he detectado en mis pruebas.

Pasamos ahora a otra de las pruebas con la app profesional de Apple para sonido: Logic Pro. Para probarlo, utilicé la versión final nativa M1 que hay disponible en Apple y probé a añadir pistas hasta conseguir ver la ventana de "Sistema sobrecargado", lo que quiere decir que el Mac no puede procesar más allá. Para ello, subí el buffer de entrada/salida al máximo (1024 samples) y en los hilos de proceso marqué los 8 que hay disponibles en al CPU (cada uno de los 8 núcleos).

Aquí los resultados han sido idénticos tanto para el MacBook Air como el MacBook Pro, ambos con 8GB de RAM: 70 instrumentos simultáneos en tiempo real reproduciéndose a la vez. Es un valor impresionante para estos dispositivos que recordemos son un modelo "de entrada" en la nueva gama Mac bajo una arquitectura completamente nueva.

Probemos ahora con Xcode 12, la última compilación ya basada en arquitectura ARM disponible por Apple (la versión oficial, no la beta). Para ello, utilizo el XcodeBenchmark, que mide el tiempo de compilación de un proyecto complejo que incluye 42 librerías CocoaPods y más de 70 dependencias en total. En el MacBook Pro, el ordenador tardo 128.555 segundos en compilarlo:

En el MacBook Air, el mismo proyecto tardó 144.630 segundo en compilarse, algo más de tiempo que en el Pro pero que siguen siendo unos valores magníficos. Para ponerlos en contexto, en la página de Github donde podéis descargaros los fuentes de la prueba, hay una gráfica que sitúa los resultados obtenidos por los M1 entorno al iMac de 27" lanzado en 2019, montando un i9 a 3,6Ghz, 8 núcleos y 64GB de RAM.

Los valores ligeramente superiores en el Air (es decir, tarda más tiempo en compilarlo) es debido a que el Pro puede mantener los núcleos de potencia y eficiencia funcionando a la vez de forma sostenida debido a la disipación de calor activa haciendo funcionar el ventilador. El Air cuando mantiene la carga sostenida en el tiempo y el chip empieza a calentarse demasiado, disminuye la carga de los núcleos de potencia para enfriarlo calculando en cada segundo el equilibrio potencia/eficiencia alcanzable por el sistema. Aún así, de nuevo tan sólo llega a poco más de 37" en la zona más caliente de su carcasa:

Por último, probemos algún juego. En la keynote se presentó el nuevo Baldur's Gate III como ejemplo de la potencia gráfica de los M1, pero la versión nativa para Macs M1 aún no está disponible. Estos juegos nativos tienen una pinta fantástica, por ejemplo, en esta tech-talk de Apple para desarrolladores donde explican el proceso de integración de Metal en los M1 podemos ver ese mismo juego funcionando en un Mac mini a calidad ultra.

Para ponérselo más dificil a los Mac M1, instalé Steam bajo Rosetta 2 y me bajé el Shadow of the Tomb Raider. En la WWDC20 vimos como Apple ponía juegos con alta carga gráfica como ejemplo de lo que se podía conseguir, y era algo que quería ver con mis propios ojos: el resultado es de nuevo sorprendente para un juego basado en otra arquitectura y traducido por Rosetta 2, como podéis ver en este vídeo.

Con los gráficos en calidad alta el juego alcanza unos 45fps, que si bien no es el rendimiento más óptimo para el estándar hoy en día (donde priman los 60fps) no podemos olvidar que el juego no está compilado para la nueva arquitectura ni optimizado de ninguna forma. Aún así, es perfectamente jugable con unos gráficos fantásticos... y recordemos que esto sigue siendo un MacBook Air con 8GB de RAM y sin ventilador. Por supuesto, si situamos los valores gráficos en valores medios-altos, jugaremos aún a mejor tasa de frames por segundo.

Como veis, durante esta prueba el Mac sí que subió de temperatura, pero sigue siendo un valor muy bajo respecto a lo que es habitual mientras jugamos a estos juegos. Este valor se obtuvo con aproximadamente 30 minutos de juego, con el MacBook Air apoyado sobre una mesa de madera que además concentra más el calor como material. En mi MacBook Pro Intel, los ventiladores ya habrían arrancado a toda velocidad hace 20 minutos.

