Hace pocos meses me decidí a renovar mi iPad. Pasé de un modelo de tercera generación con 32 GB a un iPad mini con 16 GB de almacenamiento, ya que con el anterior siempre veía que me sobraban GB y por lo tanto me pasé de largo con la capacidad. Ahora simplemente tengo que ir con más cuidado con los datos que almaceno, aunque últimamente me estoy llevando sorpresas con el tamaño de las aplicaciones.
Aún recuerdo cuando Apple bloqueaba las descargas de aplicaciones con un tamaño igual o mayor que 10 MB. Ahora que un programa ocupe ese espacio es toda una bendición, y sólo hay que mirar la captura de pantalla superior para comprobarlo. Son las aplicaciones que ocupan más espacio en mi iPad, con las de iWork liderando el ranking sobrepasando los 500 MB.
En estas cifras no se incluyen los datos que almacenan las aplicaciones (como por ejemplo los documentos que puedo tener almacenados en Pages o las hojas de cálculo en Numbers), sólo lo que ocupan las aplicaciones en sí. Hay algunos casos, como Tweetbot, en las que he podido reducir el tamaño de la aplicación unos 200 MB eliminando su caché a través de las propias preferencias.
Pero igualmente, aquí pasa algo. Estamos hablando de que sólo diez de mis aplicaciones están acaparando 3165 MB, o sea casi 3,1 GB. Que es prácticamente una cuarta parte de los 12,8 GB disponibles que tiene un iPad de 16 GB tras descontar lo que ocupan las tablas de formato de archivos y el propio iOS.
Y eso es ahora, porque he llegado a ver cómo algunos juegos llegaban a sobrepasar el GB de espacio. Lo que más me sorprende son los datos que pueden llegar a guardar clientes que gestionan contenido puramente online, como los clientes de Vine o Twitter. Spotify, en mi caso, ocupa 200 MB sin que yo tenga ninguna canción descargada. Estamos en un punto en el que los 16 GB de la gama básica de dispositivos iOS se quedan, definitivamente, demasiado cortos. Podemos decir incluso que las aplicaciones de iOS ya están ocupando más que bastantes aplicaciones en OS X.
Es por eso que, quizás, Apple debería empezar a pensar en subir su mínimo de almacenamiento en los 32 GB, como ya sucedió con los 8 GB de antaño y los ya arcaicos 4 GB del primer iPhone. Cuando todo seguía orientado al ordenador tradicional había espacio de sobra, pero ahora que todo se va hacia lo móvil nos empieza a faltar almacenamiento por todos lados.
Lo peor es que esto no debería de estar pasando. Las compañías han creado infraestructuras enormes en la nube y las conexiones 4G nos garantizan picos de 100 MB de transmisiones de datos. ¿Por qué ocupar entonces espacio local y no dejarlo para las fotografías que tomemos, las canciones o vídeos o los datos que almacenemos? Los desarrolladores deberían tener en cuenta que el almacenamiento de los terminales de iOS es mucho más limitado que en los Mac.
Y no es que me falte espacio, insisto: siempre ando con algún que otro GB libre en mi iPad. Pero simplemente me sorprende que las aplicaciones en iOS hayan llegado a exigir tanto almacenamiento. Y ampliar ese almacenamiento en el iPhone o el iPad cuesta demasiado: a 6,25 euros cada GB. 100 euros por 16 GB cuando un pendrive USB de 32 o 64 GB puede costar mucho menos.
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