Para Apple, los portátiles siempre han sido un punto importante de innovación y casi una demostración técnica de cómo poder llegar más lejos. En los Macs de escritorio prácticamente se puede hacer cualquier cosa - el espacio no está tan limitado, la refrigeración no es un problema y el peso no es una variable a tener en cuenta - pero cuando hablamos de los Macs que nos llevamos fuera de casa, la cosa se pone seria.
Steve Jobs sabía perfectamente que la informática iba a salir del escritorio, y el futuro de Apple pasaba por ahí sin ninguna duda. Más allá de los nuevos dispositivos que la compañía pudiera lanzar, pensados desde cero como hardware para llevar - como serían los iPod, iPhone y iPad - en los portátiles todavía quedaba mucho espacio para la innovación. Una de las causas por las que la compañía abandonó los procesadores PowerPC y se pasó a Intel, fue ésta: el mapa de ruta de los procesadores portátiles no estaba asegurado, y la promesa de un PowerBook G5 se convirtió en una utopía.
La historia del MacBook tiene un pasado de innovaciones que potenció el MacBook Air y en este modelo están más presentes que nunca
Ya dentro del mundo Intel, las opciones eran varias: desde procesadores pensados para ser integrados en portátiles, como modelos más eficientes energéticamente. Algo que sin duda eran las bases para dar el siguiente paso, para distanciar aún más a los portátiles del escritorio, y con estas premisas nació el MacBook Air: uno de los portátiles que inició la revolución. Con el MacBook que revisamos el año pasado, Apple dio todavía un paso más - en un momento en el que el MacBook Air se convirtió, pese a algunos pesimistas, en un icono muy popular de la compañía - y es que aquel MacBook de hacer algunos años nos sorprendió por todo lo que estaba iniciando. En el modelo actualizado de este año, hablaremos de cómo está siendo su recorrido.
Los puntos clave: más potente y memoria más rápida
Las mejoras en el modelo de este año no son radicales, pero si necesarias para poner al día el nuevo modelo y acercarlo todavía más al público. El primer cambio consiste en un nuevo modelo con el color que parece de moda: oro rosa. Es el único Mac rosa que tiene ahora mismo Apple en el mercado, y un gran acierto si se quiere orientar este producto para el consumidor no profesional.
El modelo analizado en este artículo es precisamente ese, un color que sorprende al verlo en directo porque es mucho más elegante de lo que vemos en las fotos. Al igual que el dorado, el color en el aluminio queda mucho más discreto que en las fotografías, aunque la tonalidad - tanto de éste, como los del resto de la gama - causa muy buena impresión y sin duda llama la atención entre el resto de portátiles a los que estamos acostumbrados. Incluso las letras “MacBook” impresas en la pantalla son del mismo color del aluminio, y las manzanitas incluidas con el paquete serán también del color que escojamos para nuestro equipo.
La potencia era un punto de mejora importante del modelo original, ya que el diseño extremo de adelgazamiento de este MacBook necesitó de cierto sacrificios. Para esta nueva versión de 2016, Apple utiliza la nueva generación de procesadores Core M de Intel - m3 y m5 - a velocidades de 1,1 Ghz y 1,2 Ghz, aunque también podemos disponer de una versión m7 a 1,3 Ghz. Los tres modelos cuentan - como es habitual - con la tecnología Turbo Boost de hasta 2,2 Ghz, 2,7 Ghz y 3,1 Ghz, en tareas que requieran un esfuerzo adicional en potencia bruta de proceso.
Los modelos de este año son parte de la nueva generación Skylake - que como comentan los compañeros de Xataka, no son revolucionarios, pero sí con mejoras destacables a nivel de microarquitectura - y que según los rendimientos teóricos prometen hasta un 20% de mejora de rendimiento con respecto al MacBook de 2015. En el modelo actual, la mejora del procesador ha sido redondeada con la mejora de una memoria RAM LPDDR3 más rápida (a 1867 MHz). Estas dos mejoras, mejoran un aspecto clave del trabajo del día a día con este Mac: más empuje en potencia y mejor gestión de las aplicaciones en memoria. Incluso en el modelo de entrada, que es también el modelo analizado en este análisis. Podéis ver mi informe de resultados Geekbench hechos a este equipo y compararlo con el modelo del año anterior, o de cualquier otro Mac - o dispositivo iOS - que he probado últimamente, todos los datos los tenéis a vuestra disposición. Pero este MacBook es algo más.
Su comportamiento en el día a día
Ok. Dejemos de hablar de números. Delante de mi tengo un dispositivo que transmite mucho más carisma que prácticamente todos los portátiles que he utilizado en mi vida - con excepción del mítico PowerBook de aluminio, al que sigo adorando - y eso es porque Apple ha querido dar un nuevo aspecto: por eso al primer vistazo se confunde con un iPad o un dispositivo similar. “¿Eso es un ordenador?”, lo oiréis a menudo. En mi opinión, los MacBook de los últimos años perdían mucho de la personalidad original al mimetizar a los Pro convirtiéndose en meros "hermanos pequeños". Estos nuevos modelos vuelven a ser catalizadores de un concepto distinto.
