Imagina que vives en California, y estás regresando a casa en tu coche tras haber disfrutado de una fiesta con los amigos. De repente, a medio camino, empiezas a oír unos ruidos raros en el motor y la ley de Murphy entra en escena: sufres una avería y tu coche se detiene. Y lo hace justo en la entrada de la casa de Steve Jobs.
Es lo que le ocurrió a Tim Smith, un diseñador que circulaba frecuentemente por el barrio del CEO de Apple gracias a que la pareja que tenía en esos momentos vivía por la zona. Lo que ocurrió después da lugar a una de las mejores anécdotas con Jobs que hemos leído.
El amigo elegante, Laurene y sus cervezas
El pobre Tim pensó lo que todo el mundo pensaría en esta situación: Steve Jobs creería que era un fan de Apple obsesionado con su persona y llamaría a las autoridades. Afortunadamente el coche del ejecutivo no estaba en la entrada de su casa, así que nuestro protagonista no perdió el tiempo y salió del coche para abrir el capó e intentar localizar el problema.
Tras unos minutos en los que Tim no veía modo de solucionar el problema, justo cuando estaba a punto de volver a pie a casa de su pareja para así poder llamar a algún mecánico; Laurene Powell apareció de la casa. La mujer de Steve Jobs detectó el problema enseguida y se limitó a preguntar: "Coche italiano o británico?"
Laurene ofreció una cerveza a Tim y se la trajo a pesar de sus insistentes negativas, llenas de nervios. Laurene llegó incluso a llamar a un amigo suyo con conocimientos de mecánica, para ver si podía ayudar. Dicho amigo, que aún a día de hoy sigue sin identificar, apareció en un smoking ya que estaba volviendo a casa de un evento importante. Pero ni corto ni perezoso se quitó la americana y empezó a inspeccionar el motor del coche averiado.
Y entonces pasó lo que Tim más temía: Steve Jobs apareció para ver qué estaba ocurriendo, junto con uno de sus hijos. Al ver la situación se pudo a ayudarles con una cerveza en la mano, montándose en el coche (y su hijo en el asiento de atrás) para tratar de arrancarlo mientras el amigo de Laurene intentaba arreglar el motor.
"Vaya coche de mierda"
Tim cuenta cómo "intentaba no vomitar" ante la situación fruto de los nervios, ya que para él Steve Jobs era uno de sus ídolos personales. Y ahí estaba, montado en su coche con su hijo intentando arrancarlo mientras Laurene le había ofrecido una cerveza. En ningún momento les dijo que sabía perfectamente quiénes eran y cómo les admiraba, por miedo a ser señalado como alguien que podría haber manipulado su coche para entrar en contacto con ellos o como mínimo tensionar el momento.
Lamentablemente no hubo manera de reparar el coche, así que tras varios intentos el amigo de Laurene pidió disculpas por no lograrlo y se fue. Steve, a su manera, salió del vehículo mientras decía "vaya coche de mierda" y entró en su casa. Laurene invitó entonces a Tim a entrar en su casa para que llamase a los mecánicos con su teléfono.
Tim recuerda cómo la casa era exactamente como la casa de cualquier otra persona, y que "esquivó la cesta de la ropa sucia" para poder usar el teléfono. Los mecánicos llegaron, se llevaron el coche con una grúa y Tim pudo regresar a casa. Fin de la historia, que supongo que será de las mejores que ahora mismo el diseñador tiene por contar.
Durante la semana siguiente, Tim se pasó de nuevo por la casa de Steve Jobs para dejarles un paquete de seis cervezas con una nota de agradecimiento. Todo un detalle.
Imagen del coche | Sicnag
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