El viernes pasado, día 24 de abril, se cumplieron cinco años del lanzamiento del Apple Watch original. El nuevo dispositivo aterrizó en países de la primera oleada en aquel entonces, siendo Canadá uno de ellos. Un debut que coincidió con el año que viví en Whistler, una conocida estación de esquí situada en la Columbia Británica. Es por eso que no desaproveché la oportunidad de tenerlo desde el primer día.
En todo este tiempo, he aprendido muchas cosas del primer wearable de Apple. Ha sido un viaje que me ha sorprendido recorrer.
Del Series 0 al Series 5: la batalla por la utilidad en la muñeca
Comparar el Apple Watch Series 0 (nombre no oficial) con el Series 5 resulta injusto. Cinco años de incesante iteración han dejado una marca indeleble en la trayectoria del reloj. Basta con fijarse en que el hardware y software actuales son muy distintos e incorporan una serie de mejoras impresionantes. Algunas de ellas impensables en aquel entonces:
- GPS de serie y 4G opcional, pero solo en los momentos necesarios para preservar la autonomía.
- Resistencia al agua IP69 hasta 50 metros.
- ECG y alertas de frecuencia cardíaca.
- Mayor pantalla con esferas y complicaciones mucho más ricas.
- Velocidad en el uso que mejora la experiencia.
- Pantalla siempre encendida, una mejora muy demandada por los usuarios.
Con cada nueva generación de Apple Watch, la utilidad del reloj ha aumentado. Y esa es precisamente la lucha que mantiene este dispositivo, la de sacarle provecho a un espacio del cuerpo que en tiempos recientes había quedado olvidada. Con la llegada del teléfono móvil a comienzos de siglo, muchas personas comenzaron a dejar de llevar reloj en la muñeca paulatinamente.
Años después, el reloj de Apple lucha por acostumbrarnos a llevar algo ahí de nuevo. Y esa ha sido siempre su mayor competencia: el llamado no-consumo. Un concepto que se pasa por alto, pero que representa una gran parte de la verdadera competencia de las empresas (el Watch ya superó a toda la industria relojera suiza en 2019, por cierto). Ejemplos de ello puede ser el transporte, donde un viajero puede optar por el coche o el bus urbano, pero también por no desplazarse. También, a la hora de comprar un smartphone puede elegir entre diferentes marcas, pero también mantener el que ya tiene.
Este dispositivo se ha enfrentado al reto de que a la hora de cambiar de reloj, un cliente no se planteaba entre una marca tradicional, un smartwatch o un Apple Watch. No. Lo más probable es que hubiera que convencerle de llevar algo en la muñeca para empezar, porque le basta con mirar la hora en el móvil. Esa disputa gira en torno a la utilidad y ahí es donde el Apple Watch ha pugnado por ofrecerla con cada modelo nuevo.
Salud, entrenamiento, actividad física, comunicaciones, agenda, tiempo y, por supuesto, la hora son esas funciones que han marcado la utilidad de este dispositivo. En el caso de la salud, ha llegado incluso a salvar la vida de numerosas personas en todo este tiempo.
Las correas y la colección de acero
Si hay algo que destaco en todo este tiempo, ese es el aspecto estético del reloj. Desde el principio supimos que el Apple Watch era un dispositivo muy personalizable. Más que cualquier otro producto de la manzana mordida. A los dos tamaños de caja y diferentes colecciones y materiales, se le unía un rango de correas de distintos tipos y, también, materiales. Con modelos nuevos cada temporada de primavera y otoño. Sin contar las diferentes esferas, el conjunto eran decenas de posibles combinaciones. Algo que llegamos a denominar como "las mil caras del Apple Watch".
En su momento, elegí el modelo de acero. En 2015, el Apple Watch tan solo aportaba una carcasa de este metal, así como una pantalla de zafiro más resistente a arañazos (en la actualidad, todos los relojes de acero incorporan conexión 4G). Aunque muchos vieron entonces absurdo pagar más por un reloj que "hacía lo mismo" que el modelo de aluminio, fue una decisión muy personal de la que nunca me he arrepentido.
Después de llevar durante años un reloj automático de acero, no concebía ponerme uno de otro material. En la actualidad utilizo el modelo Sport, que es la colección que Apple cede a periodistas. Y aunque es un cambio importante, siempre he echado de menos el acero. Le da más robustez y contundencia al reloj. Más clase, también.
Los AirPods y la llegada de la conectividad 4G como impulsores de la era post-iPhone
Uno no podría evaluar la trayectoria completa del Apple Watch sin los AirPods. Los auriculares sin cables de Apple son como un escudero fiel que, sin ser necesario, incrementa la utilidad del conjunto. Y si lo juntamos con la conectividad 4G, estamos ante una combinación que ha dado comienzo a la era post-iPhone. Una era que, como sucedió con el iPad, no significa que lo anterior sea anticuado y ya no nos sirva.
Lo que sucede es que aparecen usos que antes ya existían pero que ahora se pueden hacer de una forma mejor, como puede ser llamar por teléfono, consultar la hora u obtener información de Siri. Y, al mismo tiempo, surgen otros usos que no eran posible con el paradigma anterior, como puede ser todo lo relacionado con la monitorización de la salud y de la actividad física.
Un iPhone puede llamar por teléfono, mostrar la hora e interactuar con Siri, pero no lo hace de una forma tan cómoda. Y en cuanto a los otros usos, son imposibles de hacer en un iPhone (salvo, tal vez, llevarlo en un brazalete al salir a correr).
La única pega que se ha mantenido todo este tiempo es el panorama de apps de terceros. Por mi experiencia todos estos años, no he encontrado apenas apps que se hayan convertido en fundamentales. Aunque también puede deberse a que en mi iPhone utilizo muchas de las apps oficiales, que cuentan con su correspondiente versión en el Watch. Tiempo, Bolsa, Podcasts, Mensajes, Apple Music, Actividad y Casa son algunas de ellas. La única app de terceros que se salva, tal vez, es la que sirve para activar el aspirador Neato.
El camino recorrido por el Apple Watch estos cinco años es impresionante. De ser el patito feo de los productos de Apple, desdeñado por analistas aunque amado por los usuarios, a ser uno de los vectores de crecimiento de la compañía. Hasta conformar un segmento de wearables que pertenecería al Fortune 200 de ser una empresa independiente.
Sin duda, su futuro cuenta con una buena base sobre la que partir. Veremos qué nos depara.
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