Sí, lo es. No es el ordenador más potente del mundo pero no tiene que serlo: a menudo nos empeñamos en calificar de excelente una nueva máquina sólo porque es rápida. ¿Es la más rápida y potente? Entonces debería ser la mejor. Y eso no sólo no es cierto sino que se aleja del concepto de dispositivos que ofrece Apple: no juegan una carrera de velocidad, sino de fondo. En este caso, el MacBook prefiere ofrecer ultraportabilidad y diseño con un rendimiento perfecto para las aplicaciones diarias de un usuario convencional.
El nuevo MacBook no es un Pro. No es tan potente para tareas profesionales como la edición de vídeo de ultra alta resolución ni para trabajar con aplicaciones dependientes de la potencia bruta del procesador, nada de trabajos en 3D y probablemente no logrará una alta velocidad de proceso en aquel proyecto del laboratorio de computación distribuida. Teniendo en cuenta que este portátil no es para usos profesionales, y entendiendo la idea de Apple con este modelo, poneos cómodos.
Diseñado como herramienta de trabajo y de exclamación
Es el portátil más bonito que he visto en los últimos años: se nota la experiencia de Apple miniaturizando dispositivos iOS
Es el portátil más bonito que he visto en los últimos años. Ya sé que lo he dicho, pero la belleza o se reduce a lo extremadamente delgado y cómodo de transportar que es, ni a la tremenda pantalla Retina, al genial trackpad ForceTouch o al estupendo conjunto de altavoces que suenan realmente bien (y aquí se nota mucho la experiencia de Apple con los dispositivos iOS y su miniaturización). Las teclas, que odiaréis profundamente todos los amantes de los teclados mecánicos (estáis ahí, ¿no?) y al que el resto de usuarios no sólo nos acostumbramos sino que vemos cualquier otro “como miniaturizado” - ya que las teclas de este modelo son más grandes y con el nuevo mecanismo de “mariposa” para estabilizarlas.
Todo, absolutamente todo el conjunto está diseñado y pensado para que nuestro día a día sea cómodo, en un portátil espectacular. Las mejoras de procesador y memoria RAM consiguen mejorar el rendimiento del año anterior, y en estas dos semanas usándolo a diario como ordenador principal - para absolutamente todo - me ha sorprendido. Lightroom - el cual he utilizado para procesar las fotos en RAW de 16Mpx capturadas para este artículo - , Photoshop CC 2015, Word, Excel, PowerPoint y demás parte de la familia Office 2016 para Mac: sin problemas, con cualquier tipo de archivo y con varias de ellas abiertas a la vez.
La batería mantiene los números a los que Apple nos acostumbró en el primer modelo, unas diez horas de autonomía con una sola carga. Por supuesto, es un portátil con cero ruidos: no tiene ventiladores, por lo que jamás oiréis nada más que la música que pongáis en él o vuestro repicar en el teclado. El único puerto USB-C este año me parece menos problema que el año anterior - ya lo anticipamos - y eso es porque cada día que pasa vivimos menos colgados de cables. Sólo utilizo un adaptador USB-C a USB 3.0 para cargar el iPhone o el iPad si lo necesito, o para conectar un adaptador Ethernet cuando la conexión WiFi es terrible en algunos lugares (casi siempre hoteles, la verdad).
Conclusiones: un MacBook perfectamente encarnado al concepto
El MacBook de 2016 es el modelo que más perfectamente se adapta al concepto original en años: un producto con la potencia necesaria para el día a día, extremadamente portátil y con la tecnología potenciando el concepto de ordenador del futuro que se puede ver teniéndolo delante. Los MacBook siempre fueron la avanzadilla tecnológica de algo más grande, pero sobre todo con el objetivo fijado en la ultraportabilidad: no en vano fueron el primer portátil de Apple con conexión WiFi, la versión portátil del iMac de la época: aquel ordenador decía muchas cosas que hoy en día volvemos a oír en este modelo.
Es por tanto un MacBook muy bien acotado a la propia definición que hace la compañía - que vuelvo a subrayar, no lleva “Pro” por ninguna parte - pero que cuenta con lo necesario para ser un modelo deliciosamente pensado para quienes necesiten OS X allá donde vayan. Me va a costar mucho volver a mi viejo MacBook Air de 2011 - que por cierto, lleva un i7 - después de probar este pequeño bocado gourmet de Apple.
Volvemos al MacBook: un concepto de ordenador de consumo con un diseño sorprendente y la potencia necesaria para el día a día
Hay que poner mucho más en valor lo que nos aporta un dispositivo que donde lo clasifiquemos dentro del podium de especificaciones: si lo hacemos así, este MacBook será el portátil que muchos estaban esperando para su día a día, digno heredero de la mitología temprana del MacBook de otras épocas que ahora vuelve con fuerza. Y no necesita de ningún apellido más para ser un espectacular compañero.
En Applesfera | Análisis MacBook (2015)
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