Instalar apps de iOS o iPadOS por fin es posible

Algo de lo que se habló cuando se anunció la transición es de la capacidad de ejecutar aplicaciones de iPhone o de iPadOS directamente en el Mac. No me refiero a Project Catalyst, donde los desarrolladores pueden "adaptar" sus apps de estas plataformas para que funcionen en un Mac: hablo de ejecutar directamente una app descargada del iPhone con un explorador de archivos en el Mac. Y funciona, lo probé con mi propio Instagram: conecté el iPhone al Mac, utilize iMazing para extraer la app, doble click en ella cuando la tenemos en el escritorio... y ya está instalada como una app más. Se integra con las notificaciones del sistema, la accesibilidad, utiliza la cámara FaceTime para las stories y nuestros álbumes de Fotos para publicar imágenes.

Con la app de Instagram instalada en el Mac, funciona incluso el hand-off entre dispositivos

El problema de estas aplicaciones es que no pueden redimensionarse. Recordemos que es directamente la app disponible en la App Store, no ninguna versión adaptada. Para probar alguna de iPad, probé Among US pero me la descargué de forma distinta: si tenemos un Mac M1 la Mac App Store ahora nos muestra dos pestañas en nuestra lista de apps descargadas. Una, para las apps de Mac y otra para las apps de iPhone/iPad.

Desde aquí podemos descargarlas directamente al Mac sin utilizar ningún programa intermedio. Los desarrolladores pueden bloquear esto, por ejemplo, Instagram no aparece en mi lista de apps descargadas para iPhone aunque entre en esta sección: por eso tengo que utilizar la que tengo instalada (y firmada con mi cuenta) en mi teléfono.

Among Us e Instagram funcionando en un Mac con procesador M1, sin problemas

Con Among US instalado en el Mac, la partida comienza al instante y puedo utilizar el ratón para mover el protagonista, como os enseño en estos vídeos. En estas aplicaciones cuyo origen es el mundo táctil de iOS o iPadOS, el Mac nos ofrece una ayuda táctil extra al instalarlas en macOS: manteniendo pulsada la tecla comando, el trackpad se convierte en la propia pantalla táctil, de tal forma que traducirá cada interacción a la zona de la ventana de juego apropiada.

En algunos juegos, podemos jugar incluso con mandos de consola que tengamos vinculados en el Mac. En mi caso, descargué el Call of Duty de iPadOS y lo probé con el mando de la PS4 que tengo conectada al ordenador, funcionando perfectamente. En este sentido, las apps funcionan muy bien pero sin duda necesitan una puesta a punto para ser perfectas en nuestro Mac. Con muy poco esfuerzo los desarrolladores pueden mejorar estos detalles y tener su aplicación portada al escritorio de macOS funcionando con toda la potencia de los M1: las posibilidades que ofrece esto son enormes.

Los Mac ya forman parte del futuro

Los modelos de análisis, como he comentado, con la gama básica que Apple pone a la venta: el MacBook Air de 1129€ y el MacBook Pro de 1449€. Por este precio, Apple pone delante de nosotros los mejores ordenadores en la entrada de sus respectivas gamas que jamás ha visto la historia de la compañía. Os recomiendo pasar a 16GB sólo si lo requerís porque trabajáis con archivos de imágenes o vídeo muy grandes, o si queréis apostar por el largo plazo. Recordad también que si subís el almacenamiento a 512GB en el Air, pondréis un núcleo más de potencia en su GPU - perfecto si vuestro día a día necesita de potencia gráfica. Son potentes, eficientes, llenos de posibilidades y cuyos únicos pocos límites - después de todas las pruebas - están impuestos por software de terceros que aún no están actualizados.

En el corto plazo, debéis contemplar que todas las herramientas que utilizáis en vuestro Mac Intel funcionan en el M1: excepto la virtualización y algunas aplicaciones del extenso y complicado mundo del desarrollo, estos Macs están preparados para casi cualquier cosa como nunca antes hemos visto en estas gamas y son una de las mejores opciónes de compra ahora mismo dentro del ecosistema Apple. A medio plazo, con las pertinentes puestas al día de este software más rezagado, las posibilidades y capacidades serán todavía más amplias.

Nuevo Apple MacBook Air (de 13 pulgadas, Chip M1 de Apple con CPU de ocho núcleos y GPU de siete núcleos, 8 GB RAM, 256 GB SSD) - Plata

Nuevo Apple MacBook Pro (de 13 pulgadas, Chip M1 de Apple con CPU de ocho núcleos y GPU de ocho núcleos, 8 GB RAM, 256 GB SSD) - Gris espacial

Es sin duda un cambio de generación que no esperábamos: el as en la manga de la compañía que durante diez años se ha preparado para este momento, mejorando de forma paciente y sobre todo muy bien pensada cual debía ser el salto de esta tecnología a los Mac. El resultado es sin duda el futuro que la gama Mac siempre ha merecido y que por fin parece que va a ser mejor de lo que todos esperábamos.

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